Maduro
 

«Si no votas no comes»… No es, desde luego, el lema oficial o digamos que protocolar, pero sí el oficioso o real. Desde hace años, solo que ahora algunos voceros de la hegemonía lo han enunciado por todo el cañón. Cuando se afirmaba lo de «Pdvsa roja rojita», o cuando se confeccionaron y aplicaron las listas discriminatorias por razones políticas, y en fin en una larga variedad de casos, el proceder es, en esencia, el mismo.

El poder para nosotros, los mandoneros de la hegemonía y nuestros compañeros de ruta dineraria, y para los demás, amenaza, exclusión, represión, y sí, esa misma palabra que tanto denuncian Maduro y los suyos: sanciones. ¿Qué mayor sanción puede haber que se le niegue o restrinja el derecho de alimentación a las personas por motivos de fanatismo político? Eso es lo que significa «si no votas no comes». ¿O no?

El voto es un derecho, que se puede ejercer o no. Y esta situación trágica que padece Venezuela, en la que se ha desvirtuado por completo el sentido del voto, no suscita ningún tipo de entusiasmo sino más bien un rechazo masivo. Ello confirma que el lema oficioso es expresión de una noción barbárica del poder. En esos términos no puede haber República, ni Estado de Derecho, ni democracia, ni instituciones que sustenten una convivencia cívica.

Lo grave no es que, en efecto, si no voy a votar, me vaya a morir de hambre. Aunque puede haber «sanciones» con relación a la distribución de las cajitas de productos subsidiados -que no es manifestación de asistencialismo sino de negociados y control partisano-. Lo grave es que el referido lema se proclame a diestra y siniestra. La naturaleza despótica, depredadora y corrupta de la hegemonía roja está encapsulada en este lema criminal.


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