Por Luis E. Torres N. (*)

I Contexto político

Si la oposición democrática venezolana lograra salir favorecida en las futuras elecciones presidenciales del próximo 28 de julio, existe la posibilidad de abrir un proceso de transición para la era post-chavista, y con ello la reconstrucción política del país. Esta reconstrucción política, significa la transformación de las estructuras del Estado, sus instituciones y la aplicación de un nuevo marco ideológico que conduzca las acciones de las políticas públicas.

Es claro plantear que la educación universitaria en Venezuela y sus centros de investigación -otrora instituciones baluartes del conocimiento y la libertad de expresión, han sido víctimas del centralismo gubernamental y la asfixia presupuestaria- también se enfrentan a un momento crucial. Sin un cambio de gobierno, no existe ninguna posibilidad objetiva de recuperar los años de destrucción en las universidades venezolanas, recuperar los índices de deserción estudiantil, dinamizar la actividad científica y tecnológica en el país y sobre todo, será imposible salvar ese último reducto académico que resiste a los más crueles embates económicos que se les ha impuesto a sus salarios: los profesores.

En este contexto, resulta imperativo reflexionar sobre el futuro y los desafíos de la educación universitaria, en el momento que recuperemos el control democrático del país. Para ello, nada más práctico que plantearse algunas interrogantes: ¿Cómo podemos reconstruir un sistema educativo que responda ante las necesidades del nuevo país y de sus ciudadanos? ¿Cómo podemos garantizar el financiamiento sostenible que promueva la calidad de la enseñanza, la autonomía universitaria y la libertad de investigación? ¿Cómo podemos formar profesionales competentes, críticos y comprometidos con el desarrollo social y económico que requerirá Venezuela?

II Desafíos de políticas públicas para la educación universitaria ante el presente y el futuro

Sobre la realidad señalada, y la destrucción de la educación y la carrera docente en Venezuela, urge reconstruir el presente y el futuro de la más importante de las políticas públicas en tres desafíos:

El primer desafío está en superar el aspecto ideológico que se ha implementado en todos los sistemas políticos, sociales y económicos. Así que, reconstruir el sistema educativo para que responda a las necesidades de un nuevo país y sus ciudadanos, significa para la educación superior superar el peso cultural del adoctrinamiento carente de sentido teórico y criticó que ha permeado las universidades con el propósito de controlar la sociedad civil. Para nadie es un secreto, que el actual gobierno ha utilizado el sistema educativo como una herramienta para promover su proyecto político, lo que ha generado un ambiente de polarización y confrontación en las universidades. Pensar diferente -que es el núcleo de toda institución universitaria- se convirtió en un delito de subversión, que rápidamente vulneró la libertad de cátedra y la autonomía universitaria, conduciendo a muchos profesores e investigadores a ser víctimas de la autocensura,  censura, persecución y encarcelamiento injustificado. Esta trágica situación de control implacable sobre las libertades, es el primer eslabón que debe superarse para romper con ese impacto negativo que incluso, se ha transferido como un obstáculo que imposibilita la calidad de la enseñanza.

El segundo desafío fundamental para el desarrollo del país y al mismo tiempo de nuestras universidades, es la diversificación de la estructura financiera. Ha quedado en evidencia el grave daño que produce la dependencia exclusiva de los recursos del Estado, cuando un gobierno se sale de control político o en su defecto, los recursos públicos son insuficientes para la satisfacción de la carga pública. La dependencia económica ha propiciado históricamente la pretensión del control hegemónico sobre las decisiones y las actuaciones de las universidades por parte del gobierno de turno. Incluso, este gobierno ha utilizado la asfixia presupuestaria como un mecanismo de control y subordinación desde sus primeros años, con el propósito de promover la fuga de talentos entre los profesores e investigadores, debilitar la capacidad académica de las universidades y de esta forma facilitar la instauración del proyecto ideológico como se mencionó anteriormente.

El tercer desafío está en actualizar y mejorar la calidad científica y tecnológica que requiere la formación de los nuevos profesionales, la cual demandará la reconstrucción del país. Es decir, será el resultado final de muchos procesos académicos previos y para ello es necesario cumplir con al menos los dos primeros desafíos para instaurar la autonomía, la libertad de cátedra y realizar una inversión diversificada y significativa en el sistema educativo. Las principales políticas públicas requeridas sin lugar a dudas deben iniciar con el desarrollo de la profesión académica, el mejoramiento de los salarios de los profesores universitarios para hacer de esta profesión la más atractiva de las profesiones en el país y captar talentos rápidamente; seguidamente, destinar una cuantiosa inversión para la infraestructura y desarrollo tecnológico y la promoción de la investigación; así como el establecimiento de un sólido plan de becas y ayudas financieras dirigidas a los estudiantes que con talentos y sin recursos económicos, demuestren que van a realizar sus estudios académicos con éxito. En el caso del financiamiento, las políticas públicas deberían ser diversas en la promoción del fomento de la filantropía con excepciones fiscales; la venta de servicios técnicos y la comercialización de las patentes y la propiedad intelectual.

III Conclusión

Finalmente, una universidad que goce de los recursos suficientes para darse su propio funcionamiento, que no es otra cosa que el gobierno universitario haciendo uso de su autonomía y la libertad para definir sus propios planes de estudio, seleccionar a sus profesores, y desarrollarlos académicamente, elegir a sus autoridades, y realizar investigaciones sin interferencias externas. Son estas las universidades que podrán cumplir con su misión de generar conocimiento, formar profesionales competentes y contribuir al desarrollo social, y tratar de entrar en un contexto internacional, donde nuestros pares, ya superadas estas situaciones, están enfocadas en cómo estar en la vanguardia del conocimiento y la era de la inteligencia artificial, con ello la redefinición de las tareas que deben realizar las máquinas, y así enfocarse en redefinir los talentos y capacidades que debemos desarrollar los seres humanos. En Venezuela, hacer lo contrario ha sido una verdadera tragedia sin precedentes. Aun si las condiciones lo permiten, estamos a tiempo de revertir la tragedia educativa y universitaria de los últimos años.


(*) Dr. en Educación y Políticas Públicas


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