La Shoá es expresión de hasta dónde puede llegar el odio cuando el ser humano se deja abatir por la pasión. Es un acto indudablemente pasional en donde hay un odio visceral y una falta de respeto hacia la otra persona, se niega la otredad y la humanidad al otro porque es judío, gitano, homosexual, disidente político. Se le odia por ser quien es. (…) La Shoá fue y es una fuente inagotable de dolor que nos lanza a la cara, constantemente, la vergüenza que significa pertenecer a una desoladora humanidad (Carlos de Armas, en: Albany Díaz, “Holocausto Nazi: 7 datos que hace que conocer sobre ‘La Shoá”, El Ucabista, 24-01-2022).

El pasado 2 de diciembre falleció el profesor de historia: Carlos de Armas (1958-2023), titular de la “Cátedra Fundacional Institucional de Judaísmo Contemporáneo y Estudio de la Shoá Zygmunt y Anna Rotter” de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) por más de 20 años. Lo conocí al llegar a la UCAB en el 2003 y desde ese entonces la Shoá y en general todo lo relativo al judaísmo fue uno de nuestros temas de conversación. Lo tuve como profesor por un semestre en dicha cátedra, la cual me permitió conocer a la sobreviviente de Auschwitz: la señora Trudy Spira, que posteriormente fue una permanente invitada en mis clases de Historia Contemporánea. El profesor De Armas fue la persona que más conocía de ambos temas en la universidad, y siempre compartía sus conocimientos de forma generosa. Agradecemos a Dios por su vida, vocación docente y dedicación a mantener viva la memoria de la terrible tragedia.

El 13 de diciembre de 1943 era capturado el ítalo-judío Primo Levi por las milicias fascistas que cooperaban con el ocupante alemán. Dichas milicias terminaron por entregarlo a la Gestapo, que lo trasladarían a uno de los tantos campos de trabajo del complejo Auschwitz-Birkenau. De los 650 italianos que llegaron con él al campo de exterminio solo sobrevivieron 20. Levi se dedicó a dar testimonio y comprender el horror que padeció, generando entre sus obras una de las que más me han impactado al respecto: Si esto es un hombre. Lo vivido por Levi es un ejemplo de las características dominantes del genocidio nazi para 1943, que hemos venido desarrollando en nuestros artículos sobre el 80 aniversario de la Segunda Guerra Mundial.

Entre 1939 y 1941 el protagonismo en el exterminio estuvo en manos de civiles, los llamados Einsatzgruppen, que asesinaron a más de 2 millones de personas en la Unión Soviética y Polonia. Este año en el canal Netflix se ha estrenado un magnífico documental: Ordinary Men: The «Forgotten Holocaust” (Manfred Oldenburg, 2022), el cual comprueba con testimonios e informes de dichos grupos que no estaban obligados a asesinar, es decir, no recibirían ningún castigo grave tal cómo muchos de los verdugos afirmaron para excusar sus atrocidades. Para luego desde finales de 1941 hasta 1942, se construyen  los seis campos de exterminio donde se gasearon principalmente a los habitantes de los guetos. Se suman casi otros dos millones de almas a las estadísticas del horror nazi. De esa forma se decide cerrar definitivamente el gueto de Varsovia y ocurre la rebelión del mismo el 19 de abril de 1943, que nosotros en su 80 aniversario le dedicamos un artículo. Pero nos faltaba un análisis de los más importantes hechos de ese año en lo que respecta al Holocausto, que ahora trataremos de realizar. La historiografía sobre la Segunda Guerra Mundial considera que para el año de 1943 el Eje tenía la clara conciencia que la derrota era cuestión de tiempo, y a pesar de ello no abandonó el asesinato en masa de pueblos enteros. Se había convertido en un hábito, pero el cambio en el Frente hizo incrementar el número de los deportados que eran usados como mano de obra. Al hablar en agosto de este año sobre los cohetes nazis (V2) resaltamos la esclavitud de muchos presos en los túneles DORA.

En los campos también se dio una mayor experimentación médica con los cautivos, siendo el ejemplo mejor recordado el del doctor Josef Mengele que llegó a Auschwitz en la primavera de 1943. Otros fueron: Carl Clauberg, Horst Schumann y Wilhelm Brasse. Los campos de exterminio de Treblinka, Sobibor y Belzec al no poseer industrias relacionados a ellos y al lograr los principales objetivos de la “Operación Reinhard” comenzaron a ser cerrados y desmantelados. El primero fue Belzec el 8 de mayo e hicieron desaparecer cualquier prueba de su existencia (solo por testigos, después de la guerra pudo ser reconocido el prado en que se había convertido). En los otros dos se dieron rebeliones cuando se supo que los mismos iban a ser desmontados y por tanto todos los presos serían asesinados. Los Sonderkommando (los presos que se encargaban de incinerar a los gaseados entre otras acciones que le daban ciertos “privilegios”) en especial liderizaron las mismas al poder conseguir armas que entraban clandestinamente o las compraban a los guardias. En Treblinka se dio un levantamiento el 2 de agosto, el cual generó la huida de 200 presos de los cuales la mitad fue capturada y asesinada, pero los que sobrevivieron fueron los que dieron testimonio del campo. En Sobibor se dio el mayor plan de fuga que sería precedido por un levantamiento el 14 de octubre. 320 escaparon al bosque y solo fueron recapturados 170. Estos hechos son relatados en las películas: Escape from Sobibor (Jack Gold, 1987) y Sobibor (Konstantin Khabensky, 2018). En el 2020 los descendientes de uno de los jefes SS de dicho campo que murió asesinado en el levantamiento: el SS-Untersturmführer Johann Niemann, hicieron público sus álbumes de fotos de Sobibor.

De las deportaciones realizadas en 1943 las más importantes son las relativas a Italia, tal como dijimos, y las de toda la zona de Grecia que estaba en manos de Italia como aliado del Tercer Reich. Al pasar todas estas regiones a manos alemanas comenzó el envío a los campos, aunque en agosto fue el caso de los judíos de Salónica. También está el inicio del genocidio de los gitanos que estaban en todas las zonas ocupadas. Es importante resaltar la gran polémica que se ha dado en torno a la persecución de los judíos una vez que Roma es tomada por el antiguo aliado del Eje, y el “silencio” del Papa Pío XII. En parte hemos explicado el mismo en anteriores entregas, basadas en el hecho que de denunciarla habría sido más difícil todo el esfuerzo que hizo la iglesia católica para ocultarlos en conventos, iglesias, etc. Sobre este último caso a favor de la tesis que defiende al Papa, nunca olvidaré el filme Escarlata y Negro (Jerry London, 1983) con los inolvidables Gregory Peck y Christopher Plummer; y en la posición contraria: Amen (Costa-Gavras, 2002), aunque esta última película se centra en la vida de un SS (Kurt Gerstein) que busca sabotear y denunciar el exterminio. La semana que viene y las siguientes nos dedicaremos a cómo se vivió la Navidad del 43 durante la guerra.

 

 

 


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