Los maltratos, xenofobia, deportaciones, violaciones y asesinatos de migrantes venezolanos en países receptores no parece ser tema prioritario para un Estado indolente e inhumano.

Pero la sociedad entera debe alzar la voz, por eso yo condeno el silencio mezquino y la falta de humanidad del Estado y en especial del canciller Arreaza ante el tan horrendo delito de maltrato y abuso sexual del que fue víctima en Argentina una joven migrante venezolana de 18 años de edad que solo buscaba un empleo. Un crimen que fue cometido por quien aquel mismo sábado le había hecho una entrevista de trabajo y la había dejado a prueba: Irineo Garzón, un hombre que actualmente goza de libertad por la irresponsabilidad de una jueza que sigue alejada de toda norma jurídica internacional en materia de acoso sexual y violencia de género, vulnerando derechos humanos.

La conducta reprochable del Estado sin alma en no asumir la defensa de nuestros connacionales que siguen  huyendo del país por el hambre y el deterioro de la calidad de vida, unido al colapso de los servicios básicos, es sistemática. Siempre guarda silencio ante los gobiernos de los países receptores cuando venezolanos son maltratados, humillados con xenofobia o deportados. La nueva modalidad que asume Perú es tirarles los tanques y las tropas militares al llegar a sus fronteras, y en el caso del paso por el Arauca a Colombia le hunden sus canoas o embarcaciones.

Como exparlamentario me da mucha indignación la conducta sumisa e indolente por parte de la Asamblea Nacional recién elegida al no plantear un debate en el hemiciclo para condenar este hecho abominable del que fue víctima esta joven hermana venezolana y exhortar al Parlamento de Argentina a exigirle al Poder Judicial de su país hacer justicia.

Todos sabemos que el único responsable del sufrimiento de más de 5 millones de venezolanos que han abandonado el país es el mismo Estado y parece ser ya una política pública forzar el desplazamiento para quedarse sin jóvenes, profesionales universitarios y sin voces disidentes, pues todavía no se resuelven los problemas económicos, sociales y políticos, al contrario, siguen en franco deterioro.

Acnur está obligado a salir del confort y asumir la defensa de nuestros migrantes, que siguen siendo víctimas del maltrato sin límites. Algunos países, incluso, les niegan la vacuna contra el covid-19, lo que viola sus derechos universales.

 


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