Maduro
Foto: Prensa Presidencial

El petróleo le genera salidas a Nicolás Maduro

La comisión de la Casa Blanca que visitó en fechas recientes el Palacio de Miraflores estuvo integrada por Juan González, James Story y Rogers Carstens, personal de alto prestigio, con profundo conocimiento en todos los aspectos relacionados con Venezuela. Juan González, de origen colombiano, ha sido además un hombre de estrechos vínculos con el propio Joe Biden, por lo que fácilmente se puede intuir un interés superior de esa administración en provocar acuerdos francos en torno a la política de Washington con el régimen de Nicolás Maduro.

La reunión y la posibilidad del levantamiento de sanciones que permitan a las petroleras norteamericanas como Chevron Texaco Global y sus más de diez filiales realizar operaciones en Venezuela al suscribir convenios con la arruinada estatal petrolera Pdvsa, generaron protestas en los núcleos opositores en Venezuela, así como por parte de los líderes republicanos en Estados Unidos e incluso en Latinoamérica, donde el presidente de Colombia, Iván Duque, ofreció el petróleo de su país, toda vez que entienden la determinación política de Estados Unidos de dar marcha a fondo a los acuerdos que puedan mitigar los efectos  energéticos que ha tenido la invasión de Rusia a Ucrania, que abruptamente ha colocado el galón de combustible en 10 dólares en algunas ciudades de Norteamérica, y el barril de petróleo a un margen de 140 dólares por barril, con estimaciones muy superiores que angustian a los ciudadanos y a las empresas que requieren mayor uso de combustible. El mismo efecto y preocupación lo vive Europa.

A pesar de la opinión de los expertos sobre los riesgos que representa la inversión petrolera en un país sumergido en la más grande tragedia económica, producto de una crisis política sin precedentes y la ausencia de democracia, con sistemáticas violaciones de los derechos humanos y una migración de 7 millones de personas, tal parece que aun con este mar de complicaciones que preceden toda inversión económica, los acuerdos se consolidarán y se conocerán muy rápido, más de lo que se pueda sospechar, de manera que la guerra en Ucrania brinda al régimen de Venezuela brechas que eran impensables unos meses atrás.

El propio presidente interino, Juan Guaidó, ha dicho abiertamente al país que debemos entender que el lobby financiero existe, claramente dirigiéndose a las petroleras norteamericanas que trazan la línea de inversión con Pdvsa. A pesar de la turbulencia y confrontación permanente que ha existido entre Estados Unidos y la dictadura venezolana, un acuerdo de esta naturaleza conlleva necesariamente la obligación por parte del régimen de otorgar espacios que permitan la fluidez de los acuerdos políticos sin recibir descargas de opiniones adversas a estas pretensiones. Por lo pronto, ha sido evidente un cambio brusco y rápido de Colombia en su posición negativa al respecto, y ahora al manifestar que apoyaran todo tipo de posibilidades que lleven consigo un cambio de política en Venezuela.

Así mismo, los voceros republicanos, periodistas y medios de comunicación internacionales matizan sus posiciones frontales, comprendiendo seguramente las amplias necesidades energéticas, que se generan no solo en Estados Unidos, sino en Europa y en el mundo entero producto de la guerra, que ya había tenido un proceso demandante con la pandemia del COVID-19, acentuándose ahora a ritmos muy difíciles de controlar, que no admiten desavenencias políticas en medio de la urgencia energética que se vive en los actuales momentos.

De momento, el régimen evalúa conceder libertades a los presos políticos. Aquí uno de los nudos gruesos en todo el proceso de negociación que se desarrolla en silencio, además cambia radicalmente su modelo expropiatorio, retornándole bienes a grandes empresas en el país, poniendo de ejemplo más notorio el caso del Sambil La Candelaria, remarcando que Hugo Chávez no solo ha muerto, sino también su visión de país, al mismo tiempo que realizan virajes extremistas para intentar sobrevivir en el poder, con ciertas argucias que llevarán a la mesa de negociaciones, donde el gran objetivo es ceder en cuanto a la realización de elecciones parlamentarias a finales de año, y mantener un extendido debate sobre la posibilidad de elecciones presidenciales en el año 2023, siendo su verdadera intención asegurar las elecciones presidenciales en 2024, bajo un clima económico de mayor estabilidad producido por el rescate de la industria petrolera.

Las debilidades del núcleo opositor

Hace pocos días el portal Analítica realizó el foro Apure-Arauca zona caliente, donde se hacía referencia a la dinámica de frontera entre ambas naciones, y los efectos del narcotráfico, uno de los invitados, el Dr. Francisco Santos, exvicepresidente y exembajador de Colombia en Washington, en su reflexión final hablaba sobre la necesidad de construcción de una política en común entre ambas naciones en función de propiciar la paz verdadera a un conflicto histórico con los grupos irregulares, que en el caso venezolano han encontrado respaldo del Estado venezolano, y en el caso colombiano, una hipotética asunción del poder de Gustavo Petro seria catastrófico, pero de mayor relevancia fue su percepción en cuanto a la posición política de los líderes de la democracia en Venezuela, que son concebidos en el mundo por su interés de pelearse entre sí, y no por su disposición a construir una política cohesionada contra la dictadura que agobia la nación.

Las debilidades opositoras son ampliamente conocidas, desde el agigantado ego de los líderes opositores, con una conducta de indiferencias muchas veces con las múltiples necesidades que sufre la población, hasta los hilos de corrupción, y financiamiento aportados por factores del régimen para fragmentar la fuerza opositora, bajo este esquema perverso se ha transitado un insalvable círculo de penurias, sin la mas mínima posibilidad de romper un espacio para conducirnos  un desenlace a la democracia.

El régimen de Venezuela se plantea con oxígeno y en esa misma línea intentará promover una oposición a su medida, como ya lo ha hecho en anteriores procesos electorales, que no han tenido el reconocimiento de las instituciones democráticas del mundo, y han sido un elemento constante para aislarlos más en el contexto geopolítico y económico, producto de las tantas sanciones que le han sido aplicadas.

Ahora bien con un cambio de políticas, donde se flexibilicen las sanciones, será necesario una posición monolítica de las fuerzas opositoras en el país, de lo contrario navegaremos por un rumbo incierto, y si bien el planteamiento imperioso es la promoción de una política bajo formas de convivencia sin la anulación total de los adversarios, bajo ningún concepto se debe sacrificar las formas de la democracia, como único medio posible de transformar la terrible crisis que ha tenido que padecer el pueblo venezolano a lo largo de estos años.

El madurismo no dejará de ser una fuerza perversa, totalitaria y antidemocrática, se ajusta a mecanismos que le permitan sobrevivir no solo en las cercanías del poder sino plenamente en su administración, la población en su mayoría lo entiende perfectiblemente, lastimosamente son las propias fuerzas de los partidos opositores quienes no acompañan a los ciudadanos en esta afrenta histórica por volver a la democracia.

El país espera por su reflexión, y mejor conducción, cuando aparentemente el tiempo es muy limitado, y las formas son absolutamente diferentes en la actual coyuntura energética.

Jorge Rodríguez encabeza un proceso de deslegitimación contra Juan Guaidó, intentando perjudicarlo y enlodarlo al mismo tiempo que promueven un reformateo del proceso de negociaciones con factores políticos “opositores” que han sido complacientes con los abusos de poder del régimen, tipo Henrique Capriles, Manuel Rosales, Henry Ramos, Bernabé Gutiérrez y otros tantos.

En esta orientación debe permanecer intacta la estrategia política que se ha trazado internacionalmente, no basta con reconocer a Juan Guaidó por más de 60 naciones. El lobby financiero que se ha volcado hacia Venezuela y el poder norteamericano detrás de  él debe ser consecuente con el papel histórico y lo que representa su figura a la hora de las negociaciones, su credibilidad y liderazgo consecuente, a pesar del andamiaje de adversidades que han construido para desvanecerlo, lo hace una figura sólida, con una propuesta nítida que encarna realmente los deseos de la mayoría de la población venezolana, elecciones presidenciales y parlamentarias en una sola fecha, el lobby financiero no debe ser el núcleo que imponga la figura de Jorge Rodríguez como dueño de los hilos de las negociaciones, allí el falso equilibrio que venden a los venezolanos y que será imposible de aceptar por un pueblo que no renunciara a su ambición  de ser libre, así que un proceso de negociaciones diseñado para obtener parcialidades mientras la dictadura se cambia de traje, por el interés de energético de las grandes transnacionales que tanto han atacado, estará condenado al fracaso una vez más.

Las negociaciones deben producirse, será insensato no hacerlo, pero deben hacerse en la justa dimensión del rescate de la democracia venezolana.

@jufraga12

 


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