Ver a miles de cubanos en las calles peleando por su libertad, es una imagen –como dice la cuña– que “no tiene precio”. Ver a miles de colombianos que ya están movilizados impidiendo que Petro haga y deshaga a su libre albedrío, es otro ejemplo de que no todo está perdido.

Ver cómo Javier Milei –en la Argentina– encabeza una enorme reacción ciudadana por la libertad es otra evidencia de que sí hay esperanzas para América Latina y para el mundo entero.

Comprobar la formidable votación de Jair Bolsonaro en la polarizada Brasil que se resiste a caer en manos del llamado Foro de Sao Paulo, fuente de financiamiento ilegítimo y de manipulación social, de la izquierda en todo el continente y más allá, permite prever el fin del socialismo.

Día a día observamos cómo, en todos los rincones del planeta, la ciudadanía se levanta para decirle “No” al autoritarismo; para repudiar a los regímenes despóticos y batallar por su liberación.

Ver a las mujeres luchando en la República de Irán contra el extremismo islámico y ver a los cubanos repudiando al régimen de los Castro; da un fresquito en el alma y una sensación de regocijo que es indescriptible. Pues todo esto evidencia de que sí tenemos futuro.

La izquierda quedó al desnudo como el status quo; la izquierda se quitó el disfraz de avivadora de esperanzas para mostrar su verdadero rostro, el de sepultureros de naciones; es por ello que hoy más que nunca ser socialista significa ser antisocial.

La verdadera revolución es liberal; sí, el liberalismo que le da igualdad de oportunidades a todos, que privilegia la libertad y el bienestar de todos por encima de los torniquetes castrantes de los proteccionistas arcaicos y de los supremacistas del Estado obsoleto.

Los liberales están llamados a salvar a nuestras naciones, a ser liberadores de las ataduras de la vieja izquierda que se nos presenta disfrazada de abuelita; aunque todos ya sabemos el terrible lobo que hay detrás de toda esa rudimentaria de ovejita.

Diera la impresión de que estamos en los últimos días de la izquierda tal como la conocemos; estamos frente a la etapa concluyente de la izquierda hambreadora.

Seguramente vendrá para la humanidad una nueva era de prosperidad con gobiernos conservadores en lo moral, liberales en lo económico, nacionalistas y realmente eficientes.

Es muy probable que pronto veamos a Donald Trump de nuevo en la Casa Blanca, a José Antonio Kast como presidente de Chile, a Javier Milei como primer mandatario de Argentina y a nuestra María Corina Machado en el Palacio de Miraflores.

María Corina es la esperanza de Venezuela, ella es capaz de enrumbar la lucha venezolana hacia una meta de éxito; ella puede construir el camino hacia la liberación de Venezuela y la concreción de una revolución ciudadana real, efectiva y definitoria.

¡Ya basta de socialismos! Ya basta de una política que hundió a Venezuela durante 20 años y que la sigue hundiendo aún más.

Hoy, el mundo se debate entre dos modelos, entre el autoritarismo socialista y la libertad democrática de los liberales. Y esta decisión la vamos a tener cerca.

¿Qué haremos como ciudadanos y como electores? ¿Seguiremos la senda del totalitarismo rojo o daremos el paso hacia la libertad? En pocas palabras, escogeremos entre Maduro o María Corina Machado.

Así de simple.

Y sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.


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