En vista del fracaso inexplicable de los gobiernos del mundo, donde a pesar de la existencia de todo tipo de riquezas tanto físicas como intelectuales y al avance en las ciencias y las artes, la mayoría de las personas son cada vez más pobres y tienen peores condiciones de vida, los seres racionales nos preguntamos por las causas que producen esos efectos perversos indeseados y entonces sospechamos que existe algún tipo de poder maligno global que se mantiene en la oscuridad –el estado profundo– que se impone y domina a los poderes regionales visibles, donde en muchos casos los representantes y los gobernantes financiados e impuestos por ese superpoder a las naciones, no son los ciudadanos más capaces y apropiados para ocupar los cargos públicos y por otra parte, dichos seudolíderes muestran total insensibilidad por los problemas que afectan a los ciudadanos, que dicen representar.

Como una alegoría del estado profundo, existe una serie satírica de televisión llamada Los Simpson, donde un anciano:decrépito, egoísta, enfermo, amargado y avaro,que posee un insaciable deseo por aumentar su propia fortuna y poder a costa de la desgracia ajena, quien es llamado el señor Burns, que es el dueño de la central nuclear de Springfield y para lograr sus objetivos coloca a un pelmazo llamado Homero Simpson, quien es: perezoso, tramposo, grosero, incompetente, torpe, vago y descuidado, como el encargado de manejar la central nuclear productora de la electricidad que alimenta la ciudad donde viven los Simpson.

Aunque no lo creamos, existe una élite económica global que se ha apropiado de los destinos del mundo y en nombre de la democracia, la libertad y los derechos humanos –que solo son un disfraz, para engañar a los ingenuos– hacen parte de una especie de olimpo,que han coludido entre ellos para escoger e imponer a los políticos de conveniencia, quienes dan la cara a los ciudadanos, pero realmente cumplen órdenes de quienes los han financiado y colocado en el poder.

Esa es una de las razones por las cuales vemos que naciones otrora poderosas como era Estados Unidos, tiene un conjunto de problemas que sus gobernantes no han podido resolver, tales como: drogadicción, violencia, delincuencia, pobreza, indigencia, inflación, desindustrialización y especulación financiera, pero a pesar de estos problemas tan críticos para el bienestar de sus habitantes, sus gobernantes prefieren dedicar su energía y su capital financiero para sostener guerras en diversas partes del mundo, a solicitud del estado profundo.

Algo similar a lo que ocurre con los políticos de Estados Unidos sucede con los políticos de Europa, donde se han tomado medidas irracionales que han producido una crisis energética, económica y humanitaria, por estar escuchando cantos de sirena de manipuladores políticos, de tal forma que en este invierno de 2022 los habitantes de dichas latitudes sufrirán los rigores del frío y el retroceso industrial, a tal punto que han tenido que reactivar las centrales termoeléctricas que funcionan con carbón, para medio suplir el consumo de energía.

En el Foro Económico Mundial de Davos correspondiente al 2022, uno de los miembros del estado profundo, indicaba que tanto China como Rusia representaban un peligro para la humanidad y que no era conveniente llegar a ningún tipo de acuerdo con esas naciones, lo que a todas luces es una irracionalidad, pues el mundo necesita: diálogo, negociación,conciliación, unión, cooperación, diplomacia y paz en vez de confrontaciones y guerras, para lograr ofrecerle estabilidad, seguridad, bienestar y prosperidad a los habitantes del planeta.

Si estos manejos políticos y económicos ocurren en las naciones más avanzadas del mundo como Estados Unidos y Europa, Latinoamérica no escapa de esas situaciones y así es como se observan algunos casos como los de Pedro Castillo o un invento fracasado llamado gobiernos interinos entre otros, donde algunos se rasgan las vestiduras defendiendo a actores políticos defenestrados por incompetentes.

Adicionalmente, en estos tiempos tormentosos se nota la ausencia de verdaderos estadistas que sean líderes mundiales sabios y sensatos, pues infortunadamente el estado profundo que es el poder detrás del poder, prefiere imponer a quienes cumplan con sus órdenes y favorezcan sus negocios –comediantes, humoristas, cuentacuentos, demagogos, payasos, desorientados, corruptos, delincuentes, etc.– cuyas gestiones no favorecen precisamente a las naciones del globo, sino a los especuladores que juegan al monopolio,pues ya se han apropiado del dinero y de los activos del mundo.


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