El arma más eficaz que se puede usar contra un pueblo es el hambre. Además de un armamento, es una herramienta de sumisión, de manipulación, de terror. Y se ha aplicado en varios países a lo largo de la historia, pero el ejemplo más reciente, el más cercano, es el de Cuba. Es una táctica que además la dictadura de la isla ha sabido exportar a Venezuela con el mayor de los éxitos.

David Smolansky, en una entrevista para el diario colombiano El Tiempo, aseguró que entre los migrantes que han huido del país y los que sufren hambruna dentro de Venezuela suman más de 15 millones de personas. Los más de 5 millones que han huido lo hicieron para salvar a sus seres queridos y a ellos mismos precisamente de pasar hambre, una aberración que no tiene comparación en el continente.

Pero el que se quedó tiene que enfrentarse a una canasta alimentaria que ya ronda los 1.000 millones de bolívares, lo que es igual a 236,57 dólares que no los gana la mayoría. Son 136,2 salarios mínimos de los que ordena el gobierno chavista cancelar a los trabajadores mensualmente. Con semejante panorama ¿a quién no le provoca salir corriendo?

Si las cosas siguen así, para el próximo año la cantidad de venezolanos regados por el mundo pudiera ascender a 7 millones y entonces pasaríamos al primer lugar, porque ahora solo nos supera Siria. Hay que recordar que en ese país hay una guerra civil terrible de la que los angustiados ciudadanos tratan de escapar.

Pero la guerra que comenzó el chavismo hace más de 20 años ha sido bastante más eficaz. No solo hay balas, que las hay en el crecimiento de la delincuencia y la impunidad, sino que además se adereza con persecución y tortura. No hace falta ahondar en esos temas porque ya suficientemente documentados los tiene la ONU y la OEA.

Era de esperarse que si se acababa con el aparato productivo de un país, se terminaba el empleo formal. Y si además se estimula la mediocridad con un sueldo igual para todos, se matan las aspiraciones de la gente. Esto ha llevado años, así que esos más de 15 millones que sufren aquí o afuera son producto de una serie de políticas cuyo objetivo final es y ha sido oprimir. Resultó exitosa en Cuba y en Venezuela se confirma.

Más de 15 millones de venezolanos son aproximadamente la mitad de la población total del país. Pero eso no quiere decir que la otra mitad está feliz. Aquí ya no existe la clase media profesional, los comerciantes que manejan dólares son una minoría, los que viven con lo que producen en su trabajo son otra minoría; nadie está a salvo a menos que tenga un gran enchufe.

Razón tiene el presidente de Colombia, Iván Duque. La única solución es un cambio de gobierno a través de unas elecciones realmente democráticas. Le agradecemos al país hermano su solidaridad, porque ha sido uno de los más afectados con la migración desesperada.


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