Cuando hombres armados penetraron masivamente en Israel en parapentes, motocicletas y a pie, la mayor sorpresa estaba aún por llegar: la inteligencia israelí conocía los planes para el atentado terrorista del 7 de octubre, pero subestimó la capacidad y la determinación de Hamás para llevarlo a cabo.

Por eso la solución de la guerra que ahora libra en la Franja de Gaza implica también restañar las heridas internas por una falla que se creía relegada a la guerra árabe-israelí de 1973.

Porque no se trataría solo de que Israel habría podido frenar los ataques e incluso evitarlos  y desde luego impedir tantas muertes, sino que probablemente habrá que responder al espinoso asunto “sobre si había filtraciones en el establishment de seguridad israelí”.

Lo que suscitó dudas acerca de cómo reunía Hamás la información de inteligencia, apunta The New York Times, es que su plan incluía detalles sobre la ubicación y el tamaño de las fuerzas militares israelíes y otra información sensible.

Todo está en el documento Muro de Jericó, llamado así por las fortificaciones antiguas en la actual Cisjordania, en el que según el Times no se fijaba una fecha para el ataque de Hamás. Haberlo desentrañado pudo convertirse en un golpe de inteligencia, pero en vez de eso hoy constituye uno de los peores errores de cálculo en los 75 años de historia de Israel.

La audacia del plan terrorista hizo que fuera fácil de subestimar y la táctica de engaño funcionó a favor de Hamás.

Israel malinterpretó asimismo las acciones del grupo, que había negociado permisos para que palestinos trabajaran en ese país, y eso fue tomado como una señal de que no buscaba la guerra.

A la serie de errores se unió que las autoridades de inteligencia  parecían convencidas  de que Yahya Sinwar, líder de Hamás, no estaba interesado en ir a la guerra con Israel. Y todo esto probablemente estará presente cuando se analicen con mayor rigor los acontecimientos previos a los ataques del día más letal en la historia de Israel.


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