Desde hace tiempo muchísimos venezolanos de bien han decidido irse del país en busca de las oportunidades que aquí se les niegan.

Por millones se cuentan los ciudadanos que se han ido a toda América Latina, Estados Unidos y Europa; son muchos los hijos, hermanos y amigos que se convirtieron en trotamundos viajando de país en país en busca de estabilidad, calidad de vida y oportunidades.

Los que se fueron primero eran venezolanos de clase media alta, profesionales, personas que querían invertir sus talentos y capitales en destinos más seguros que Venezuela; técnicos y empresarios que vieron en países como Panamá, Colombia o Estados Unidos oportunidades de trabajo y de inversión.

Luego partieron miles de venezolanos de clase media baja, jóvenes recién graduados, quienes veían que sus expectativas en Venezuela eran muy pocas y optaron por emigrar en busca de otros aires, de otras formas y de otras realidades.

Después salió la mano de obra calificada o no, en busca del mismo sueño que los demás. Todos querían salir del infierno socialista y encontrar el futuro en otras latitudes. Todos, o el 90% hombres y mujeres de bien, personas que solo querían vivir mejor, cosa que les era vedada en su propia nación.

Al final, empezaron a salir pillos. Un puñado de bandoleros emigraron mal poniendo al país y generándole malestar y dificultades a los miles de venezolanos buenos que se fueron primero. Fue así que a Perú y a Colombia llegó el Tren de Aragua, fue así como delincuentes del Zulia y de los Llanos están haciendo añicos la reputación nacional y cometiendo horribles crímenes.

Esos malhechores salieron por su cuenta, por su libre albedrío; salieron por justo propio en ese momento. Sin embargo, ahora entramos a otra etapa donde Miraflores usa la emigración de estos delincuentes como arma política, como ataque sistemático en contra de Estados Unidos y otros países.

La noticia sobre que Maduro libera a reos y los envía para Estados Unidos, América Latina y Europa no puede sorprender a nadie, pues si algo hemos aprendido es que estos sujetos son capaces de lo que sea con tal de hacer el mal a los demás. De esto no cabe la menor duda.

La emigración como arma es una acción que desdice el carácter humanitario del éxodo. Es una crueldad contra quienes emigran por razones válidas, para las víctimas de situaciones complejas y agudas. Es sencillamente una desfachatez inmoral de aquellos que usan esto para hacer maldad, pura y llana.

El gobierno de Estados Unidos y del mundo deben diferenciar a los venezolanos de bien que van a aquellas naciones a trabajar, a vivir como seres humanos y a progresar, de los truhanes que son enviados para generar zozobra y generar un clima social tenso en aquellos países. No se puede confundir los buenos con los malos, ni pagar todos justos por pecadores.

¿Cómo salimos de esta situación? Sin duda la permanencia de Maduro en el poder perjudica a venezolanos y a todas las naciones, es por ello que es necesario afianzar los mecanismos para que Venezuela cambie de sistema político, borrar del mapa el socialismo depredador, al militarismo asesino, por un sistema donde todos seamos iguales ante la ley, donde haya libre mercado, donde se respete la propiedad privada, donde imperen la meritocracia; es decir, un sistema de gobierno liberal como el que propugna María Corina Machado, por ejemplo.

Con una líder así empezará una nueva etapa, una nueva realidad que llevará a muchos venezolanos de bien a regresar al país y a ponerle coto a los hampones que abusan dentro y fuera de la nación. Así de simple.

Y sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.


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