Los medios de comunicación independientes venezolanos nos informan de una significativa cantidad de muertes, ocurridas en el personal dedicado a confrontar la ofensiva de la pandemia del coronavirus en Venezuela,  suceso en el cual nos llama profundamente la atención la desinformación gubernamental.

Olvido cuya naturaleza no comprendemos, porque ha sido y seguirá siendo el personal sanitario nacional, médicos, enfermeras, técnicos y trabajadores los que han arriesgado  su vida y aún lo siguen haciendo, en el batallar de la atención al paciente infectado.

Estimados lectores, no es ninguna sorpresa las carencias existentes en la infraestructura sanitaria nacional, desde hace años es conocido el agotamiento de las políticas públicas, destinadas a mejorar la cobertura de nuestra población en materia de  salud.

Cambios producidos a favor del próspero negocio de la medicina privada y de sus  soportes financieros, apoyados en el comercio de los medicamentos, los seguros y en la banca nacional, desviación que ha afectado al grueso de nuestra población porque ha quedado a la deriva frente a la necesidad de atender con éxito  su derecho a la vida.

Problemática ampliamente conocida y la cual no solo no ha sido resuelta, sino que se ha profundizado dada la incompetencia y corrupción gubernamental, caracterizándose por una situación de abandono generalizado, con el agravante actual  de la intervención extranjera en la actividad médica nacional.

Al déficit de infraestructuras hospitalarias se suma las carencias de equipos y medicamentos, y muy particularmente el empobrecimiento del cuerpo de atención  profesional producto de salarios miserables y carencia de estímulos al rendimiento.

Y como consecuencia del desarrollo del deterioro económico y sus gravísimas consecuencias sociales y políticas, la comunidad sanitaria al igual que la educativa, ha sido arrastrada por el masivo fenómeno migratorio, comprometiendo el rendimiento de las instituciones prestadoras de atención médica.

En esta situación tan precaria y frágil ha tenido que desenvolverse en los centros hospitalarios, el heroico y sacrificado cuerpo médico y de enfermería venezolano que aún permanece en ellos, centros que siguen carentes de recursos y de apoyo gubernamental suficiente, por lo que se han convertido en blancos casi inevitables del coronavirus.


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