Este es el claro objetivo de los manifestantes que llevan en las calles de Irán casi un mes. El velo, el hiyab, es solo un símbolo, pero los manifestantes saben que si cae ese trozo de tela que obligatoriamente deben usar las mujeres para cubrirse la cabeza, habrá caído un régimen religioso que desde hace más de 40 años los oprime.
Aunque la República Islámica de Irán, encabezada ahora por el ayatolá Ali Jamenei, arremete todos los días en contra de las manifestaciones que se producen en muchas ciudades del país, y sin ningún remordimiento ordena a sus fuerzas de seguridad que disparen a matar, los iraníes no han dejado la protesta, han perdido el miedo.
El conflicto ha escalado a tales proporciones que muchos analistas aseguran que no hay vuelta atrás. El sábado ocurrió algo impensable, durante la transmisión del noticiero nocturno, justo cuando aparecía Jamenei reunido con un grupo de clérigos, la televisora estatal fue hackeada: se insertó la foto del ayatolá entre llamas y en la mira de un arma, con la leyenda “La sangre de nuestros jóvenes está goteando por tus garras”. Debajo se podían ver las fotos de cuatro jóvenes que han muerto en manos del régimen, incluida Amini, mientras de fondo se escuchaba el eslogan de las protestas “Mujer, vida, libertad”.
Hay que recordar que esto comenzó después de la muerte de Mahsa Amini, una joven de 22 años de edad que fue arrestada por no llevar bien puesto el velo. Ella murió tres días después, según las autoridades de un infarto, aunque sus familiares afirman que la golpearon fuertemente en la cabeza. Pero lo que surgió como una protesta de las mujeres en contra de las medidas obligatorias que le impone el régimen, ha despertado la ira de miles de jóvenes iraníes que se han unido a ellas para exigir el fin del mandato del gobierno religioso.
Todo lo que han intentado las autoridades iraníes lo que ha hecho es regar pólvora en la pradera. Incluso el bloqueo de Internet y de las redes sociales ha provocado más indignación y ha hecho que crezcan las protestas. Hay que destacar que las compañías que ofrecen este servicio están colaborando con el régimen, algo que por estos lados, en Venezuela, es ya bien conocido, desgraciadamente.
La solidaridad con la mujer iraní está recorriendo el mundo. Muchas famosas se han cortado un mechón de pelo públicamente para mostrar su empatía y eso les ha dado fuerzas. Pero es también importante el apoyo que tienen en su propio país, pues los jóvenes están dispuestos a arriesgar la vida para lograr un cambio. Lo terrible es que al régimen no le importa la vida de su gente y ya van más de 130 muertos.
Masih Alinejad, una iraní exiliada en Estados Unidos que trabaja como periodista y activista, citada por CNN en Español, afirma: “El hiyab obligatorio no es solo un pequeño trozo de tela para los iraníes. Es como el Muro de Berlín. Lo sigo diciendo. Si las mujeres consiguen derribar este muro, la República Islámica no existirá”. Y el mundo aplaudirá que se acabe uno de los regímenes que más ha violado los derechos humanos.
Es una lucha que hay que apoyar, sobre todo desde los países que sufren, aunque en menor escala, por regímenes semejantes, que no les importa torturar y matar a los ciudadanos con tal de mantenerse en el poder. Lo que se está viviendo en Irán estremece las bases de ese gobierno y de sus aliados, y ojalá los vientos de esperanza que se respiran en aquellas tierras puedan viajar e inspirar a otros.