Padre Luis María Olaso

«Creo que las controversias resultan siempre provechosas o cuando menos divertidas. En principio sirven para remover el ambiente –a Caracas le hacen falta aunque solo sea de tiempo en tiempo– y por más que no vayan muy lejos sirven para que nos definamos, cosa que raramente ocurre en estos tiempos entre nosotros. Por mi parte creo que esto último no me será difícil. Aquí en mi país, donde me gusta vivir y donde he querido hacer algo de utilidad, he echado al viento todas mis creencias de hombre y de pintor y he aceptado el riesgo que el hacerlo implica. Al hacer mi obra tengo también conciencia de ese riesgo y nunca me he asustado de los aldeanos revuelos que ella pudiera suscitar. Mal podría enojarme por ello, seguro de obedecer a mis profundas necesidades de artista (…)»

Alejandro Otero Rodríguez, el pintor, le dirige por la prensa nacional una carta pública a Miguel Otero Silva, el escritor (marzo de 1957). Citado por Federico Pacanins en su artículo «Alejandro Otero: el tránsito hacia la contemporaneidad venezolana», publicado en Papel Literario el 5 de marzo de 2021.

El pasado domingo, uno de mis mejores amigos, Ramón Castro, me hacía llegar el artículo de Federico Pacanins con ocasión a los 100 años del nacimiento de Alejandro Otero, artista plástico venezolano representante del arte abstracto. Alejandro Otero también sería uno de los protagonistas de la polémica en la década de los cincuenta entre artistas representantes del arte abstracto y los representantes del arte figurativo.

Me identifiqué mucho con las líneas citadas al inicio de este artículo, pero en mi caso sería respecto del Derecho. Como Otero, también creo que la disidencia es necesaria y que al menos sirve para definirnos. Aquí comienza mi definición: soy liberal, con una fuerte inclinación hacia la Escuela Austríaca de Economía, porque de las corrientes liberales, creo que es la que más aporta para el Derecho. Esta definición se refleja en mi ejercicio profesional, académico y personal. Mi forma de aproximarme al Derecho y de enseñarlo son evidencia de esta definición.

Como Otero, para el caso del Derecho, también he creído que Caracas necesita una sacudida. Desde hace 22 años ha habido una destrucción del Derecho y una transformación del ordenamiento jurídico para mantener un poder ilegítimo y arbitrario. Esto no es nuevo, es público y notorio. Pero al mismo tiempo, veo con asombro nuestra respuesta desde las Universidades (con excepciones obviamente).

Hasta hace poco enseñé en el pregrado de la Universidad Católica Andrés Bello la materia Teoría General del Derecho, y aunque existe libertad de cátedra, el programa sugerido era el índice del libro Curso de Introducción al Derecho de Luis María Olaso S.J. Los estudiantes el primer día de clases, en su mayoría, ya tenían sobre el pupitre este libro. No desmerezco los aportes del padre Olaso, pero se trata de un libro histórico, que no refleja los debates actuales sobre el Derecho, e incluso su lectura y enseñanza acrítica pueden contribuir mucho con el estado de cosas actual y servir, como lo llamaría Hayek en su día, como herramienta de ingeniería social.

Para el padre Olaso, el Derecho “Es la recta ordenación de las relaciones sociales, mediante un sistema racional de normas de conducta declaradas obligatorias por la autoridad competente, por considerarlas soluciones justas a los problemas surgidos de la realidad histórica” Luis María Olaso, Curso de Introducción al Derecho (Caracas: abediciones, 2017), p. 9.

En esta concepción del Derecho destaca (i) su función para ordenar las relaciones sociales; (ii) que ello sea declarado por una autoridad competente y (iii) que las normas sean justas (en otro capítulo de su libro, Olaso se inclinará por la justicia social y la función social de la propiedad) Olaso, Curso…, pp. 315-345. Y sin temor a equivocarme, podemos ver esta concepción del Derecho (un poco más actualizada tal vez) en muchos de nuestros profesores de Derecho aplicada a cada una de sus materias.

También como Otero, elegí quedarme en mi país y hacer algo de utilidad, aunque no sea bien visto o bien recibido. Hace unos 6 años cuando los estudiantes me recibían el primer día de clases con el libro del padre Olaso en mano, decidí confrontar los conceptos del padre Olaso con autores como Frédéric Bastiat, Friedrich A. Hayek, Bruno Leoni, Ludwig von Mises, Ricardo M. Rojas, Gabriel Zanotti, Stephan Kinsella, entre otros.

Mi preocupación, más que por la propia tendencia del padre Olaso (que podría decirse está en la acera del frente de donde me ubico), es que sea la única consultada y enseñada. Mi intención era presentar todos los puntos de vista que forman parte de las discusiones actuales. Este método también lo he aplicado desde el año 2018 en las clases del doctorado de la Universidad Católica Andrés Bello.

Es importante destacar que existe un camino completamente distinto, uno que considera que el Derecho es un conjunto de comportamientos que se han ido formando a lo largo del tiempo, dentro de un proceso evolutivo que supone ajustes, adaptaciones y coordinación social, y donde el legislador tiene una participación limitada, siendo esta última una de las expresiones en el Derecho de la propuesta de un Gobierno limitado.

Creo en un Derecho consustancial con la libertad del ser humano; no creo que el Derecho sea una herramienta de control social al cual deban ajustarse las conductas del ser humano, al contrario. Esta forma de concebir el Derecho afecta profundamente los temas fundamentales del Derecho: las fuentes del Derecho; las escuelas de interpretación; el concepto de Justicia; el rol del legislador; etc.

Al inicio de este artículo citaba extractos del artículo de Pacanins sobre la polémica entre Alejandro Otero y Miguel Otero Silva sobre la concepción del arte. Me identifiqué con esas líneas porque creo que en Venezuela podemos ver una tendencia que concibe al Derecho como una herramienta de control social y otra que concibe al Derecho como una institución evolutiva, como una expresión de Libertad. Me ubico en esta segunda tendencia y sé que no estoy sola, aunque pueda existir una abrumadora mayoría que suscriba la primera tendencia.

Sería injusta al decir que mi forma de ver y enseñar el Derecho me ha cerrado puertas o creado tensión entre quienes no la comparten. Pero escribo estas líneas porque creo que es tiempo de las definiciones y porque creo en la necesidad de discutir de forma abierta y pública estas ideas.


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