Argentina
Foto LA NACIÓN

Los resultados electorales obtenidos por el candidato presidencial argentino Javier Milei no son producto de la casualidad, sino el resultado de situaciones prolongadas de decepción política por parte de amplios sectores del electorado, que observa un deterioro constante de su calidad de vida, sin importar el signo ideológico del gobierno de turno, lo que le lleva a cuestionarse seriamente en dónde están los orígenes de los problemas: ¿en los políticos que ofrecen soluciones o las soluciones ofrecidas están mal aplicadas, dentro de la típica cultura latinoamericana de no asumir ningún tipo de responsabilidad por las consecuencias de sus acciones y buscar un actor externo a quien culpar de sus fracasos?

Recordemos que la incapacidad de los últimos gobiernos de la República de El Salvador, para controlar la delincuencia creó las condiciones para la llegada del actual presidente Bukele y la aplicación de una serie de medidas, impensables en otros tiempos y que debido a su éxito le han convertido en una referencia no solo continental sino mundial para los políticos de los países que sufren de niveles elevados de violencia delictiva, mientras que otros de sus vecinos centroamericanos hasta hacen amagos de querer imitarlo.

La propuesta central de Javier Milei está fundamentada en la dolarización de la economía para detener la inflación, que acosa a los ciudadanos de dicho país, desde hace mucho tiempo y la privatización de las empresas estatales, para cortar la fuente de financiación de los partidos políticos tradicionales.

Ambos objetivos apuntan contra las bases de los partidos políticos Latinoamericananos desde México hasta Argentina, como son el manejo irresponsable de la política monetaria para hacer » maquillaje contable», establecer cuotas de «dólares preferenciales» para los amigos y familiares del gobierno y obtener Comisiones para el enriquecimiento ilícito, lo cuál es sin duda el mejor ejemplo los gobiernos que rompen los registros de hiperinflación y destrucción de la economía nacional.

Si la dolarización de la República de Ecuador, ha tenido tantos seguidores en nuestra región, es difícil imaginar el impacto mundial de dicho proceso en un país del G-20, púes de pararse la inflación, el efecto multiplicador para muchos otros países sería inmediato, poniendo fin al proyecto de Lula Da Silva ( Brasil), de crear una moneda común del CELAC, ya que es muy sencillo imaginar que los pueblos van a presionar a sus gobernantes, para unirse al sistema del dólar estadounidense, lo que tendría un efecto importante sobre la opinión pública venezolana,  que desde el ciudadano más humilde hasta los más poderosos empresarios,  pagan en dólares estadounidenses, la adquisición de bienes y servicios, con la importante referencia de que los empleados públicos, vivimos en la pesadilla de cobrar sueldos y prestaciones sociales en bolívares muy devaluados, siendo imposible convencernos de los beneficios de seguir manteniendo la moneda nacional en ese Estado de deterioro.

Igualmente, una política de privatización de las empresas estatales, así como la eliminación de fundaciones públicas, así como la transferencia de competencias, actividades y servicios a la sociedad civil y al empresariado en materia deportiva, cultural, religiosa y de servicios públicos locales, implica un desmantelamiento del Estado tradicional que practica una política clientelar, más enfocada en conseguir resultados electorales, que en realizar operaciones sostenibles en el tiempo, por lo que esta en juego el sistema de partidos políticos no sólo en Argentina, sino en toda la región.

Imaginarse un partido político que pase de gobierno a la oposición y le diga a sus militantes que tienen que pagar el alquiler de las casas del partido, la movilización de sus autobuses y que eliminaron el apoyo a los activistas de la nómina de la administración central, es una realidad espantosa que políticos curtidos saben perfectamente que aún sus alcaldes y gobernadores no cumplirán y «se tirarán al suelo» o tal vez terminen apoyando al nuevo partido de gobierno, para seguir con los «beneficios y prebendas» de la administración central.

Al igual que Bukele, que cambió la visión del combate a la delincuencia organizada al crear una referencia, ya sea que le guste o no a los lectores, el impacto político político, social y económico de lo planteado por Javier Milei es muy profundo dentro de los parámetros latinoamericanos, ya que apunta a un factor cultural propio de nuestra región desde hace más de cien años, como es la cultura política antiestadounidense, antiimperialista y de extrema izquierda, que predomina en el discurso político de la región. Imaginar por ejemplo que Argentina, el país de las manifestaciones contra el Fondo Monetario Internacional, se puede dolarizar era un ejercicio de imaginación, hasta de locura, hace 10 días atrás, antes de las primarias, ganadas por Javier Milei, lo que cuestiona totalmente la esencia política del «peronismo» que en casi todas sus tendencias, ha sido profundamente nacionalista, estatista y «revolucionario». Todo este discurso desaparece en gran medida si se acuerdan los cambios radicales, referidos en este articulo, incluyendo la eventual invitación y aceptación de Argentina al grupo de los BRICS.

No hay que ser muy imaginativo para entender que un gobierno de Milei chocaría con Lula da Silva, Petro, Maduro y otros, tanto en el Celac, como en Mercosur y no apoyaría un reimpulso de Unasur, con lo cual, sin duda alguna, se presentarían memorables «duelos discursivamente o política de micrófonos», entre los presidentes latinoamericanos, especialmente con Maduro.

Ya esta semana misma se siente en algunos actores políticos venezolanos, la confirmación de una política confrontacional en búsqueda de réditos electorales, siguiendo el ejemplo argentino, con la particularidad de que hacer política en Venezuela tiene sus detalles muy particulares que no se dan en otros países, como es la política de inhabilitaciones que solamente se semeja en Nicaragua.

Para los defensores de la idea de una transición política, obviamente pactada con el gobierno saliente, la victoria de este sector de la política Argentina, es un hecho significativo difícil de manejar, debido a la tendencia de los pueblos de seguir a los «audaces y temerarios», como un día décadas atrás convirtieron a Fidel Castro Ruz en un héroe regional por su valor personal y habilidades política para dirigir con éxito una revolución contra una dictadura militar y posteriormente sobrevivir al enfrentamiento con Estados Unidos durante la Guerra Fría y después del fin de la Unión Soviética.

Por todas estas razones, no se debe perder de vista los acontecimientos electorales en la República Argentina, sin olvidar de que en Brasil, el expresidente Bolsonaro y sus seguidores tienen casi la mitad del electorado, estando al acecho, ante cualquier caída de la popularidad de Lula da Silva.

Tal vez el mejor aprendizaje del caso argentino es la necesidad de establecer de manera obligatoria la implantación de un mecanismo electoral de primarias obligatorio para todos los partidos políticos que sirva de filtro para controlar a los «partidos de maletín» y a los candidatos folklóricos que existen en todos los procesos electorales.


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