Lo que está ocurriendo con relación a la populista campaña del régimen en torno al Esequibo, me hace pensar en la difícil tarea cultural que tendremos que emprender cuando las fuerzas democráticas retomen el control del poder público nacional: liberar al ciudadano de la cultura del miedo. Miedo a expresar su opinión; miedo a disentir; miedo a decir la verdad; miedo a pensar en libertad. El reto será educar a un ciudadano que enfrente con valentía al miedo inmovilizante.

En el abanico de los patógenos patrones humanos creadas por el socialismo del siglo XXI, hay dos especímenes que en estos momentos gravitan al unísono en nuestra sociedad, colaborando con el régimen, en este caso, en la tarea de insuflarnos un nacionalismo exacerbado y artificial.  Ellos son el patriota cooperante y el “patriota miedoso con ínfulas de sabio”, que busca desesperadamente figuración y fustiga a quien adversa el poder. El primero sigue siendo el conocido “sapo”, que da información al régimen de lo que piensan, dicen y hacen los disidentes. El segundo es una funesta degeneración de quien, en un pasado, se sintió de oposición y con el paso del tiempo claudicó, pero, más que a favor del poder arbitrario y usurpador, a favor de complacer sus más profundos instintos de sobrevivencia material, sin ningún vestigio de dignidad, quedando esta como una referencia hábilmente esbozada, solo a manera de instrumento de engaño.

El patriota miedoso es víctima del miedo existencial, inmovilizante, no solo de perder lo que tiene, sino de ser confinado a un espacio de abandono, olvido y probablemente prisión, los cuales son precios ignominiosos que no está dispuesto a pagar por ningún concepto y que, por tanto, descarta absolutamente enfrentar, toda vez que, gracias a una indefensión aprendida, está convencido -porque de eso se ha ocupado el opresor- de que nunca lo podrá vencer.

La verdad, como en todo proceso dictatorial, es la preferida víctima del patriota miedoso que quiere meter miedo. Su objetivo es construir en nuestra percepción un clima de terror, colocándonos en una situación riesgosa si no aceptamos la versión oficial de la “verdad” del régimen, en cuyo propósito él sirve de encubridor de la real causa de nuestra desfavorable situación.

Es así como el patriota miedoso nunca señala los hechos que, en el pasado reciente, indebidamente le dieron beligerancia y expectativa plausibles de reconocimiento internacional al Estado guyanés sobre el territorio del Esequibo, espacio de 159.542 kilómetros cuadrados cuya pertenencia histórica, jurídica y política es incuestionablemente venezolana. Conoce estos hechos, pero siente pavor de decir que están directamente vinculados a la actitud irresponsable que tanto Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro Moros tuvieron, primero, con el inconveniente manejo que de su retórica han hecho en este tema; y segundo, con la complaciente ejecutoria pública de acciones contrarias al interés nacional de Venezuela en un espacio que, históricamente, siempre estuvo signado por nuestra consistente reclamación.

El patriota miedoso nos llama a votar “sí, cinco veces sí” en el referéndum consultivo convocado por Maduro; pero tiene miedo de decir que las causas que actualmente acentuaron las ilegítimas motivaciones que Guyana mantiene sobre el Esequibo se encuentran  en una política complaciente que hacia el indicado país limítrofe tuvo el gobierno de Hugo Chávez, priorizando acuerdos geopolíticos con Guyana con respecto al Esequibo, en desmedro de la defensa del interés  venezolano sobre este territorio; llegando en febrero del 2004, al punto más alto de esta irregular posición, cuando en una visita oficial a la capital de Guyana, abandonó totalmente la histórica posición política de reclamo que la nación había mantenido sobre el Esequibo, asumiendo indebidamente, una postura permisiva y tolerante con Guyana, al extremo de no oponerse al desarrollo de los proyectos que este país limítrofe tenía en el territorio del Esequibo (https://www.elnacional.com/venezuela/hugo-chavez-abandono-defensa-del-esequibo/ ).

El patriota miedoso nos llama a votar en el referéndum y nos califica de ignorantes y de enemigos de Venezuela, pero nada dice de la complicidad con que Maduro en 2014 les otorgó en pleno desfile militar la bienvenida a los jefes del ejército de la “hermana Guyana”, quienes sorprendentemente participaron, a pesar de que ya para ese momento se reportaban incursiones militares guyanesas no autorizadas por Venezuela en nuestro espacio en reclamación.

El Patriota Miedoso, nada nos dice, aun sabiéndolo, sobre la inutilidad del referéndum de Maduro, ni menos aun, se refiere a las razones de porque el mismo es “errado, inconstitucional, (…) inconveniente, inoportuno y contrario a los intereses del país”, como bien lo ha destacado el maestro Brewer-Carías (https://www.elnacional.com/opinion/el-referendo-sobre-el-esequibo-errado-inconstitucional-inutil-inoportuno-y-contrario-a-los-intereses-del-pais-1/). pues su principal objetivo es demoler la fortaleza de una frase, que le quito el sueño: “la soberanía no se consulta, se ejerce”.

Ciertamente, el miedo es libre, pero frente a él, todos tenemos opciones. Algunos lo retamos con razones; otros se inmovilizan; pero el patriota miedoso lo alimenta y se convierte en su instrumento, justificando su sumisión y persiguiendo a sus semejantes.

@PerkinsRocha


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