1. Veinte años de trituración institucional no pueden ser revertidos. No hay la posibilidad de una vuelta a lo que éramos, a lo que teníamos, a lo que construimos. Lo que existió nos da la medida de lo que fuimos y tal vez somos capaces de hacer; pero, no será igual. La destrucción masiva es el punto de partida.
  2. La mayoría de los venezolanos no conoció lo que los rojos volvieron escombros. Solo conocen directamente los escombros. Sin embargo, saben que hubo otro país; saben que el país de sus padres y de sus abuelos era un país de una ecuación sencilla: si trabajabas podías avanzar. No siempre era así, pero podía ser así. Ese país de la búsqueda del dólar, de averiguar cuándo llega la gasolina a la estación de servicio, si hay o no hay lo que se busca en el mercado, o, sabiendo que hay, si se podrá pagar o no el producto que se requiere, es el más genuino producto de la revolución chavista.
  3. Así ha ocurrido con el Estado. La estructura institucional, con las tres ramas del Poder Público Nacional, con su relativa aunque creciente independencia, con instituciones como Pdvsa, el Banco Central y las Fuerzas Armadas, de funcionamiento de bueno a excelente, desapareció. La administración pública, sí, sometida al clientelismo, pero con áreas de excelencia y de funcionamiento eficaz y probo, yace en el cementerio de la democracia.
  4. Esta colección de ruinas no siempre se ve porque hay ilusiones ópticas como la de esos empresarios optimistas para los cuales la libertad es algo secundario y lo que importa es si el régimen abre los fustanes para que se cuelen negocios. El espejismo de las burbujas locales sostiene la nueva narrativa de que como lo que hay es lo que hay, el esfuerzo debe ser para tener una jaula más cómoda. Lo mismo que decían los optimistas cuando Pérez Jiménez: él mata a los que se meten en política; si tú estás tranquilo, puedes prosperar; y si el tipo está en peligro firmas un manifiesto y te pasas a la oposición.
  5. Por cierto, en los países más arruinados y desventurados siempre hay unos ricos de fastos, fiestas y castañuelas, para los cuales la vida es comodísima y tienen sus bodegones, restaurantes, clubes y ágapes que les hacen la vida amable y hasta divertida.
  6. El Estado como lo conocimos desapareció y algún día habrá que construir otro. Ya no hay la pirámide institucional del pasado sino un sistema de redes entrelazadas que son estructuras de poder autónomas que las regentan los jefes civiles y militares del núcleo duro del régimen. El poder de la gobernación de un estado, del presidente o directivos de una empresa estatal, del comandante de un componente de la FAN, son cosas del pasado.
  7. Ahora lo que hay son mafias que se han repartido territorios y competencias. El oficial o el dirigente que manda está obligado a tener buenas relaciones con los cubanos o rusos, con el ELN o las FARC, o alguno de los carteles de la droga. Venezuela se ha convertido en ese espacio en el cual allá domina el camarada fulano y aquí el general mengano.
  8. No están de descanso y rascándole la barriga o lo que encuentren allá abajo. Están preparándose para una guerra. Dicen que se disponen a enfrentarse con Estados Unidos y sus marines. La realidad es que se preparan para sostener militarmente el proyecto chavista en América Latina y el Caribe.
  9. Ese es el gran proyecto del régimen en el marco de una gigantesca colisión que los jerarcas rojos se preparan a librar. Mientras esta catástrofe está en marcha hay opositores venezolanos viendo pa´San Mateo, en la discusión sobre el G4 y los candidatos a gobernadores. Ah, y también sobre el diálogo blando.

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