She-Hulk: abogada Hulka llega en un momento complicado para las series de Marvel en Disney+. Luego del relativo fracaso de crítica y público de Ms Marvel, la historia de la icónica Jennifer Walters lleva a cuestas la presión de ser un éxito. Uno que, además, reivindique el concepto de las historias independientes de “La casa de las Ideas”. ¿Podrá superarlo?

She-Hulk: abogada Hulka tiene todos los ingredientes para ser un éxito. O al menos, convertirse en un fenómeno curioso en el Universo cinematográfico de Marvel. Después de todo, se trata de la historia de un popular personaje del cómic. Irreverente, gracioso, subversivo. Y como si eso no fuera suficiente, con un necesario comentario social al que el estudio está brindando especial interés. De modo que la producción, recombina los habituales elementos del género de superhéroes en algo nuevo y fresco. O al menos, eso parece ser el punto más fuerte de su premisa.

Pero más allá de la novedad, She-Hulk: abogada Hulka tiene la presión añadida de ser un nuevo éxito en streaming para Marvel. Uno, que no solo reivindique la fórmula de las series del estudio en Disney+, sino que además, justifique su existencia. Lo que empezó como un prometedor filón acerca del desarrollo de historias paralelas, complementarias o la presentación de nuevos personajes, comienza a fallar.

Desde las críticas mixtas, la directa indiferencia de la audiencia y al final, la pregunta si son necesarias. Las nuevas historias de “La casa de las Ideas” atraviesan terreno delicado. Uno resbaladizo que parece acentuar la sensación que la franquicia atravesó su mejor momento y que no encuentra una forma de revitalizar su objetivo.

Y la historia de Jennifer Walters llega justo en medio de lo que parece una etapa de renovación sin resultados del todo claros para la saga. Con el cronograma de proyectos cinematográficos futuros desplegado a un lustro de distancia, las series cumplen un lugar fundamental. Ya sea como apoyo, contexto o incluso, el espacio ideal para explorar con mayor propiedad situaciones complejas. Las series de Marvel tienen el propósito de apuntalar un argumento mayor. ¿Pueden hacerlo? En este momento, la pregunta tiene varias respuestas preocupantes.

Las series de Disney+, un concepto que perdió su valor y peso

Pero poco a poco, queda claro que el concepto de las series de Marvel, como producciones satélites de algo mayor, comienza a fallar. La novedad perdió su lustre y potencia. Además, lo que resulta más preocupante: su condición como producciones necesarias. De hecho, buena parte de la irregularidad y poco éxito a nivel global de la criticada fase cuatro, proviene de la superabundancia de contenido.

¿Hasta qué punto puede expandirse el Universo cinematográfico de Marvel sin saturar a los fanáticos y al mercado con su proyectos? La cuestión se puso a prueba durante los últimos dos años. Con cuatro películas en doce meses y todo tipo de material añadido en series, la noción de las historias de la franquicia como novedad, perdió brillo. Peor aún, se volvió una acumulación desordenada de producciones sin demasiada calidad.

Pero la erosión del interés y en específico, la calidad de las producciones fue más notoria en las series que en cualquier otro lugar. De un comienzo prometedor con WandaVision, el reciente estreno de Ms Marvel resultó una decepción por varios motivos. En especial, cuando el show fue incapaz de lidiar con todas las expectativas a su alrededor.

Se esperaba que la miniserie, además de la historia de origen de la superheroína, fuera el abreboca para el film Las Marvel de Nia Da Costa. Así que era imprescindible un éxito notorio que pudiera apuntalar el interés alrededor de Kamala Khan, de cara al proyecto cinematográfico.

Pero no solo no ocurrió, sino que el programa se convirtió en un fracaso discreto que, en el mejor de los casos, despertó una tibia curiosidad. Los primeros tres episodios, que mostraron una premisa ágil y en apariencia renovadora, dieron paso a un recorrido con acento en lo étnico.

Y aunque resultó una experiencia de enorme valor para la integración y la inclusión, el argumento fue incapaz de sobrellevar dos líneas narrativas en paralelo. Al final, Ms Marvel se convirtió en una campanada de alarma para “La casa de las Ideas”. ¿Hay la posibilidad real de un fracaso de audiencia para la franquicia?

Una mujer verde con el mundo sobre sus hombros

La Jennifer Walters encarnada por Tatiana Maslay es subversiva de origen. La abogada convertida en una versión mejorada de Hulk, es la oportunidad de Marvel para incursionar en la comedia. Y además, convertir a la serie en un proyecto entrañable y divertido. Pero ¿lleva alguna parte? ¿Tiene un objetivo más allá de ser la carta de presentación de nuevas apariciones y cameos? Por ahora, la promoción del programa está enfocada en su burlona mirada sobre el mundo de superhéroes.

La cualidad en apariencia intrascendente de la premisa, se añade a una serie de preocupaciones alrededor de la franquicia superheróica de Marvel. Una de las grandes quejas de los fanáticos y prensa especializada acerca de la fase cuatro, fue su irregular desempeño. Con producciones desconectadas entre sí y enfocadas en presentar personajes nuevos, el hilo conductor parecía difuso.

Tanto, como para que el añadido de las series tuviera un cierto aire superfluo. A medida que los personajes e historias se multiplicaban, se hizo más obvio que no había un propósito inmediato. O al menos, no uno que enfocara los esfuerzos de las narraciones hacia un lugar específico.

Una fase sin brújula y al final, los pequeños desastres

She- Hulk: abogada Hulka se promociona como la producción ideal para vacaciones. Con capítulos cortos y enfocados en la comedia, el programa no tiene grandes ambiciones. Y quizás, en otro momento de la historia de Marvel, el experimento habría sido bien recibido. Pero en esta ocasión, el concepto parece haber llegado en el momento equivocado.

Desde el irregular estreno de Black Widow, la decepción que englobó Eternals hasta el desconcierto que despertó Thor: Love and Thunder. La fase cuatro mostró las consecuencias de una aparente falta de dirección en la franquicia. O en el mejor de los casos, que a pesar de la insistencia de Marvel en lo contrario, series y películas no se complementaban entre sí.

Eso, a pesar de que al principio, había una evidente conexión. WandaVision mostró el origen de la Bruja Escarlata, villana de la secuela de Doctor Strange. Falcon y el Soldado de Invierno, la forma en que Sam Wilson tomó el manto del Capitán América. También, la identidad de uno de los Thunderbolts. De hecho, la serie Loki fue la encargada de presentar al villano de la fase cuatro, cinco y seis.

Pero, a partir de Hawkeye, ambos estratos de Marvel comenzaron una lenta separación. O en el mejor de los casos, a tener poca relación con lo que ocurría en la pantalla grande. Lo que terminó por provocar la percepción que las series eran un vehículo de promoción más que uno narrativo.

She-Hulk: abogada Hulka y el apresurado contenido Marvel

Y eso conduce, a la considerable responsabilidad que She-Hulk: abogada Hulka lleva a cuestas. Se trata de otro personaje nuevo, en cuyo escenario se perfilarán varios hilos narrativos novedosos. Eso incluye, la esperada llegada oficial del Daredevil de Charlie Cox. Además, el personaje es, en sí mismo, un hito dentro de las series de Marvel. Llega con un universo propio, que no se completará de momento en la pantalla grande. Y por añadido, con una polémica incómoda.

Los primeros avances de She-Hulk: abogada Hulka sorprendieron por la poca calidad del producto en pantalla. Los efectos digitales del programa, tenían un aspecto incompleto y de pobre factura. Y aunque eventualmente, un nuevo tráiler mostró la notoria mejoría, una pregunta quedó sin responder. ¿Marvel está producción, mucho más contenido del necesario y carente de la calidad imprescindible?

La respuesta está a punto de llegar con el estreno de la serie. Y también, la prueba fehaciente, si Marvel necesita — puede — continuar presentando contenido como hasta ahora. ¿Podría ser She-Hulk: abogada Hulka el primer gran fracaso de la franquicia? De serlo, sería un punto de inflexión para una fase considerada fallida y en el menor de los casos, insatisfactoria. Pero también, un riesgo para el concepto global de la saga. El punto más peligroso que debe atravesar.

 


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