La Internet, en general, está llena de imprecisiones, razón por la cual hay que tener mucho cuidado cuando se consulta para, por ejemplo, escribir un artículo. Mi conjetura es que a fin de «figurar», ello en virtud de un erróneamente percibido bajo costo y también para no quedarse atrás (el llamado síndrome FOMO o Fear of Missing Out), los usuarios de los medios digitales en general y hasta algunos medios de comunicación, se apalancan en las imprecisiones de otros, sin mayor investigación y comprobación, y las repiten como loros. No es en vano que se reporta aquella falacia “ad populum” relacionada con la “sabiduría de las multitudes” y plasmada en aquel chiste irónico relacionado con que “muchas moscas no pueden estar equivocadas”.

Un caso, de muchos que pueden elaborarse, lo tenemos en la frase «la contabilidad es el lenguaje de los negocios».

Si ustedes, amigos lectores, investigan en el buscador de su preferencia encontrarán dos tipos de resultados dependiendo de si lo hacen en español o en un idioma diferente. A modo de ejemplo y colocada en Google, la frase “accounting is the language of business” arrojó 949 millones de resultados en 0,58 segundos el día 8 de enero de 2023 y la mayoría refiere que la frase la dijo Warren Buffett en 2014, casi que todos los textos con exactamente la misma estructura y el mismo número de palabras. Sin embargo, tal afirmación no es cierta del todo: en efecto Buffett la dijo en 2014, pero no fue, ni remotamente, ni la primera vez que la dijo ni el primero que la dijo.

Mi primer y exitoso contacto con la contabilidad fue hace más de 40 años, allá en el Valle de Sartenejas, en la Universidad Simón Bolívar, donde estudié el pregrado. En mi carrera y hacia los últimos trimestres, había que cursar dos materias obligatorias y la primera era el requisito para poder ver la segunda: la primera era Contabilidad Gerencial (CE 3251) y luego, al siguiente trimestre la otra, Economía de la Empresa (CE 3114). Tal contabilidad gerencial en la USB era –y es– en realidad, una contabilidad financiera, es decir, una contabilidad que le es útil a personas que debiendo tomar decisiones con respecto a una organización, son externas a ella, como, por ejemplo, los bancos, las instituciones del Estado (el Seniat) y los donantes si se trata de una organización sin fines de lucro. En palabras más llanas, le sirve a analistas y a gerentes en general.

Tengo que decir que disfruté muchísimo dicho curso de contabilidad, fue decididamente refrescante, y determinante para mi futuro hasta el día de hoy, pues el profesor, Bruno Egloff Keller, asumo que jubilado ya hace una buena cantidad de años, abordó el curso desde dos vertientes acertadísimas: la consabida clase magistral, que por supuesto corría por cuenta de él, y un excelente libro de aprendizaje programado (autoaprendizaje) que corría por cuenta de nosotros los cursantes.

Por cierto que el programa de ambas materias asociadas al Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas de la USB, permanece invariable hasta la fecha de escribir este artículo y, por supuesto, lo que ha cambiado es la bibliografía de referencia que se va actualizando con el correr del tiempo.

El caso es que puedo afirmar con propiedad que el bueno de Warren Buffett no fue el primero en decir «la contabilidad es el lenguaje de los negocios» en 2014. De hecho, casi que todo libro introductorio de contabilidad antes de 2014, contiene la frase «la contabilidad es el lenguaje de los negocios».

A modo de ejemplo y en 1981, Charles T. Horngren escribía en uno de sus libros y la transcripción es fiel y textual: La contabilidad ha sido llamada «el lenguaje de los negocios». Hubiera sido preferible que la hubieran llamado «el lenguaje de las decisiones financieras…» (Charles T. Horngren, Contabilidad Financiera: Introducción, Prentice Hall, México, 1981, ISBN 968-880-011-2, Capítulo 1, Entidades y Balances Generales, p. 4).

Charles Thomas Horngren (1926-2011) contador en la Universidad de Marquette (Milwaukee, Wisconsin), MBA en la Escuela de Negocios de Harvard (Boston, Massachusetts), PhD en la Universidad de Chicago (Chicago Illinois), fue el pionero del uso de la contabilidad para fines gerenciales. Fue elevado al «Accounting Hall of Fame» norteamericano en 1990. Es precisamente por Horngren que a todo curso de contabilidad para no-contadores se le coloca el apellido de “gerencial” a fin de subrayar su contenido de utilidad para tales niveles decisorios.

Volviendo a Buffett y por vez primera y precisando, dijo la frase de marras casi que tres décadas antes de 2014. En efecto y en su carta a los accionistas de Berkshire de 1986, Buffet llamó a la contabilidad el «lenguaje de los negocios» y dijo que él y su socio comercial, Charlie Munger, utilizaban tal lenguaje como base para evaluar sus negocios. A continuación la cita completa, otra vez con traducción libre mía: «Los números de contabilidad, por supuesto, son el lenguaje de los negocios y, como tales, son de gran ayuda para cualquiera que evalúe el valor de un negocio y siga su progreso. Charlie y yo estaríamos perdidos sin estos números: invariablemente son el punto de partida para nosotros. Sin embargo, al evaluar nuestro propio negocio y el de los demás, los gerentes y propietarios deben recordar que la contabilidad no es más que una ayuda para el pensamiento empresarial, nunca un sustituto de este”.

No obstante y antes de que Buffett la dijera bien en 2014 o bien en 1986, e incluso antes de que Charles T. Horngren la plasmara en su libro en 1981, todavía antes, alguien más la dijo.

Se trata de Mary M. K. Fleming, para ese entonces profesora de contabilidad en la Universidad Estatal de California Fullerton (Fullerton, California), quien en un artículo (paper) publicado en  «Educational Horizons», en 1975, escribió lo siguiente con una traducción libre mía: «A lo largo de los años me han preguntado repetidamente qué podría esperar obtener una mujer al estudiar contabilidad. Algunas personas buscaban información, otras preguntaban por curiosidad y algunas hasta se burlaron. Estas últimas fueron principalmente personas que creen que el lugar de la mujer está en el hogar y/o relacionado con la crianza de los hijos. A estas pobres almas descarriadas, solo puedo decirles que el conocimiento de los negocios (y la contabilidad es el lenguaje de los negocios) es una de las mejores preparaciones para el hogar que existen» (Educational Horizons, Vol. 54, No. 2, winter 1975-76, pp. 90-93).

Habiendo pues dejado claro que las búsquedas en Internet pueden arrojar información imprecisa y que, siendo metódico y cuidadoso, uno encuentra lo que busca, volvamos a lo del lenguaje.

Imagine usted, venezolano de cepa acérrima, que lo inviten a viajar, le pongan una capucha en la cabeza, lo suelten de sorpresa en un Metro de Berlín (o de Seúl, o de Pekín o de Tokio) y le soliciten ubicar una determinada dirección, ¿cómo se desenvolvería usted si no conoce el idioma?, ¿cómo toma usted una decisión tan sencilla como ubicar la entrada o salida de Metro para dirigirse a esa determinada dirección?

Los negocios pueden tener, efectivamente, varios lenguajes. Sin embargo, la contabilidad, tal como lo plasmó en su libro Charles T. Horngren en 1981, va mucho más allá de ser el lenguaje de los negocios: es el lenguaje de las decisiones financieras.


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