La profunda crisis multidimensional que padecemos los venezolanos es de tal magnitud que requiere de esfuerzos intelectuales para comprenderla cabalmente; va mucho más allá de las estadísticas que comprueban cotidianamente la situación de caos que vivimos; es decir, la hiperinflación asfixiante, el aumento alarmante de la pobreza, los 6 millones de venezolanos que han tenido que huir del país, convirtiéndose en la mayor crisis migratoria del mundo, la escasez de combustible, la crisis eléctrica que empeora día a día, el desmantelamiento del sistema de salud pública, el deterioro total del sistema educativo, el aumento de suicidios y muchos otros etcéteras, que retumban en el alma del pueblo venezolano.

Son evidencias tangibles e innegables del terrible drama social que nos ha tocado vivir de la mano de un gobierno incapaz, corrupto, cínico y embustero, que no solo es el responsable de la dolorosa pesadilla que sufrimos, sino que además ha envilecido al sector político y lo ha corrompido de modo sin precedentes en nuestra historia; recordemos que la “alacranizacion” comenzó comprando y corrompiendo a diputados de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional, cuando investigaban la corrupción de las bolsas CLAP, y se destapó la gigantesca cadena de corrupción liderada por el colombiano Alex Saab, hoy preso en Cabo Verde, esperando ser extraditado a Estados Unidos y que el régimen presenta sin decoro como un héroe nacional.

Estos años nos han puesto a prueba a todos los venezolanos, pero con mayor rigor a los dirigentes políticos y los partidos; la mayoría se ha envilecido y corrompido y forma parte de esa fauna macabra denominada los alacranes. También la llamada MUD se ha vuelto cómplice de la dictadura y toleran sin rubor todos los atropellos del régimen; otros se han cansado y se han ido del país, y otros se mantienen  firmes en lo que es el centro del debate; en la denuncia del horror del sistema instaurado por la dictadura y el rechazo al espectáculo bochornoso de las llamadas elecciones del 21 de noviembre.

Hay un vacío de liderazgo, tanto en los sectores del régimen como en la llamada oposición, la MUD. Ambos son una vergüenza, tienen la misma catadura.

Ahora bien, desde las bases sociales se está produciendo un desarrollo importante en la construcción de un nuevo liderazgo político con verdadera visión de Estado, con sentido histórico, con valores morales y éticos que han sobrevivido a la catástrofe nacional y empiezan a generar una luz al final del túnel. Comienza a renacer la esperanza liderada por la Iglesia Católica, quien plantea con claridad que hay que refundar el país, acción ejemplar en voz de monseñor Ovidio Pérez Morales, abriendo cauce para salvar al país.

También sectores importantes de la sociedad civil, agrupaciones de trabajadores, de jóvenes universitarios, movimientos campesinos, de personas de la tercera edad, pensionados, hoy ultrajados por el  robo de sus ahorros por parte de quienes usurpan el poder político.

Existe un nuevo liderazgo que se mueve, que se desarrolla y está en formación para sumir la conducción del proceso de reconciliación nacional y de reconstrucción, para recuperar el valor de la política y elevarla al nivel que le pertenece, los nuevos tiempos por venir requieren de nuevos liderazgos, los que fracasaron o traicionaron deben abandonar la escena porque si no serán sacados por la fuerza del pueblo organizado, concientizado y moralizado que empieza a llenar la vía pública.

La narrativa ofrecida recientemente por el presidente interino, Juan Gerardo Guaidó, lo diferencia de los alacranes absolutamente y a su vez también lo distancia de la MUD-G4. No acompañar el fraude electoral de 21 de noviembre produce una ruptura significativa dentro de la historia de la lucha opositora y le brinda una oportunidad de sobreponerse a los intereses de los partidos políticos, para estar de lado de la mayoría de la población que aspira a conquistar la libertad.

Por primera vez se siente que encarna una propuesta genuina, no auspiciada por intereses individuales, recibe una ola de cuestionamientos pagados por el régimen en complicidad con sectores de la MUD, tratando de calificarlo en el subconsciente poblacional como corrupto, campaña que hasta ahora se revierte con facilidad toda vez que su liderazgo se mantiene estrictamente en función de su coherencia, además en sus palabras; “no estoy para repartir culpas, sino para sumir mi responsabilidad ante el país”. Acción que solo él ha tenido la valentía de plantearlo cobrando así un valor importante.

Sin embargo, su posición no será suficiente; debe conectar con todos los sectores de la vida nacional, partidos políticos, sociedad civil organizada; fundamentalmente la Iglesia, el exchavismo como categoría superior de quienes acompañaron a Hugo Chávez, y organizar una fuerza social que determine la política del país, que no se entregue a las lisonjas del régimen y sus cómplices, allí la clave del porvenir para democratizar la nación.

En lo adelante trabajar con firmeza en la construcción de una nueva esperanza, que empiece agitar las calles y los caminos de Venezuela, allí la enorme posibilidad de reencontrarnos todos aquellos que creemos profundamente en la democracia y con visión de futuro lograr la salvación nacional.

@jufraga12

 


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