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Durante el siglo XXI terrícola el imperio gaénico, situado en la encrucijada del cosmos llamada el lazo de Mircea, pudo capturar el pequeño planeta azul sin disparar un solo tiro. Para ello analizaron la composición del aire terrícola y le introdujeron sigilosamente componentes que -al ser respirados por los habitantes del pequeño planeta- fueron cambiando de manera insidiosa su sentido natural de supervivencia por un irresistible deseo de autodestrucción.

Esta silenciosa y mortífera estrategia prosperó de manera totalmente inadvertida entre los terrícolas. Para ellos el aire que respiraban era el mismo, nada había cambiado. Quizás advertían algún olor dulzón en la atmósfera, fácilmente atribuible al cambio climático que ellos generaban con entusiasmo como producto de ese deseo incremental de muerte.

Algunos de los cambios más notables que se llevaron a cabo en las sociedades del pequeño planeta como resultado de la estrategia gaénica estuvieron relacionados con la selección de patanes e ignorantes para las máximas posiciones de liderazgo. Gente en quienes nunca habrían pensado si estuviesen inhalando aire normal comenzaron a ser preferidos como guías y, en poco tiempo, tales sujetos y sujetas introdujeron maneras de vivir y de hablar que condujeron a la declinación material y espiritual de esas sociedades. Así aparecieron los hermanos Castro en Cuba, la manada de Chávez en Venezuela, Lula y Bolsonaro en Brasil, los Kirchner en Argentina, Daniel Ortega y la señora Murillo en Nicaragua, un obispo gozón en Paraguay, la pareja Zelaya en Honduras, Andrés López en México, Pedro Castillo en Perú, el binomio Petro y Hernández en Colombia (un efecto realmente sádico de la adulteración del aire) y otros desastres similares. Sin embargo, estos Estados eran relativamente pequeños y no garantizaban el cambio radical que los invasores gaénicos consideraban necesarios por lo cual lograron, con la ayuda de una mezcla poderosísima del aire adulterado y del vodka, llevar al poder en Rusia a Vladimir Putin.

El mayor éxito de la macabra estrategia gaénica fue hacer posible que el país más poderoso del pequeño planeta azul, el faro universal que iluminaba el camino hacia la democracia, la libertad y la coexistencia armoniosa de diferentes etnias y creencias, se fuera tornando hostil a lo que habían sido sus exitosas maneras y costumbres para irse convirtiendo en una sociedad fragmentada en grupos animados por el odio y la violencia y por su ciega creencia en mitos tribales que  pretendían imponer a los demás a punta de AK-15, comprados en la sección de juguetes de Walmart.

El aire envenenado que respiraba llevó a esta gran sociedad a colocar en el máximo sitial del poder político a líderes quienes –en tiempos normales– no hubiesen podido alcanzar las más modestas posiciones pero –que ahora– llegaban al poder para imponer actitudes y tomar decisiones que fueron llevando a la gran nación al desastre: Patanes que se jactaban de agarrar a las mujeres por las partes pudendas protegidos por su notoriedad o débiles ancianos vacilantes, líderes claramente rebasados por la gravedad de las crisis que se multiplicaban en la gran nación, con hijos codiciosos y corruptos que aspiraban a sucederlos, en lo que llegó a ser una democracia mutada en monarquía constitucional.

Todo lo que necesitaron los gaénicos fue observar en sus pantallas intergalácticas los acontecimientos que se desarrollaban en el planeta azul, en ocasiones riéndose a carcajadas a través de sus prosbocis colocadas en el estómago (los gaénicos son feos con ganas) y esperar minutos de su tiempo, unos 50 años terrícolas, para que todo el andamiaje que miles de años de evolución, del homínido al Homo pekinensis al Homo neanderthalis y, finalmente, al Homo sapiens, todo ese andamiaje –repito– se viniera estrepitosamente abajo.

Hoy la Tierra es una colonia gaénica más, muy visitada por los turistas que vienen de Durdane, de Troy, de Argo Navis 360 y de otros planetas del lazo de Mircea (ver las obras del gran historiador intergaláctico Jack Vance).

Estos turistas se deleitan asistiendo a una especie de zoológico en el cual pueden ver recreaciones virtuales de los patanes e ignorantes que entregaron la Tierra a sus invasores, sin que se disparara un solo tiro. Allí pueden observar y reírse de las muecas que hacen en sus celdas individuales los diversos especímenes de Bolsonaris amazonicus, Chavensis orinoquis, Orterguis pedofílicus,  Dutertis sanguinaris, Orbanansis sinverguenzis o Putinik bipolaris.

Y… colocados en lugar prominente, en celdas adyacentes, las dos mayores atracciones: Patanensis trumpicoide y Bidentis vacilatorum.


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