En el mundo de los negocios siempre nos encontramos con líderes que son reacios a delegar tareas. Esto puede ser porque les preocupa que el equipo no sea capaz de afrontarlas, o de perder el control sobre algún proyecto. Sin embargo, intentar hacerlo todo e intervenir constantemente en las actividades que realizan las personas que están a su cargo puede resultar contraproducente: no ayuda a mejorar el trabajo ni a lograr una mayor productividad.

Así que para lograr una buena gestión empresarial un aspecto indispensable es que los líderes sepan delegar. Pero para eso hay una condición imprescindible: contar con una plantilla en la que se confíe y que esté formada por profesionales eficientes y con talento.

Al delegar tareas adecuadamente, el líder gana más tiempo para atender prioridades acordes con su nivel, alivia su carga de trabajo y puede conocer las capacidades reales de cada empleado para brindarle la motivación adecuada. Todo esto contribuye al desarrollo de sus habilidades de liderazgo.

Delegar, además, les permite a los líderes centrarse en sus fortalezas. Pueden enfocar sus esfuerzos en aquellos aspectos que son fundamentales para la empresa, aportando más valor, pues dedicar tiempo a cuestiones menores es un sinsentido.

Sin embargo, tampoco se trata de delegar por delegar. Hay que delegar el trabajo de forma afectiva y, por eso, antes de hacerlo es conveniente que el líder se pregunte si realmente es el único capacitado para realizar esa tarea o si hay otra persona que pueda llevarla a cabo. Y para ello hay cuatro aspectos que son esenciales que defina: ¿cuándo delegar?, ¿cuánto delegar?, ¿cómo delegar? y ¿a quién delegar?

Frente a esas cuatro interrogantes lo primero que un líder debe tener en cuenta es que delegar no significa decirle a otra persona lo que debe hacer, sino transferir parte del trabajo –y eso incluye la toma de decisiones– a otro profesional, brindándole también autonomía para llevarlo a cabo.

Ahora, para determinar cuándo y cuánto delegar es fundamental que esté claro el propósito detrás la tarea que se quiere asignar, el resultado que se busca y las habilidades de cada miembro del equipo para saber cuál es el más indicado para asumir esa nueva responsabilidad. Esto último nos lleva a la siguiente pregunta: ¿a quién delegar?

En este caso, una vez que se ha determinado la parte del trabajo que se desea delegar, hay que buscar al empleado idóneo para llevarlo a cabo, asegurándose siempre de que tiene tiempo suficiente para hacer todo aquello que se le pide. Es común sobrecargar a los trabajadores en los que se tiene más confianza y esto es un error que se debe evitar.

Esto nos lleva a la última pregunta: ¿cómo delegar? En este punto es clave la comunicación. Se le debe informar al profesional escogido para la tarea por qué se desea que asuma esa nueva responsabilidad y las expectativas que se tienen de cara a ese proyecto.

Igualmente, hay que proporcionarle los recursos para que pueda llevarla a cabo y transmitirle que contará con apoyo si fuera necesario.Y, al final, parte de delegar es también felicitarlo por sus logros si su desempeño fue óptimo y con los resultados deseados.

Visto lo anterior, saber delegar es una cualidad esencial de un buen liderazgo y una ganancia para la empresa. Por un lado, permite aprovechar mejor el talento humano, sacándole partido a la creatividad y las habilidades de cada miembro del equipo, y así aumentar su compromiso con la organización.

Y, por el otro, le otorga mayor tiempo al líder para trabajar en nuevas formas de desarrollar el negocio. Puede dedicarse a labores importantes como la innovación, planificación y el desarrollo de nuevos proyectos, claves para el crecimiento de la compañía.


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