El Estado moderno es una “asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de monopolizar dentro de un territorio el monopolio de la violencia legítima como medio de dominación…” (Max Weber, 1919).

El Estado en el que a día de hoy vivimos todos y cada uno de nosotros es resultado de una homogeneización política, cultural y económica, además de la implantación de una coerción burocrática impuesta en un territorio y dirigido hacia unos ciudadanos. Es un tipo de organización política nacida en el seno de Europa y exportada al resto del mundo posteriormente. Los Estados imponen una cultura, unos valores, un derecho, etcétera. Es decir, regulan un tipo de vida social a través de la política y de la economía, principalmente. Y para ello es necesario imponer un poder coercitivo a una población dentro de unas fronteras.

¿Cuándo surge el Estado?

Debemos de distinguir la concepción de Estado en sentido amplio (según algunos historiadores este tipo de Estado ha existido siempre) con la concepción de Estado moderno. El Estado moderno surge entre los siglos XV y XVII y es consecuencia directa de la crisis del feudalismo producida en Europa. Las relaciones rígidas de poder durante la Edad Media entre los señores feudales y sus vasallos no fue capaz de adaptarse a los nuevos cambios económicos y sociales. Las nuevas tecnologías de producción, los cambios demográficos producidos por la Peste Negra, la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra (1337-1453), sumado al descubrimiento de América hizo que los señores feudales fueran perdiendo poder en favor de sus vasallos y campesinos. Esta situación fue aprovechada por el monarca del sistema feudal para imponer su poder y crear un Estado absoluto bajo la necesidad de homogeneizarlo para instaurar una estabilidad política. El rey se presentaba así como garante de la estabilidad política homogeneizada bajo la implantación de una burocracia, un ejército real y una economía mercantil. Los privilegios de la nobleza del sistema feudal fueron limitados.

Este es el origen del Estado moderno que fue evolucionando primero desde un Estado absoluto en torno al rey (como acabamos de ver), para después pasar a un Estado liberal (después de la Revolución francesa) y posteriormente a un Estado democrático-liberal (cuando se amplió la democracia al sufragio universal), para finalmente derivar en los llamados Estados del Bienestar después de la Segunda Guerra Mundial. Siempre desde una perspectiva eurocéntrica, este es el tipo de Estado en el que nos encontramos actualmente. Aunque en el resto del mundo no existan Estados del Bienestar (un tipo de Estado basado en pilares sociales) sí que existen políticas sociales. Y más aún, lo que está claro es que en todos los recónditos lugares del planeta Tierra existe un Estado. Un trozo de tierra parcelado para regir la vida política de los ciudadanos.

¿Por qué surgen y mutan los Estados?

Lo que está claro es que se trate de las antiguas Ciudad-Estado, de los vastos imperios posteriores, de la Edad Media, o de los Estados modernos, lo cierto es que siempre han existido relaciones de poder en el seno de una comunidad política. Si bien la característica principal de los Estados modernos es la homogeneización. Existen 3 tesis que pueden explicar el surgimiento y la consolidación de los Estados, en general, pero más aún para los modernos. La tesis económica, la tesis bélica, y la tercera, un híbrido entre ambas. En la primera el Estado se ha creado y desarrollado debido de la economía y la producción, como consecuencia de la gestión y administración de la economía. En la segunda, diríamos que es como consecuencia de la guerra, de la instauración de unos ejércitos capaces de guerrear contra un enemigo. ¿Pero por qué existen las guerras? Simple y llanamente por el aumento de la producción y de la economía, por tanto el Estado surgiría como un híbrido entre la tesis económica y la bélica.

Por ello, los Estados, en general, están directamente relacionados con el sedentarismo de las poblaciones. Con la aparición de la agricultura hace unos 10.000 años, se han ido produciendo pueblos cada vez más sedentarios con la necesidad de proteger y administrar sus recursos. De hecho, las antiguas tribus griegas que se asentaron en el Peloponeso eran nómadas previamente. Allí donde surgió la democracia, el derecho y las Ciudades-Estado, lo hicieron como resultado y consecuencia de la administración, primero de una serie de recursos, y posteriormente para estabilizar la vida política y el poder soberano de unos ciudadanos griegos que primeramente gozaban de un régimen aristocrático ostentado por guerreros, líderes y cabezas de familias. Una forma de organizar la sociedad a través de un método dialéctico para buscar soluciones comunes a los problemas, para después ir ampliándose el sufragio a más ciudadanos y tomar parte en las reglas de juego democráticas. Aquí tenemos el origen del derecho y por tanto, del Estado.

Artículo publicado por illiberaldemocracy.es


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