No hay duda de que el pensamiento político, con motivo al justo reclamo de la soberanía territorial de Venezuela en “el Esequibo” de Rómulo Betancourt y Hugo Chávez es abismal, en lo histórico con conocimiento de causa y ético en lo político, colocando por encima de ideologías los intereses de la patria. A tales efectos, hay una consecuente idea, del reclamo en cuestión, por parte de Betancourt a partir de 1948, cuando en el la Conferencia Interamericana de Bogotá, en representación del gobierno de Venezuela dijera…

“Al propugnar el principio de autodeterminación de los pueblos coloniales para decidir acerca de su propio destino, no negamos en forma alguna el derecho de ciertas naciones de América a obtener determinadas porciones de territorio hemisférico, que en justicia le puedan corresponder, ni renunciamos los venezolanos, llegado el caso de una serena revalorización histórica y geográfica de lo americano, pudiera hacer valer en pro de sus aspiraciones territoriales sobre zonas hoy en tutelaje colonial y que ante estuvieron dentro de nuestro propio ámbito geográfico”…

14 años después, en ejercicio de la presidencia, cuenta el periodista Rafael Poleo, «que el 12 de noviembre de 1962 el canciller Marcos Falcón Briceño denunció «el Laudo Arbitral de 1899 en un histórico discurso ante las Naciones Unidas. En esa oportunidad, Falcón Briceño destacó que el Laudo era nulo porque, entre otras razones, carece de motivación, contiene ultra petita, violó el principio de imparcialidad y es producto de un fraude contra Venezuela».

Como consecuencia de lo anterior, el Reino Unido acepta negociar con Venezuela sobre la reclamación territorial de nuestro país. Luego, el 17 de febrero de 1966, en el gobierno de Raúl Leoni, el canciller Ignacio Iribarren Borges suscribe el Acuerdo de Ginebra. Este acuerdo busca un arreglo “práctico y satisfactorio” de la controversia. Además de este logro diplomático, Venezuela cuenta con títulos histórico sólidos, como lo demostró el sacerdote jesuita Hermann González Oropeza en su libro Atlas de la historia cartográfica de Venezuela. En esta obra reporta que Inglaterra, al momento de reconocer la independencia de Venezuela, señaló que nuestro “país se extiende por la Mar del Norte desde el Río Esequibo o confines de la Provincia de Guyana”. En ese sentido es admitido que el Acuerdo de Ginebra ha sido un logro significativo de la diplomacia venezolana.

Ahora pisemos tierra. En medio de aquel esfuerzo diplomático recordemos, que el primer enemigo de nuestro legítimo reclamó en Guayana Esequiba, que reivindicara Betancourt, con anuencia nacional y del Reino Unido, fue Fidel Castro, nuestro primer enemigo llamándonos «expansionistas» hasta convencer al entonces presidente Hugo Chávez, a desentenderse de ello, para difundir su socialismo del siglo XXI y así lo expuso en Georgetown durante una gira (2004).

“Venezuela le dará petróleo a Guyana, le condenará la deuda, le hará una carretera y no va a mencionar el asunto del Esequibo… Me he comprometido con el presidente Bharrat Jagdeo a que el gobierno venezolano no va a oponerse a ningún proyecto en la región, que vaya en beneficio directo de sus habitantes. Como me decía el presidente: proyectos de agua, vías de comunicación, energía, proyectos agrícolas… Venezuela no se opondrá a que empresas extranjeras exploren yacimientos petroleros y gasíferos en el disputado territorio de Guyana”…

Un viejo adagio jurídico reza: «A confesión de parte, relevo de pruebas» que han hecho valer los guyaneses, otorgando concesiones mineras que un referéndum consultivo no revertirá sino un objetivo político interno: justificar estar en peligro la soberanía territorial, para decretar un Estado de Emergencia, con pronósticos reservados y lo alertamos, porque no tienen sentido aquella convocatoria.

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