De alguna manera, cada uno de nosotros ha experimentado en cierto momento el sentimiento de orgullo, especialmente si hemos alcanzado satisfacciones. Y aunque en unos casos puede representar una actitud negativa dependiendo de la manera cómo lo demostremos, cabe también asumirlo de forma positiva, lo cual resultaría ser un buen aliado para nuestra autoestima.

Por muchas razones, este aspecto se considera favorable, ya que es una vía sana para fomentar el respeto hacia nosotros mismos y ante los demás. Sin embargo, no debemos permitir que se convierta en un orgullo desmedido o excesivo, pues eso causa rechazo en los que nos rodean, como sucede con las personas que hablan demasiado de sus virtudes.

Hacer del orgullo un aliado nos permite también ser más perseverantes. Pero es importante tener una pequeña dosis de humildad y considerar incluso los fracasos, pues así no exageraremos en cuanto a los logros que alcanzamos y evitaremos generar una idea equivocada, que nos aleja de nuestras metas. Además, nos impide admitir que nos equivocamos.

El orgullo positivo nos facilita fortalecer la autoestima, la cual es indispensable para poder seguir adelante en los momentos de derrota, desarrollar la competitividad, la valentía, así como la confianza requerida para filtrar esas emociones que nos fortifican y energizan. Sin duda, también representan una motivación para seguir adelante, superando los retos y la adversidad.

Igualmente, cuando pensamos en nosotros mismos, nos brindamos la atención vital y hacemos lo posible por anteponer nuestras necesidades, lo cual es fundamental para demostrarnos valor. Tengamos presente que no hay nada negativo en manifestar a los demás los éxitos alcanzados.  Nos merecemos ese reconocimiento, especialmente cuando hemos realizado un gran esfuerzo por lograr nuestros propósitos.

También debemos considerar este factor como una forma de demostrar satisfacción, agradecimiento y júbilo, por el desarrollo personal materializado. Cuando hemos dado el todo por cumplir nuestras metas no es inapropiado exteriorizar orgullo, ya que merecemos ese reconocimiento, especialmente por la recompensa que representa que hayamos hecho realidad nuestras metas. Podemos así valorar nuestros éxitos.

De esta manera, vemos cómo el orgullo sano o positivo no solo eleva la confianza en nosotros mismos, sino que, además, nos permite manifestar y aplaudir nuestros triunfos, convirtiéndose en un sentimiento constructivo que nos motiva a emprender nuevos desafíos. Entonces, a través de esta forma de sentirnos, cabe preguntarnos qué más seremos capaces de alcanzar, lo que nos lleva a considerar metas más exigentes.


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