Llamado de ANCO a los venezolanos

“Es mejor obrar y arrepentirse, que no obrar y arrepentirse”

Maquiavelo

En América Latina no hemos cerrado la brecha entre la Constitución formal y la Constitución material. El Estado de derecho constituye un desiderátum, pues le ha costado imponerse en la realidad. No obstante, en nuestra vida republicana, que apenas alcanza los doscientos años, se ha avanzado en la lucha por la democracia y las libertades, con el propósito ni mucho menos en la actualidad alcanzado, de concretar la instauración efectiva del Estado de derecho y el imperio de la ley.

Las constituciones latinoamericanas no se han contentado con contemplar en sus textos  la distribución de los poderes del Estado y estampar la carta de derechos, pues han querido ser también constituciones programáticas, donde se define el proyecto de sociedad  al que queremos llegar (que algunos autores llaman el  proyecto nacional), y se recojan en sus textos  los anhelos y esperanzas que algún día esperamos alcanzar.

Esta visión ideal de la Constitución muchas veces no tiene soporte real, es más, la mayoría de las veces está en contradicción con la realidad; sin embargo, nos negamos a rechazarla, forma parte de nuestra peculiar visión de la Constitución. Una muestra palpable de lo que deseo expresar es la extensión en artículos de nuestros textos fundamentales, que tanto llama la atención de los europeos y norteamericanos, orgullosos de la brevedad  de sus constituciones.

Como lo ha destacado nuestro lúcido intelectual Arturo Uslar Pietri: “Esta antinomia entre el texto constitucional y la vida política y social real es una de las manifestaciones más claras de las peculiaridades y contradicciones que han caracterizado la vida política de la América Latina. Es como si nadie se atreviera a renunciar a los principios más altos y , mucho menos reemplazarlos por otros distintos y opuestos, pero, al mismo tiempo, tampoco nadie pretende o cree que puedan ser aplicados efectiva y celosamente en la vida real”.

Uslar Pietri  concluye con un dejo pesimista sus reflexiones sobre la idea de Constitución predominante en América Latina: “La verdad es que las constituciones escritas nunca se han cumplido efectivamente en los países latinoamericanos, salvo en los aspectos normativos de funcionamiento de los poderes, casi ceremoniales y han llegado a ser más que una “ley fundamental” una conmovedora declaración de principios políticos y morales a los cuales no se quiere ni se puede renunciar y que hay que conservar, como una promesa y un compromiso para un futuro que puede no estar próximo”.

Comparto el diagnóstico de Uslar Pietri en sus líneas básicas, pero no sus conclusiones. La dimensión programática del constitucionalismo latinoamericano nos martilla sobre nuestras carencias y flaquezas; constituye una toma de conciencia sobre lo poco que hemos logrado y lo mucho que nos falta por lograr. Por sobre todo revela una identidad peculiar, una forma de ser y de apreciar el proyecto de nación al que aspiramos en tanto un sueño inacabado  que no deseamos nosotros los latinoamericanos abandonar.


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