En 1895, la alianza entre ambos países alcanzó quizá uno de sus puntos más cumbres, cuando Estados Unidos se enfrentó a la superpotencia de la época, Reino Unido, a favor de los intereses venezolanos y en rechazo al imperialismo europeo. Fue una de las pocas veces en la historia que la «relación especial» entre las dos potencias anglosajonas se ha quebrantado. Y el motivo fue Venezuela.

Con 159.500 kilómetros cuadrados ricos en recursos naturales, el Esequibo ha sido por siglos el foco de una histórica disputa territorial. Fue inicialmente controlado por el imperio español y el holandés, que más tarde se lo cedería a los británicos

Según un documento del Departamento de Estado de Estados Unidos, la disputa entre Caracas y Londres comenzó oficialmente en 1841, cuando el gobierno venezolano denunció una presunta incursión británica en suelo venezolano.

En 1814, Reino Unido había adquirido la Guayana Británica mediante un tratado con Países Bajos, pero el pacto no definía la frontera occidental del territorio y por eso los británicos designaron en 1840 al explorador Robert Schomburgk para que trazara la frontera.

Poco después se dio a conocer la llamada «Línea Schomburgk», un polémico trazado que reclamaba casi 80.000 kilómetros cuadrados adicionales.

Al mismo tiempo, Venezuela -recurriendo a los límites establecidos al momento de su independencia- aseguraba que su frontera se extendía hasta el este del río Esequibo, reclamando así dos tercios de la entonces colonia británica.

Pero la línea fronteriza no quedó ahí. Años después, cuando se descubrió la existencia de oro en la zona disputada, Reino Unido buscó extender la frontera aún más, agregándole 85.000 kilómetros cuadrados a su colonia.

Para Venezuela, esa fue la gota que colmó el vaso. Su gobierno decidió entonces romper relaciones con Londres y pedirle ayuda a EE.UU., solicitándole que pusiera en práctica la Doctrina Monroe, que desde 1823 establecía que cualquier intento europeo de interferencia en Estados soberados en América sería visto como muestra de una «disposición hostil» hacia Washington.

Estados Unidos respondió expresando preocupación, pero inicialmente hizo poco para facilitar una solución.

Pero tras la insistencia venezolana y la presión del entonces presidente estadounidense Grover Cleveland y la de su exembajador en Caracas, en enero de 1895 la Cámara de Representantes de Estados Unidos propuso la Resolución 252 al Congreso que recomendaba que la disputa fuera resuelta en un arbitraje internacional.

Cleveland había declarado anteriormente en una polémica intervención que la línea fronteriza en el Esequibo había sido ampliada de una manera misteriosa

Más allá del tema del Esequibo, la intervención de Estados Unidos se dio en el contexto de una lucha entre Washington y Londres por mantener a América Latina en sus esferas de influencia.

El presidente estadounidense Cleveland insistió en intervenir para resolver el diferendo.

Ya estaba ocurriendo una especie de transición gradual entre el dominio británico y el estadounidense. En aquel momento, Gran Bretaña seguía siendo mucho más influyente que Estados Unidos en América Latina.

Y así fue hasta al menos el final de la Primera Guerra Mundial o incluso poco después.

A finales del siglo XIX también se llevó a cabo el Reparto de África y Estados Unidos temía que las potencias europeas intentaran repartirse América Latina de la misma manera que lo hicieron con el continente africano.

La decisión de defender Venezuela también fue política. Entre 1893 y 1897, Estados Unidos atravesaba una gran depresión económica y una de las críticas de la oposición hacia el presidente Cleveland era que no hacía que su país destacara como potencia. No necesariamente estaba tratando de ejercer una especie de control imperial estadounidense sobre América del Sur, pero quería evitar que los británicos siguieran expandiéndose

El ex primer ministro británico Lord Salisbury dijo que la Doctrina Monroe no tenía validez como derecho internacional, unas palabras que enfurecieron a Estados Unidos.

Pero la disputa por el Esequibo cambió la dinámica.

Parte de la razón por la que Estados Unidos se involucró fue porque un exembajador estadounidense en Venezuela estaba ejerciendo presión a nombre de los venezolanos. Ya habían pasado 30 años desde el fin de la Guerra Civil y el país y estaba más fuerte y más decidido a proyectar poder. Ya se hablaba de un canal y había esperanzas de que Estados Unidos se convirtiera en una potencia mundial.

Los primeros en ver eso fueron los venezolanos. En efecto, el escritor, abogado y exembajador estadounidense en Venezuela William Scruggs jugó un papel fundamental en la campaña por ayudar a Venezuela al publicar un controvertido folleto titulado British aggressions in Venezuela; or The Monroe doctrine on trial («Agresiones británicas en Venezuela; o la doctrina Monroe a prueba»).

Aunque molesto por la intervención estadounidense, Reino Unido estaba demasiado distraído por varios conflictos que enfrentaba en todo el mundo, especialmente en Sudáfrica, para concentrarse en este asunto.

No obstante, el ex primer ministro británico Lord Salisbury respondió a la presión estadounidense asegurando que la Doctrina Monroe no tenía validez como derecho internacional.

El gobierno de Guyana considera que la disputa fue resuelta en 1899, pero para los venezolanos el asunto no ha terminado.

Pero el presidente Cleveland no daba su brazo a torcer y aquella respuesta lo enfureció. El 17 de diciembre de 1895, en una sesión extraordinaria en el Congreso estadounidense, el mandatario solicitó que se creara una comisión que tendría como tarea investigar exhaustivamente sobre los límites de las naciones en disputa y propuso que las conclusiones de dicha comisión se hicieran cumplir «por todos los medios».

La propuesta fue aprobada por unanimidad y en la prensa estadounidense comenzaron a circular rumores de guerra con Reino Unido, a causa de Venezuela.

Londres sabía que no podía darse el lujo de entrar en una nueva guerra con el gigante de Norteamérica y terminó aceptando la intervención de su excolonia.

Así fue como Estados Unidos, representando a Venezuela, y Reino Unido firmaron el 2 de febrero de 1897 un tratado en Washington para someter la disputa a un arbitraje internacional.

Venezuela estaba convencida de que la justicia estaría de su lado, pero la comisión terminó fallando el 3 de octubre de 1899 a favor de Reino Unido, estableciendo la «Línea Schomburgk» como la frontera entre ambos territorios.

El panel de arbitraje dominado por estadounidenses finalmente cedió la mayor parte del territorio en disputa a los británicos. La mediación mostró la fuerza de Estados Unidos en América Latina y también fue un punto de inflexión para las relaciones británico-estadounidenses en el camino hacia la relación especial.

Mucho después, en los años 1950, surgieron algunas evidencias que hablaban de complicidad entre los delegados británicos y el juez ruso de aquel tribunal en París, cuyo voto fue decisivo para el fallo en contra de Venezuela.

Como respuesta a aquellas revelaciones, en 1962 Venezuela denunció el laudo como «nulo e írrito» y reactivó el reclamo del territorio ante las Naciones Unidas.

Tras la denuncia venezolana, se firmó el Acuerdo de Ginebra, según el cual la zona es controlada por Guyana aunque su soberanía es reclamada por Venezuela.

El acuerdo, que era de carácter transitorio, estableció un plazo de 4 años para solucionar el diferendo.

Sin embargo, a la par de este conflicto, 4 años después, 1897, surge uno nuevo donde también Estados Unidos debe intervenir en defensa de Venezuela, pues Reino Unido, Alemania, Italia y otras potencias extranjeras reclamaron la inmediata cancelación de los daños sufridos por sus ciudadanos en Venezuela durante los últimos años de guerra civil. También reclamaban el cumplimiento por parte del gobierno del pago de las deudas de gobiernos anteriores al de Castro. El presidente Roosevelt tenía  profundas diferencias con Cipriano Castro, pero permitió a Herbert W. Bowen que fungiera como comisionado especial para Venezuela para lograr una salida negociada con Alemania. El presidente Roosevelt al saber que tanto el Reino Unido como Italia deseaban un arbitraje, puso como blanco al emperador alemán.

Se puede decir que de los poderes implicados, Alemania fue el que salió en peor postura. Sufrió todo el ataque mediático de la prensa americana y británica. Se les consideró warmongers y con una clase política tan polarizada como la británica, además de los intereses contrarios en Europa y África, las relaciones entre el Reino Unido y Alemania no tardarían en deteriorarse más que salir beneficiadas por la crisis en Venezuela.

Cuando Von Holleben visitó la Casa Blanca, y la crisis había escalado, Roosevelt le dejó encomendado que le advirtiera al Emperador que de no llegar a ninguna negociación en la crisis venezolana, y no retirar la flota en costas venezolanas, la flota estadounidense al mando del almirante Dewey defendería a Venezuela de cualquier agresión de Alemania.

El cobro de estas deudas hace crisis en diciembre de 1902, cuando se lleva a cabo un bloqueo a las costas venezolanas como un clásico ejemplo de la diplomacia de cañonero aplicada por las grandes potencias de la época.

Esta agresión fue llevada a cabo por Reino Unido, Alemania e Italia contra Venezuela para dirimir con Estados Unidos áreas de influencia en territorios americanos, se escudaba en el cobro compulsivo de deudas morosas y el reconocimiento de reclamaciones pendientes, a pesar de que sobre estas últimas el gobierno venezolano mantenía objeciones doctrinarias sustentadas en principios de derecho internacional.

El 9 de diciembre de 1902, 15 unidades de la armada británica y alemana actuando en operación conjunta atacaron el puerto de La Guaira. Desembarcaron tropas en los muelles, de los cuales se apoderaron; a las 12 de la noche fuerzas alemanas atravesaron la ciudad para conducir sus representantes diplomáticos a bordo de la flota y así ponerlos a salvo de una eventual represalia del gobierno venezolano. A las 5:00 a.m. del día 10 los británicos harían lo mismo, trasladando además a varios connacionales que exigían protección.

La pequeña marina de guerra venezolana no opuso ninguna resistencia al no estar a la altura de las circunstancias. Estaba compuesta por buques en su mayoría de procedencia civil, armados con cañones y lanzatorpedos para uso militar. En total eran diez «cañoneros» en servicio: Bolívar, Miranda, Monagas, Federación, Augusto, Ossum, Totumo, General Crespo, Margarita y Restaurador. A esta pequeña flota se le sumaban el transporte Zamora y el remolcador Zumbador. Los cañoneros Totumo y General Crespo fueron remolcados a mar abierto por los alemanes y hundidos el 10 de diciembre. Marinos armados del acorazado británico HMS Retribution abordan el Ossum y el Margarita, destruyéndoles las máquinas. El Capitán del crucero SMS Gazelle, Titus Türk, aborda la vieja cañonera Restaurador en el puerto de Guanta el 11 de diciembre de 1902. Arresta a la tripulación y convierte el buque en el SMS Restaurador al servicio de la Marina Imperial Alemana (Kaiserliche Marine). Sin flota para enfrentar a los agresores, el presidente Castro se defiende con retumbante proclama: «¡La planta insolente del Extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria!» Su eco se refleja en la Doctrina Drago, suscrita por el Ministro de Relaciones Exteriores argentino de la época, Luis María Drago, mediante la cual argumenta la ilegalidad del cobro violento de las deudas por parte de las potencias más importantes de la tierra en detrimento de la soberanía, estabilidad y dignidad de los Estados débiles.

Ante esta situación, Castro ordena la preparación general del ejército para responder a la desigual confrontación y aumenta su plataforma política mediante un oportuno acercamiento a su principal opositor el «Mocho» Hernández y a su Partido Liberal Nacionalista. En las principales ciudades del país se producen ruidosas manifestaciones de apoyo al «restaurador», en lo que se considera como una importante evidencia de nacionalismo antiimperialista. Incluso pacifistas como el doctor José Gregorio Hernández se enrolan como voluntarios. Aunque transitorio, el movimiento popular fortalece al gobierno e influye en el sesgo que, en breve, toman los acontecimientos. La opinión política y el presidente se aproximan al Gobierno norteamericano invocando la Doctrina Monroe, cuando aumentan los rumores en relación con el interés británico y alemán de asentar fuerzas permanentes en territorio venezolano. Sin embargo el presidente Theodore Roosevelt solo se ofrece como mediador en el conflicto.

Entre los días 12, 13 y siguientes, el crucero protegido inglés de clase Astrea HMS Charybdis y el crucero alemán SMS Vineta bombardearon con extrema precisión el castillo Libertador y el fortín Solano de Puerto Cabello destruyendo sus cañones. Pocos días después, a la escuadra anglo-germana se unieron tres buques de la armada italiana para servir a la expedición en tareas de acompañamiento logístico. El crucero italiano Elba fue el primero en llegar en frente de la costa de La Guaira el 16 de diciembre y el día siguiente llegaron el crucero armado Giovanni Bausan y el crucero acorazado Carlo Alberto. Italia fue encargada del bloqueo del puerto de Vela de Coro (Estado de Falcón).

También se unieron al bloqueo buques de Holanda, Bélgica y España.

El 22 de diciembre de 1902 el vicealmirante inglés Archibald Lucas Douglas, comandante de la armada conjunta, en esta ocasión a nombre del imperio británico, hizo publicar en el diario El Heraldo de La Guaira la siguiente disposición: «Por la presente se notifica que un bloqueo ha sido declarado para los puertos de La Guaira, Carenero, Guanta, Cumaná, Carúpano y las bocas del Orinoco, y se hará efectivo desde y después del 20 de diciembre…». Solo se refería a La Guaira y a las costas situadas al este de dicho puerto, porque las occidentales quedaron a cargo de los alemanes.

El comandante de estos se dirigió al castillo de San Carlos de la Barra en los siguientes términos: «Según ordenanzas de Su Majestad el Emperador de Alemania declaro por la presente el bloqueo de los puertos venezolanos de Puerto Cabello y Maracaibo».

El bloqueo para Puerto Cabello empezó el 22 de diciembre y el de Maracaibo el 24 de diciembre. En ambas ciudades se asentaba una importante colonia alemana.

Durante el bloqueo y en los meses siguientes, un movimiento popular de respaldo a Cipriano Castro se hace sentir en Latinoamérica, pero solo un Gobierno protesta de manera expresa ante lo acontecido: la República Argentina, por intermedio de su canciller, Luis María Drago, expide el 29 de diciembre de 1902 un documento doctrinal sobre la ilegalidad del cobro violento de una deuda, ejercido por grandes potencias en detrimento de Estados pequeños.

El sábado 17 de enero de 1903, el cañonero SMS Panther apoyado por el crucero ligero SMS Falke, ambos de la marina imperial alemana (Kaiserliche marine), persiguen a una goleta mercante que había burlado el bloqueo e intentan pasar por la barra del Lago de Maracaibo desprovista de balizaje ya que los venezolanos habían retirado las boyas del canal de navegación. El capitán del Panther al no conocer la batimetría de aguas someras del sitio, encalló el buque cerca del castillo de San Carlos de la Barra, quedando a tiro de los cañones de la fortaleza zuliana. De inmediato empezó un duelo de artillería entre las baterías del castillo y los buques invasores denominado popularmente como «la Cañonera». Los artilleros venezolanos Manuel Quevedo y Carlos José Cárdenas con un cañón Krupp de 80 mm, (que por coincidencia era de fabricación alemana) lograron hacer varios impactos en el Panther, averiándolo de consideración [cita requerida]. En esta acción resultaron seis heridos en el castillo San Carlos.

El martes, 20 de enero de 1903, llega procedente de Puerto Cabello el crucero protegido SMS Vineta en auxilio del Panther, para realizar al día siguiente un bombardeo de 8 horas de duración al indefenso pueblo de San Carlos, ocasionando cerca de 40 muertos. Poco después, el Panther logra salir del área.

Todos estos actos de violencia se produjeron sin una previa declaración de guerra emitida por alguna de las partes y sin que mediaran ofensas venezolanas a los agresores, que supusieran la necesidad de una respuesta tan drástica como la que constituyeron los actos mencionados.

Sobre estos acontecimientos se han manejado muchos comentarios, pero todos conducen a dos proposiciones básicas.

La primera, muy debatida y puesta en duda desde los primeros días del bloqueo en el parlamento británico por los miembros de la oposición, así como posteriormente en foros, prensa y análisis historiográficos, fue expuesta por el primer ministro Arthur Balfour ante la Cámara de los Comunes; ella tendría su origen en la renuencia del gobierno venezolano a reconocer reclamaciones pendientes por daños y perjuicios causados a las personas y propiedades de súbditos de las potencias atacantes, así como el cobro de la deuda pública externa que el país mantenía en crónico estado de mora con Reino Unido y Alemania. Efectivamente, al 31 de diciembre de 1902 Venezuela era deudora de estas potencias por 119 300 000 Bolívares (Bs), saldo al que se habían acumulado 46 000 000 Bs por intereses. El gobierno venezolano había suspendido el pago de esta deuda debido a la crisis económica que atravesaba el país.

Desde 1900, el ingreso fiscal apenas promediaba 30 000 000 Bs y los gastos de guerra a que obligaban los continuos alzamientos internos de la época solo empeoraban la situación e impedían que se atendiera a las exigencias de los acreedores. Al monto de la deuda se agregaba el de las reclamaciones, tramitadas a través de canales diplomáticos por los supuestos agraviados y que se situaba en 186 500 000 Bs. El gobierno venezolano no se mostraba dispuesto a reconocer estas reclamaciones porque estimaba —y luego quedó demostrada la certeza de su posición— que exageraban en mucho el cálculo de dichos daños. Venezuela era un país internacionalmente insolvente, sin ninguna capacidad de pago al momento del bloqueo. Pero, como lo expresó la oposición británica en la Cámara de los Comunes, otro debió ser el procedimiento para exigir el pago.

La segunda tesis acerca de los motivos profundos que condujeron al bloqueo resulta mucho más compleja y de difícil demostración, como no sea por los indicios circunstanciales de un cuadro geopolítico de gran amplitud, a través de cuyo análisis se facilita la comprensión del problema. Desde los mismos días del bloqueo se ha sostenido que, en el fondo de su ejecución, estaba en juego el equilibrio mundial del poder; que las potencias europeas lo utilizaron como medio para someter a prueba la política de poderío extranacional mantenida por Estados Unidos.

El 1 de junio de 1903 el escritor venezolano César Zumeta publicó un artículo en el número 4 de la revista Némesis, editada en Nueva York, donde se expresaba así: «…Alemania ha resuelto obtener de Estados Unidos, de grado o por la fuerza, una revisión de la doctrina Monroe, que le abra la puerta a ella y a las demás potencias que lo deseen, esferas de influencia al sur del Canal de Panamá […] se prejuzga que sea en el Caribe donde se libren las batallas que han de decidir los destinos de la América española…»

Lo cierto es que el conflicto tomó un curso que derivó en el sentido expuesto, al intervenir Estados Unidos ante Gran Bretaña y Alemania para que levantaran el bloqueo; aun cuando, previamente, el presidente Roosevelt había aceptado una acción punitiva de estas dos potencias contra Venezuela.

El bloqueo fue levantado en virtud de los protocolos firmados en Washington el 13 de febrero de 1903 con los agresores y otras naciones, para cuyas discusiones Venezuela nombró como representante diplomático al ministro estadounidense acreditado en el país, Herbert Wolcott Bowen ya que Estados Unidos estuvo como mediador al ser un partido neutral en la situación.4​

Por medio de aquellos instrumentos se formalizó el levantamiento del bloqueo naval y el compromiso de reiniciar el pago de la deuda externa que fue reducida de 352 000 000 Bs de capital e intereses más indemnizaciones de guerra a 150 900 000 Bs, menos de la mitad que las demandas iniciales de los reclamantes. En este Protocolo se acordó que Venezuela pagaría con el 30 % de sus ingresos de aduana.

El 17 de febrero de 1903, Estados Unidos y Venezuela firmaron un acuerdo internacional. Entre sus promotores, se encuentran John Hay y Herbert W. Bowen. De acuerdo a este protocolo, Venezuela pagaría su deuda a plazos con el 30 % de sus ingresos de aduana —artículo V—.

Otro acuerdo, entre las naciones implicadas en el bloqueo y Venezuela, se suscribió el 07 de mayo de 1903. En él, se insta al Emperador de Rusia, o Zar de Rusia, a nombrar tres miembros de la Corte de La Haya, tres árbitros para determinar lo relacionado al litigio entre Venezuela, Italia, Alemania y Reino Unido. Cualquier nación, de acuerdo al artículo VI, que tenga intereses o reclamos contra Venezuela podrá unirse al arbitraje.

En el artículo primero se ratifica el pago en cuotas de 30% según las ganancias de las aduanas, punto acordado previamente con los Estados Unidos de América en el protocolo previo. Al acuerdo se sumaron adicionalmente Francia, Bélgica, Países Bajos, Suecia, Noruega y México.

Así, finalizaba la crisis en Venezuela con estrepitosos resultados para las partes implicadas y un notorio éxito para los Estados Unidos. Como dije antes, EEUU intervino a favor de Venezuela, a pesar de las produndas diferencias con Cripriano Castro.

Cipriano Castro estaba deslegitimado. Cuando tiempo después abordó el vapor que lo llevaría hasta Europa -donde debía operarse, en Alemania, de una agobiante y penosa enfermedad renal- Cipriano Castro probablemente pensó que aquel era un viaje sin retorno. La intervención a la que debía someterse en Alemania era altamente riesgosa, pero ese no era su único motivo de preocupación. Sobre él pesaba la abierta enemistad de Estados Unidos y las principales potencias europeas.


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