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Los partidos políticos desempeñan un papel fundamental en el sistema democrático de un país, tal como proclaman las constituciones democráticas, que establecen específicamente su función y su importancia en el orden político y social, en especial su papel central como actores esenciales en el sistema democrático, donde los partidos pueden ser vistos como herramientas a través de las cuales la población puede ejercer su derecho a participar en la toma de decisiones y contribuir al desarrollo de un país.

Coloquialmente, se trata del juego político que se hace a través de los partidos mediante estrategias tácticas y dinámicas democráticas, como las electorales, donde esas organizaciones se despliegan para ganar elecciones y asegurar el poder desde la construcción de plataformas políticas atractivas hasta la movilización de la base electoral valiéndose del manejo efectivo de la comunicación, como los debates televisivos hasta las redes sociales para destacar su mensaje y desacreditar a sus oponentes, la segmentación del electorado, el uso de datos y la publicidad política, tácticas que pueden influir significativamente en el resultado electoral.

Otra actividad de los partidos es la formación de coaliciones para alcanzar alianzas estratégicas para asegurar mayor representación y en algunos casos para formar gobiernos de coalición.

La lucha por el control de la agenda política es esencial para los partidos en la oposición y en el gobierno a través de discursos propuestas legislativas y movilización social de forma de influir en la agenda pública y dirigir la conversación política.

La participación ciudadana y responsabilidad en el juego político es un factor determinante pues los partidos deben generar confianza y responder a las expectativas de los ciudadanos. La rendición de cuentas y la transparencia son elementos esenciales que los partidos deben demostrar para mantener la legitimidad y el apoyo de la población.

No obstante, esta clara misión de los partidos políticos se dan circunstancias en las cuales su legitimidad se pone en duda. Tal es el caso de los partidos políticos que favorecen y promueven ideas totalitarias, contrarias a la democracia, o que propugnan la destrucción de las instituciones democráticas, lo que obliga a reflexionar si tales facciones antidemocráticas tienen cabida o no en la democracia cuando su fin último es acabar con el propio sistema democrático.

La mayoría de las democracias europeas guiadas por principios fundamentales de libertad de expresión y pluralismo político no prohíben automáticamente la existencia de partidos políticos basados en una ideología específica. Sin embargo, la legalidad de ciertos partidos puede estar sujeta a condiciones específicas y en algunos casos puede haber restricciones basadas en la promoción de la violencia o la discriminación siendo importante destacar que los contextos legales varían entre los países europeos y que las constituciones se adaptan a los valores y la historia de cada nación. Así, la Ley Fundamental para la República Federal de Alemania prohíbe partidos que buscan socavar los principios democráticos establecidos en la ley, lo que ha sido utilizado para prohibir partidos que promueven la violencia o el odio racial incluyendo ciertos partidos neo nazis.

En Venezuela, la Constitución de 1999 aborda la importancia de los partidos políticos en el orden político y social al reconocer y garantizar el derecho a la participación activa protagónica y consciente de la población en la construcción de una sociedad justa y amante de la paz en la que el gobierno de la República y los entes políticos que la componen serán y siempre serán democráticos, participativos, electivos, descentralizados alternativos responsables pluralistas y sujetos a mandatos revocables, reconociendo el derecho a la participación protagónica de la sociedad en la formación ejecución y control de la gestión pública como un mecanismo necesario para lograr el protagonismo que garantice el completo desarrollo de las personas y de la sociedad.

En fin, los partidos políticos ajustados a los principios democráticos son un elemento fundamental en el desarrollo de una sociedad, pero si se desvían de esos principios es probable que puedan acabar con aquellas democracias que por su condición democrática le permitieron participar en el juego político.

Y en ese momento, la sociedad democrática tiene que actuar.

 


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