En 1980 fueron cinco, en 1983 fueron 65, para 1985 el número ascendió a 107 y para 1989 ocurrió más de 1.000 veces. Hablamos de las torres eléctricas. Cada torre costaba alrededor de 30.000 dólares al Estado. Sendero Luminoso las dinamitaba y, ¡Boom!, había un apagón que, durante años, fue el pan de cada día. Si no tenías la suerte de tener un grupo electrógeno, pues a estudiar con velita. Sendero, a través de la oscuridad, cambió la vida de los peruanos. Así eran los ochenta y el inicio de los noventa, hasta que un día todo cambió.

Los apagones, ciertamente, eran lo de menos. La matanza, a través de múltiples formas, era el trago amargo de todos los días. Mataron peruanos de muchas maneras. Una fue a través de coches bombas. De nuevo, ¡Boom! y, si tenías suerte, solo retumbaban o se rompían tus ventanas. Lo peor pasó muchas veces. Es conocido el estallido en el atentado de Tarata en 1992, pero fueron muchos más. Por ejemplo, durante la visita del presidente argentino Raúl Alfonsín en marzo de 1985, explotó un coche frente a la Municipalidad de Lima, otro después en el Palacio de Justicia y hasta incendiaron locales comerciales del centro de la ciudad. Un panorama acorde a la visita diplomática. El presidente argentino llegó y escucho, al menos, dos explosiones de alto calibre. Sin embargo, repetimos, todo esto ocurrió gracias a un día en específico.

Dinamitar torres eléctricas y dejar coches bombas eran solo atentados a la distancia. Sin embargo, Sendero también mataba a sangre fría y con arma blanca. Se recuerda, con especial énfasis, la masacre en Santiago de Lucanamarca. Los senderistas asesinaron a 69 compatriotas el 3 de abril de 1983. Dieciocho víctimas fueron menores de 10 años de edad. La Unidad de Investigación Forense afirma que más de la mitad de las víctimas murieron a consecuencia de ataques con armas blancas, como hachas y machetes, ataques físicos directos, golpizas.

También se debe recordar la masacre del 27 de febrero de 1989 en Canayre (Huanta, Ayacucho). En esta localidad, el ataque terrorista cobró 39 vidas entre niños, mujeres embarazadas y adultos (como en Lucanamarca). Sin embargo, este ataque tiene una particularidad. Los terroristas fueron vestidos con ropa de militares, robaron su armamento e ingresaron al pueblo en 6 botes pertenecientes a las Fuerzas Armadas. No solo asesinaron a 4 decenas de compatriotas, sino que mancharon, como nunca probablemente, el uniforme de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas.

Sendero asesinaba a la bruta, como en Lucanamarca o Canayre, entre tantos otros sitios, pero su sed de sangre también respondía a criterios estratégicos. Mataron a líderes de todos los partidos. Mataron a funcionarios de todas las instituciones. Mataron a periodistas, como Bárbara D’Achille. Mataron a María Elena Moyano frente a sus hijos. Luego, dinamitaron su tumba. También asesinaron, en la puerta de su casa, al dirigente sindical Pedro Huilca. Así lo reconoció El Diario, medio oficial de Sendero Luminoso.

Hubo 40.000 víctimas de Sendero Luminoso entre 1980 y 1993 que es lo que duró su denominada “guerra popular”. ¿En qué se basaba esta? “El fin de las acciones violentas es hacer del Perú un país ingobernable”, dijo Abimael Guzmán en la famosa entrevista del siglo. Y complementa: “En cuanto a la violencia partimos de un principio establecido por el presidente Mao Tse-tung: la violencia es una ley universal sin excepción alguna, quiero decir la violencia revolucionaria; esa violencia es la que nos permite resolver las contradicciones fundamentales con un ejército y a través de la guerra popular”.

Así es, la violencia de Sendero respondía a fines políticos, a una ideología. A través de su ideología marxista-leninista-maoísta-pensamiento Gonzalo emprendieron la destrucción de la sociedad para tomarla. Establecieron el terror a través de los apagones, los coches bombas, las masacres y los asesinatos selectivos. Tomaron las universidades y las mentes de muchos jóvenes.

Todo este tiempo de terror y sangre se comenzó a detener cuando el GEIN capturó a Abimael Guzmán el 12 de septiembre de 1992. Un día como hoy, hace treinta años, fue la captura del siglo. Se desarticuló este grupo terrorista y el país saboreó la paz.

La totalidad de la edición de El Reporte de hoy está dedicada al GEIN y a la captura de Abimael. Es una muestra de gratitud, pero también un ejercicio de memoria en contra del marxismo-leninismo, de los asesinos. Es un ejercicio de memoria, pero jamás de reconciliación. Con los terroristas jamás debemos reconciliarnos. La lucha en contra de ellos, se encuentren donde se encuentren, debe ser tenaz y basada en la experiencia. Se combate mejor con inteligencia, que con brutalidad.

Artículo publicado por El Reporte de Perú


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!