“Hay quien pone en duda el porvenir del ideal de la libertad. Nosotros respondemos que tiene más que un porvenir: posee eternidad”. Benedetto Croce.

“La libertad hace frente al mal y lo combate en todas sus dimensiones” dice Croce en La historia como hazaña de la libertad, de esta máxima se despende la inmanente relación que existe entre la maldad como obra de una hegemonía perversa, y su consecuente levedad o hipnosis ciudadana que devienen resignación, aletargamiento y hasta aprobación de lo censurablemente perverso. Sin embargo, la libertad como constructo naturalmente humano se imponen a la entronización de la malignidad y la confrontan, la denuncian, haciendo que la libertad sea una elección a todas luces peligrosa.

“La libertad no puede vivir de manera distinta a como lo ha hecho a lo largo de toda la historia”, la idea de una libertad peligrosa es el complemento lógico de su existencia, así pues, sin el contraste que le insufla el peligro y las amenazas a la libertad, tendríamos una imagen horrida de modorra y de hastío que paralizarían los hábitos del bien vivir, las virtudes y su culmen, el Areté, sencillamente serían realidades vacuas inoficiosas.

La indiferencia ciudadana tiene múltiples aristas, es una patología que desde el punto de vista de la etiología social parte del más limitado y esclavizante de los pensamientos, que son imágenes e impresiones, este elemento es el miedo, una sociedad sometida al miedo a expresarse por las consecuencias materiales que se infringen por medio de la crueldad, los juicios extrajudiciales y las desapariciones, todas ellas practicadas por una hegemonía que parece burlarse de los reportes de la alta comisionada para los derechos humanos y que además obstaculiza el trabajo de estos garantes internacionales de los derechos de la humanidad. La indiferencia es la causa objetiva desde el punto de vista de la etiología social de una sociedad presa en el miedo y absorta en el nihilismo que se evidencia en la frese “el miedo es libre”, la cual constituye una falacia por invalida e inexistente, nada más coactivo que el miedo, nada más paroxístico que el temor, de hecho, el miedo inhibe a la acción humana desdibuja la agenciación del sujeto y lo convierte en un blanco móvil.

Otra razón de la indiferencia social subyace en la etiología del vaciamiento de las virtudes ciudadanas en Venezuela, la virtud de la justicia se ha mutado en el regodeo malicioso y la envidia, colocando como falencias y excesos la deformación de las virtudes; la ambición exagerada se imbrica con la ausencia de justicia, y abrazadas en el fango de la vulgaridad del lenguaje procrean a dos mellizos deformes: una, la pobreza del espíritu, que hace laxa toda tropelía y otro, el interés crematístico, la mercantilización de lo mal habido y por ende la compra de voluntades; escindidos de otredad y amputados de alteridad, terminan acudiendo al drama de millones, riendo con los perpetradores del mal y haciendo vínculos deformes con el mal, que los esclavizan y los obligan a venerar a la irascibilidad.

La indiferencia es una pústula, un tumor en el cuerpo civil del ciudadano, esa llaga purulenta no se esconde tras un vendaje, la idea no es evitar su expansión, su idea es convertir las virtudes en émulos deseables, que coexistan con la indiferencia indolente de quien se beneficia de los banquetes de Heliogábalo, so pena de pasar de comensal a víctima, de invitado a plato para ser dispuesto en una mesa donde incisivos, caninos y molares puedan dar cuenta del horror de ser engullidos por un régimen omnímodo y ubicuo, desde el terror y la complicidad de sus adláteres, el consecuente de este mórbido resultado es la indiferencia colectiva, el abandono de las posturas, la liquidez y el oportunismo para beneficiarse de ese banquete en donde Saturno devora una y otra vez los cuerpos de cientos de víctimas, ante el temor de ser removido del poder.

Indeterminados como sociedad, escindidos de vigor y de hábitos para actuar, la historia o el relato, también son presa de esta maquinaria perversa de demolición y de usurpación de la virtud por el vicio. “Puede haber un requerimiento moral en la historia, entender la situación de uno para que en ella puedan fundarse la inspiración, el buen vivir. Puede haber un requerimiento económico, el que le dé a cada cual el discernimiento de sus ventajas, puede haber un requerimiento estético para un componente del estado del espíritu para entender un poema”. Pero esas máximas del relato histórico han sido envilecidas por la expansión o copamiento de la maldad total del chavomadurismo, quien las aprendió y las aprehendió, del Foro de Sao Paulo, enemigo jurado de la libertad y cuna de la tiranía. En fin, no hay relato histórico, se busca decosntruir la verdad, otorgarle una humanización o idolización a la patria, confiriéndole atributos humanos, haciendo una prosopopeya abyecta que embrida daño, pues son relatos incoherentes que atentan contra la lógica.

En este punto es menester retomar a Croce y afirmar que la libertad enfrenta al mal en todas sus dimensiones, asumiendo los riesgos que esto conlleva, riesgos que en la Venezuela frenética y distopica de Maduro van desde el riesgo a la integridad personal, material y patrimonial, hasta el ostracismo del cual se puede ser víctima por asumir una postura confrontativa en la empresa de defender a la verdad como paradigma, de la mentira prefabricada o de la posverdad oficial. Como complemento de esta empresa, es menester estremecer a esta sociedad tomada por Hipnos, y acudirla para que entienda los horrores de los naufragios de Güiria y los de Paraguaná, intentando llagar a la inmisericorde Trinidad y Tobago, que demostró toda su carga de indiferencia y xenofobia hacia los náufragos venezolanos que se escapaban de una imposibilidad como la desarrollada en esta ex república; el mar no fue el homicida de estos desdichados, el mar fue un actor en el drama de escapar, como actor fue contra los cubanos que se lanzan la mar de la felicidad para llegar a Florida, sin embargo, los venezolanos tenemos lejos por los reinos de Poseidón a los territorios de libertad.

Entonces nos queda un último relato de la historia actual, pues de acuerdo a Benedetto Croce “la historia está relacionada con los tiempos actuales”, ya no es el mar que nos devuelve cadáveres henchidos de desdichados que huyen de este laberinto, sin el hilo de Ariadna y solos con la violencia del engendro de Pasifae, ahora son los caminantes que son tragados por las fauces del tapón del Darién, una selvática región fronteriza entre Colombia y Panamá, en la cual impera el Leviatán de Hobbes, en donde el hombre es licántropo y lobo del hombre y Thanathos, la muerte, reina, tras cada ciénaga, tras cada accidente topográfico, en cada rio y en la perversión que hace mutar al hombre en licaonida, sediento de sangre y horror.

Finalmente, la pobreza del lenguaje como indicador de la pobreza del espíritu dan cuenta de un ciudadano líquido en las redes, que llega a juzgar hasta la burla esta travesía que solo la sustenta la desesperación, arguyendo la frase “sí pueden caminar hasta la frontera con Estados Unidos ¿por qué no trabajan aquí?” , en esta frase leída en las líquidas e impersonales redes, donde cualquier atolondrado con datos se siente con la cualidad moral para juzgar, opinar y calificar, se demuestra cómo el lenguaje cruel, depauperado y sin sentido vacía el alma y la empobrece, no somos capaces de separar este fenómeno en sus partes, entender que la crueldad de la antinomia del chavismo deviene desesperación y necesidad de huir, menos somos habilites para sintetizar y entender que estamos frente a una hegemonía que no entiende los logos políticos sino el horror, una hegemonía que desprecia el acuerdo y favorece la instauración de la violencia, pues su marco de pensamiento es la gansterilidad impuesta y pivotada en la pobreza de las pobrezas.

Solo lograremos superar la indiferencia y retornar al camino de la recuperación del daño antropológico cuando seamos capaces de asumir la libertad como elemento de oposición indispensable para hacer frente al mal y comencemos como  los griegos  antiguos, a insuflar valores y virtudes desde la educación, para no volver a repetir este horror, citando a Theodor Adorno: “Si la educación tiene algún sentido es no volver a repetir Auschwitz”, en nuestro caso el empeño debe ser educar para no volver a repetir el chavismo.

Defendamos pues la libertad, sea cual fuere su precio.

“La violencia no es fuerza sino debilidad, nunca podrá crear cosa alguna, solamente la destruirá». Benedetto Croce.


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