​La idea de un Estado que piense y actúe para fortalecer a su sociedad descansa en la necesidad de un cambio en el sistema de élites, políticas, económicas y sociales, de grupos dominantes, que, aun siendo minoritarios, imponen sus intereses frente a la mirada impávida y lánguida de las grandes mayorías.

Es y ha sido así, los Estados siempre, siempre, han estado dirigidos por élites, llámense oligarquías, aristocracia, monarquías…hasta en las repúblicas sean parlamentarias o presidencialistas. Digo esto sin ánimo de despreciar que un grupo de expertos, sabios, viejos… dirija, oriente… pero entendiendo que los extremos siempre son malos. No se pude seguir dejando en manos de pocos las decisiones que afectan a todos, sin que los intereses de los muchos estén presentes en la toma de decisiones.

Fíjense cómo han ocurrido situaciones lamentables en el transcurso de la humanidad, y cómo se ha pensado que “no volverá a ocurrir”. Me refiero, por ejemplo, al fin de la Revolución francesa y la cuasi monarquía napoleónica, cuando Hegel y Kojéve plantearon que ya no había necesidad de lucha violenta, para restablecer la supremacía de los derechos civiles y ciudadanos y, sin embargo, sobrevino la Primera y Segunda Guerra Mundial, que cuando finalizó operó un cambio en el orden social mundial que consolidó la democracia liberal representativa, como el régimen político que reúne los valores y principios para la convivencia, entonces, Fukuyama, emulando a sus antecesores, planteó que era el fin de la historia.

Después de ello, como en el eterno retorno estoico, frente a todas las organizaciones creadas para garantizar el nuevo orden mundial democrático, sobrevino: la matanza de los Tutsi vs Hutu en Ruanda (1994); la Guerra de Somalia (2006-2009) entre clanes, intervención extranjera, hambruna, sequía; con la autoproclamación del Estado Islámico en junio de 2014; el descontento de los indignados (2011), la Primavera Árabe (2010); protestas en Latinoamérica (2020); Guerra Rusia vs Ucrania que enfrenta a Rusia y China frente a Estados Unidos y el mundo occidental (2022) y ahora se replantean las relaciones China vs Estados Unidos por la visita de la Pelosi a Taiwán, inobservando el principio de Una Sola China.

Entonces, la pregunta es ¿el mundo está conforme con la dirección de unos pocos? o esas grandes mayorías insatisfechas de hoy, que alerta Latinobarómetro, ¿querrán encontrar una fórmula que les dé presencia y poder de decisión en el Estado?

Estamos viviendo las contradicciones que de la democracia representativa liberal alertó Fukuyama, cuando se preguntó si no había amenazas previsibles “…derrumbará por una especie de podredumbre interna…”, cuando reconoce que pude haber “… otras fuentes más hondas de descontento … de si en ella la vida es realmente satisfactoria…”.

Contradicciones que ya alertara también Huntington sobre el conflicto entre las diferentes civilizaciones y sus estructuras políticas o Amy Chua con el fenómeno de las minorías dominantes del mercado y minorías étnicas frente a las grandes mayorías empobrecidas, y muchos otros cuya lista no cabe en un artículo. Y más que decir quién más lo ha dicho, es una realidad que está frente a todos en las mansiones y lujos… de pocos que contrastan con los ranchos, chabolas… de las mayorías, en todas partes del mundo.

El estrangulamiento de las élites quedó expresado con la explosión de la burbuja financiera en 2008, producto del capitalismo liberal laisser-faire. Crisis mundial que replanteó la necesidad de la intervención del Estado, buscando a Keynes por los rincones, como ente regulador de la economía y fue gracias al aporte de los Estados, con el dinero de los contribuyentes, no de quienes crearon la crisis, sino el de todos, fue que se niveló la situación.

Con esta reflexión queremos significar que mientras los Estados veneren y complazcan a las élites, no se van a resolver los graves problemas de las grandes mayorías, sino los de ellos. Siendo la razón por la que perdura, sobre todo en Latinoamérica, la pobreza, la ineficiencia de servicios públicos, de educación, salud y vivienda, cuyo caldo de cultivo es la distribución inequitativa de los fondos públicos… corrupción, clientelismo… Por lo tanto, urge un cambio en ese sistema político de élites que se ha desgastado en la ineficiencia y en la insatisfacción ciudadana.

 

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@carlotasalaza


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