El miserable populismo castrista es tóxico, dañino y los venezolanos debemos ser más estrictos en enfrentar la incursión fidelista. Durante décadas se ha expresado con seguridad, pero sin fundamento, que se avecinan grandes cambios en Cuba. Más que una realidad con soporte es un inmenso deseo atiborrado de esperanza y fe.

Chávez y Fidel fueron la máxima expresión del populismo. Un estilo basado en manipular al pueblo, y se profundiza en la medida que poseamos petróleo para sostener un creciente y exagerado gasto social. Desde esa perspectiva, esos regímenes constituyen lo esencial del populismo.

Es humillante, injusto e indigno el abandono y olvido de quienes huyen en busca de una mejor calidad de vida, entre otros variados aspectos. Todo ciudadano de cualquier país retenido en los sistemas judiciales y cárceles de otro, tiene derecho a la atención diplomática de la nación de ciudadanía. Sea cual sea el delito, los representantes del Estado están obligados a velar por una investigación profesional, un juicio justo dentro de los términos estrictos de leyes y normas; la de origen y de la comisión real o presunta infracción en cuestión.

Es regla del derecho internacional que ningún ciudadano, independiente de su transgresión, esté probado, sentenciado o no, puede ser extraditado, incluyendo a su patria de nacimiento, si la pena aplicable en el país al cual va a ser deportado es superior a la sentenciada por la justicia de la nación en la cual ha sido procesada.

Existen normas judiciales, elemento que precisamente, salvo excepciones, algunos representantes del gobierno interino no estarían cumpliendo ni poniendo en práctica: la atención al venezolano en dificultades en los países donde ellos son responsables de esa representación. Una carencia que forma parte, lo estimen o no, del planteamiento político.

Se entiende que deben estar permanentemente atentos, diligentes, al tema político y a la batalla que contra la tiranía libra en la forma que puede un gobierno con la razón, pero sin las armas, con dignidad y legitimidad, pero sin instrumentos. Aprietos que se comprende, explican y analizan en busca de vías de solución.

Inconvenientes que no libran a los representantes de su obligatoria labor de estar pendientes, de los venezolanos que han emigrado por la necesidad perentoria de buscar mejor sustento para sus familias, que han debido huir para salvar su libertad, integridad física y hasta sus vidas. Muy importante, también incluye las medidas migratorias, normas de llegada, salida y permanencia, no solamente de los que ya están en esos territorios, sino de los que lo harán en el futuro.

El diplomático Humberto Calderón Berti era diligente y se ocupaba. En Estados Unidos el embajador Carlos Vecchio se mueve en los círculos que toman decisiones políticas y marcan pasos a seguir por el gobierno encargado, pero poco o nada hace acto de presencia para tratar de ayudar a los numerosos venezolanos que, por no tener documentación adecuada, son retenidos en lugares casi prisiones del Servicio de Inmigración, con lo cual quedan atascados. No pueden entrar por no tener papeles en regla, no son deportados a Venezuela porque están sin garantías aceptables para la moral y legislación estadounidenses; los representantes del gobierno del presidente encargado ni siquiera se acercan a escucharlos, averiguar con ellos y sus guardianes cómo podrían auxiliar, hacerles sentir a ellos y a quienes los retienen, hay preocupación por olvidados civiles y militares de la Venezuela que levanta la democracia y verdadera justicia como banderas.

Colombia y Brasil son gobiernos que se ocupan de los migrantes venezolanos, y muchas voces destacan su eficiencia en esa misión. Muy poco se comenta sobre los representantes diplomáticos venezolanos. Al parecer -es la excusa- no tienen medios económicos, y relaciones entre oficinas relacionadas y los despachos presidenciales de los diferentes países. Pero no deberían dejar de lado ni relegar sus banderas de libertad, democracia y venezolanidad para socorrer a los migrantes menos afortunados. Al menos pensar que constituyen un flujo permanente, son centenares de miles y que en Venezuela quedan familias que reciben no solo las remesas posibles, sino también mensajes que desacreditan a los que luchan por la democracia y libertad.

@ArmandoMartini


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