El Día del Trabajador se celebra para recordarnos que el trabajo es un medio de transformación personal y no un castigo. En el trabajo desarrollamos nuestros talentos, nuestras tendencias a hacer determinada cosa, nuestros gustos. Ciertamente habrá días en los que uno desearía no trabajar, por cansancio, pero en principio, cuando se está en una edad productiva, el trabajo ocupa una buena parte de nuestro día y lo ideal es que uno ame su profesión.

Es cierto que muchos no tienen una profesión y trabajan en cualquier cosa con tal de que paguen. Pero mientras se discierna qué se puede hacer que se disfrute más, el trabajo es siempre un servicio que se ofrece a una buena parte de las personas que habitamos en la ciudad.

Lo ideal es poder elegir lo que de verdad nos apasiona. Es cierto, sin embargo, que muchos no pueden pensar en esto de este modo porque hay una familia que mantener y unas necesidades que cubrir de manera inmediata. Lo ideal, sin embargo, es hacer de nuestro trabajo el medio para desarrollar unas virtudes, unas potencialidades, unos talentos. Y tal vez sea el camino que se recorre, aunque no guste, el que nos va a llevar a lo que nos guste de verdad.

Todo trabajo deriva en la persona, directa o indirectamente, porque todo trabajo es un medio de servicio a la sociedad. Con él incidimos en nuestro ambiente, damos ejemplo de alegría al trabajar, y de esfuerzo cotidiano con perseverancia. Con el trabajo nos hacemos mejores, porque usamos nuestros talentos y nos hacemos conscientes de que servimos a un público grande, pues de uno se pasa a otro, y a otro, y a otro. Cuando hacemos bien lo que nos toca hacer, los clientes, o pacientes, o todo tipo de personas que van a verse beneficiados por lo que hacemos, se van alegres al toparse con ese alguien servicial que es un buen trabajador.

Lo importante es que al hacer bien nuestro trabajo nos hacemos buenos si pensamos en la responsabilidad que implica hacer derivar lo que hacemos hacia otras personas que serán beneficiadas, sea cual sea el trabajo. A veces pensamos que “trabajador” es un obrero, un albañil, un plomero, y la verdad es que no es así, pues “trabajador” somos todos lo que hacemos algo en la sociedad. Una madre que no sea profesional trabaja las 24 horas del día para su familia: ella es también “trabajadora”. Un médico, un abogado, un ingeniero, un carpintero, un economista, un maestro, por solo nombrar algunas profesiones, están en permanente servicio a la sociedad. Lo importante es ser honesto y tratar de hacer lo mejor posible lo que hacemos. Por eso digo que nos hacemos buenos trabajando, si lo hacemos bien y si somos honestos.

Un trabajo bien hecho puede ser hecho por alguien deshonesto. Puede saber construir, por ejemplo, y hacerlo muy bien. Pero si esa persona no es honesta el trabajo no estará bien hecho, en el sentido de que está empañado de una deficiencia moral. Así este trabajo será pura técnica, pues no hizo bueno a quien lo hizo. La intención es primordial para hacer un buen trabajo y hacernos buenos con él.

Venezuela necesita muchos trabajadores buenos, no solo en su profesión sino haciendo lo que hacen, pues está embarrada de personas que tergiversan el sentido del trabajo haciéndolo un nido de corrupción. Realmente el país está transido por la inmoralidad de muchos. Da tristeza tanta corrupción. Por eso pienso que hará falta formar a los trabajadores para que se hagan capaces de llevar adelante sus responsabilidades con ética profesional.

Sabemos que la calidad de los sueldos se presta a ser a veces deshonestos en el trabajo. Se sabe que siempre se roba en cualquier empresa. Por eso hace falta formar y estar cerca de los empleados para comprender sus situaciones personales. Eso de hacerse bueno con el trabajo implica a todos los trabajadores de una empresa, con un dueño a la cabeza. Este último debe estar muy pendiente de las necesidades de sus empleados si quiere hacerse bueno y hacer bien lo que hace.

En el país necesitamos gente buena para salir adelante. De eso no hay duda. Esperemos días mejores con lo aprendido tras esta crisis que vivimos. Lo bueno es que el trabajo se ha revalorizado, al estar todo el mundo muy necesitado de él. Eso es un aval. Hay empleados muy serviciales que luchan por hacer bien su trabajo. Se nota que reciben cursos de atención al cliente. Esto es bueno, pero hay que llegar a más, a todo el mundo. Solo así tendremos el país que queremos, conociendo sus limitaciones y sus necesidades.


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