Foto AFP

Ser gobernante de un país no significa simplemente buscar las formas de controlar el poder a costa de lo que sea por décadas. No significa encarcelar al pueblo por miles cuando sale a protestar. En Cuba hace rato se les extravió la brújula y una demostración es que desde hace más de 20 años se han preocupado de que sus pupilos en Venezuela -primero Chávez y después Maduro- les garanticen el combustible, pero no pusieron atención a un plan de contingencia para atender una tragedia de la magnitud del incendio que desde el fin de semana se registra en el occidente de la isla. En una industria petrolera jamás debe ocurrir un accidente, pero hay que estar preparado como si lo estuvieran esperando.

Dice el gobierno de Miguel Díaz-Canel que el sábado en la noche un rayo cayó sobre uno de los tanques de almacenamiento de crudo que están ubicados en la zona industrial de Matanzas, a unos 100 kilómetros de La Habana. Como resultado, una gran bola de fuego se levantó y alertó a los pocos trabajadores que se encontraban en las instalaciones, a quienes no se les ocurrió otra cosa que rociar con agua para tratar de apagar las llamas y enfriar los tanques aledaños.

Ya hay 1 muerto y más de 120 heridos que lamentar. En las redes sociales corren videos de lo sucedido. Muchos opositores cubanos dentro y fuera de la isla cuestionan que haya sido un rayo y por eso estudian lo que la gente, los trabajadores y vecinos, subieron a Internet. Se dice que lo recopilado en las cámaras de seguridad de la zona fue recogido por el gobierno, así que será imposible saber lo que en realidad originó el incendio.

Desde el principio, al ver el video en el que aparece un grupo de hombres con mangueras normales echándole agua a las llamas, los expertos comenzaron a alzar la voz. Es obvio que estas personas no tienen entrenamiento para este tipo de eventos que  pueden registrarse en un almacén de petróleo. El agua, a elevadas temperaturas, lo que hace literalmente es alimentar el fuego; se trata de llamas que alcanzan más de 1.700 grados centígrados que en esta ocasión no han podido ser controladas. Como consecuencia, ya hablan de que alcanzaron un tercer tanque. Consecuencias de una falta de preparación.

Las magnitudes de este accidente son horribles. Desde el domingo se reportaban 17 bomberos “desaparecidos”, los primeros que atendieron el siniestro, pero ahora el gobierno de Díaz-Canel solo habla de un muerto. Ojalá, de verdad, todos los demás sigan con vida. Así será la situación de espantosa que el mandatario comunista pidió auxilio a Estados Unidos.

Y, claro, Nicolás Maduro, que se cree la contraparte de Washington, mandó un equipo de 35 bomberos especializados, porque aquí la industria petrolera siempre tuvo como previsión formar a su capital humano para cualquier eventualidad. Además, envió 20 toneladas de material para sofocar este tipo de incendios. La información la dio el propio ministro del Petróleo, Tareck el Aissami, en su cuenta de Twitter (así gobierna el chavismo). Vale destacar que en las redes circula un video en el que se observa a El Aissami compartiendo con el grupo que iba a partir a Matanzas un mensaje de voz de Maduro; unas palabras que el funcionario ministerial termina con el grito de “¡Viva Cuba!”, una manifestación que definitivamente sobrepasa los límites de la solidaridad y demuestra la entrega total a un régimen extranjero.

Un país que tiene refinerías no puede estar desabastecido para atender una emergencia de esta naturaleza. De acuerdo con las informaciones, en Cuba no cuentan con la espuma especial para apagar incendios de hidrocarburos en unas instalaciones que los almacenan en grandes cantidades; tampoco el personal entrenado ni los equipos adecuados, ni siquiera la ropa e implementos para responder ante este tipo de siniestros.

Por eso, los afectados por este accidente son absolutamente responsabilidad de Díaz-Canel y su tren ejecutivo. Una tragedia más para el pobre pueblo cubano, que ya acumula 60 años de dolor.


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