Dedico el presente artículo, gracias a la oportunidad que me brinda El Nacional, a nuestro mismísimo “Arquitecto del Universo”. Nunca habremos desperdiciado su maravilloso obsequio de nuestras vidas, ni nunca estaremos solos, si hemos conseguido reconocer su presencia en el amor al prójimo como a nosotros mismos.

Interpreto, distinto a como he observado en algunas aseveraciones, que no todo cuanto acontece en nuestras vidas está escrito y predeterminado por Dios. Pienso más bien que el concepto del libre albedrío es lo que da dimensión de su amor infinito como “Creador Supremo”, a su “imagen y semejanza.

El amor hacia la vida misma, y hacia todo lo bueno existente, lo vemos reflejado en la posibilidad que él nos ha otorgado, con su perfecta creación de los tres reinos: mineral, vegetal y animal, para nuestro accionar hacia una constante evolución. Ella nos brinda las posibilidades a nosotros mismos para que, a través de su insondable amor, seamos creadores de “un mundo mejor cada día”. A su “imagen y semejanza» seamos más humanos, más bondadosos, más sanos espiritualmente; sin poner límites a nuestra superación.

Con las tradiciones de nuestros pueblos, se anuncian por estos días los procesos que van dibujando surcos de cuaresma, para la siembra que habrá de germinar. Cada nación, como suma de sus individuos, tendrá su libre albedrío como oportunidad de decidir que hay que dejar la esclavitud ¡a como dé lugar! Es una decisión inapelable por régimen tiránico que se crea poderoso frente a un pueblo decidido a ser libre.  Y cuando de decisión de ser vivir libres se trata, o de vivir bajo el yugo por largo tiempo y un espacio, recordemos que eso no lo decide el “Señor de la Creación”.

No esperemos más un golpe bajo en la vida para darnos cuenta de cuanto hay que amar la vida misma. Que es lo mismo que amar la libertad. Uno de los más grandes seres de la historia de la humanidad, con los valores humanos de dignidad, de derecho al respeto por todos, y de los derechos civiles de todos por igual, el Dr. Martin Luther King, nos recordó en su hora y en sus palabras algo como que: “Un hombre que no había logrado descubrir una razón por la cual estaría dispuesto aún hasta morir, es que no había encontrado el verdadero valor de su vida.

No hay sino que agradecer y luchar por la vida, por el libre albedrío, por nuestras familias que mueren de enfermedades prevenibles y curables mientras los malignos se apoderan del libre albedrío que se nos obsequio con la vida misma nuestro Señor Jesus, Dios de Israel.

No importa cómo a él se le mencione, o se le llame. Importa si cómo se utilice su nombre en la posibilidad de luchar, de vivir con amor y enfrentar con coraje, aún hasta la hora de nuestra partida al mal. En la tranquilidad de que las pruebas y golpes que nos llevemos, día a día, jamás serán un golpe bajo de él, quien por seguro nos ama, los golpes son solo eso, un camino de grandes y pequeños tropiezos. Son  pruebas de un combate incesante entre fuerzas malignas, lo que se ha demostrado hasta el cansancio, nos presentan para apreciar el vivir,  el amar y el aprender a ganar con el testimonio de nuestras propias luchas diarias que somos dignos de ese libre albedrío que es la propia vida y libertad de acción que merecemos.

[email protected] / @gonzalezdelcas


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