Todo comenzó con una serie que se llamó entre nosotros El justiciero en 1985. La producía la CBS y su título en inglés era más sugerente: The equalizer, el ecualizador. Postulaba un operativo de los servicios secretos que, en la Manhattan de los ochenta, apoyaba al hombre común. Vale la pena anotar dos cosas. La primera es que estamos en plena era Reagan, aún está muy despierto el imperio del mal y sus narrativas conexas. La segunda es que Nueva York en general era, en los ochenta, una jungla despiadada en la cual la delincuencia campeaba a sus anchas. La reacción no era menos salvaje, el 22 de diciembre de 1984 un tal Bernhard Goetz mató a cuatro adolescentes de color en el metro. Le habían preguntado cómo estaba y le pidieron dinero, lo cual precipitó la acción violenta y preventiva. Goetz estaba solo en el momento de los hechos, pero todo un imaginario lo acompañaba. En 1974, Michael Winner había dirigido a Charles Bronson en Death Wish, El vengador anónimo según su título en español. Era un pacífico arquitecto cuya esposa e hija son violadas ambas y asesinada una y, ante la inercia judicial, decide tomar la justicia en sus manos. Tendría tal éxito que la seguirían cuatro secuelas que respetarían la premisa, olvidando que el pobre Bronson tenía tan mala suerte que su familia era exterminada en la segunda entrega, lo cual no menguaba su furia justiciera.

La serie matizaba este imaginario colectivo. Mc Call era un ser enigmático, con un pasado de operaciones encubiertas de las cuales el espectador sabía poco. No siempre cobraba por sus servicios, contratados a través de un aviso clasificado (¿tienes un problema? Contacta al ecualizador). La clave estaba en la palabra “ecualizar”, es decir, darle un empujoncito a la balanza de la ley para que el hombrecito común pueda vérselas en igualdad de condiciones con los villanos del caso. En 2014 McCall cambió de escenario y de ropaje. Denzel Washington, cara de bueno si las hay, pasó a encarnarlo porque, ¡caramba!, habían pasado casi treinta años. El enigma era el mismo, McCall era culto, leía a los clásicos y sus buenos modales y su tono pausado y metódico cubrían un pasado acaso probablemente violento y turbio, a juzgar por la violencia que hacía estallar si lo provocaban… o si veía una injusticia por ecualizar. En la primera eran los mafiosos rusos que se metían con una prostituta joven con aspiraciones artísticas. En la segunda, el pasado se hacía más aparente cuando una de sus excolaboradoras es asesinada en Bélgica y una trama de traiciones se desencadena.

Llega ahora esta tercera entrega (por cierto, en el camino hubo un reboot de la serie con Queen Latifah en el papel de McCall). Ya había habido un salto cuántico al hacer del protagonista un afroamericano. El otro salto geográfico era exilarlo de la salvaje Nueva York (ahora más civilizada) para ubicarlo en la muy culta Boston. Esta entrega profundiza un elemento que ya aparecía en la anterior. El ecualizador había dejado atrás Estados Unidos y su lucha era global. En la primera para echar a los mafiosos rusos de su ciudad, en la segunda para esclarecer un crimen en Europa, y en esta, para trasladarse a Italia y vérselas cara a cara con la mafia italiana.

No hay que quitarle méritos a la trilogía, dirigida por un hombre con oficio llamado Antoine Fuqua. Ocurre en esta que el trasplante del justiciero McCall a un territorio que desconoce suena impostado. No debería porque el ecualizador es global. Tiene la formación de un ex operativo de alguna agencia (no sabemos cuál), pero se mantiene por encima de los servicios secretos, porque su acción es voluntaria, individual, al margen, no solo de la ley, sino de las agencias encargadas de aplicarla y a las cuales ayuda. Pero por supuesto, todo cansa y aquí la edad del protagonista -que no se cansa de exponer- apoya la corrección política. McCall ya no es el intolerante “vigilante” de los ochenta que seguía los pasos de Charles Bronson. Afroamericano, de la tercera edad y altamente tolerante, es un Robin Hood del cual la administración Biden probablemente se sentiría orgullosa. Un policial bueno, a la sombra de las dos anteriores entregas.

El justiciero 3 (The Equalizer 3). Estados Unidos 2023. Director Antoine Fuqua. Con Denzel Washington, Dakota Fanning, Remo Girone.

 


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