La producción petrolera definitivamente no arranca y ya no se puede decir que es culpa del imperio, puesto que luego del rebote que se registró después del paro en 2003, todos los presidentes de la corporación entregaron a su sucesor con 200 o 300 mbp diarios menos. En otras palabras, las sanciones no son la gran responsable de la caída de la producción y destrucción de la cuarta industria petrolera mundial, sino la misión que se le impuso de ser caja chica del populismo del gobierno, de la irresponsabilidad del  prófugo que hizo a Pdvsa roja rojita y la compra de voluntades políticas de las isletas en el Caribe con todos los petroamigos de lo ajeno.

De acuerdo con los estados financieros, las condiciones operativas, las deficiencias técnicas y el modelo de negocios, la empresa y la industria difícilmente serán recuperables bajo el actual modelo político y peor, sin una visión a largo plazo de lo que debe ser la industria petrolera en caso de un eventual cambio de gobierno. Lamentablemente, esa visión y misión ninguno de los factores de la oposición la ha tenido hasta ahora, no han presentado un plan realista que defina si se apostará por revivir la exitosa vieja Pdvsa, por crear una agencia de energía para que maneje los recursos energéticos o desarrollar una industria aguas abajo con los recursos y potencialidades disponibles. Hasta ahora las propuestas más visibles han sido de llevar la producción a 5 millones de bpd , lo cual no es soplar y hacer botellas.

Cada uno de los presidentes de la industria, incluido el presidente de la República, han prometido recuperar la producción de Pdvsa; pero lo que sí es cierto es que la petrolera estatal viene experimentando un franco declive en su producción, cayendo a sus niveles más bajos en 3 décadas hasta 400.000 b/d según cifras espejo y de la OPEP con fuentes secundarias considerables creíbles por la organización.

Los datos existentes contrastan claramente con los 3.120.000 barriles diarios de crudo que producía la empresa en 1998, el año previo a la llegada al poder del fallecido presidente Hugo Chávez.

La continua caída de la producción de Pdvsa no es una buena noticia para ningún venezolano en un país que obtiene del petróleo 96% de las divisas con las que paga por la importación de muchos de los bienes que consume, incluyendo gran cantidad de alimentos. Me pregunto si Dubai, los árabes y hoy Guyana calificarían el petróleo como «estiércol del diablo».

La situación luce aún más grave cuando se considera que una parte de esa producción debe destinarse al mercado interno, otra para el pago del Fondo Chino, el pago de los equipos militares rusos y deudas a Repsol, ENI y Chevron, razón por la cual el Departamento del Tesoro levantó bajo ciertas condiciones las medidas sancionatorias unilaterales que crearon en algunos sectores tanto grandes expectativas como ilusiones

Lo que sí es cierto es que las sanciones políticamente no han dado los resultados esperados, sino que han servido para que el gobierno se atornille y tenga argumentos para justificar su ineficacia gerencial; económicamente, para que un pequeño grupo pueda aprovecharse de los bodegones e importar sus vehículos de alta gama; y socialmente, para que pueda exhibir su cuestionable y grosera opulencia, pues al parecer las sanciones unilaterales y la caída de la producción petrolera en 6% en lo que va del año no les afecta.


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