la cadena perpetua integración comercial
Foto: EFE

Desde que Estados Unidos fue atacado por sus enemigos el 11 de septiembre de 2001, la lucha contra el terrorismo se convirtió en el eje de su estrategia de relaciones con terceros. Ello trajo como consecuencia que sus representantes en las Naciones Unidas instaran y lograran que el Consejo de Seguridad adoptara una serie de decisiones en este terreno y que creara un Comité contra el Terrorismo, al que encargaron velar sobre el tema. De esta vigilancia continua a través de los años han surgido los elementos necesarios para sustentar muchas de las sanciones que la nación más poderosa del mundo ha tomado en contra de quienes tienen al terrorismo como herramienta de batalla. Lo mismo ocurre con la Unión Europea, que también protagoniza múltiples sanciones contra entes y gobiernos propulsores del terrorismo.

Cuando Iván Duque esta semana pidió a Estados Unidos considerar a la Venezuela de Nicolás Maduro como agente terrorista, iba bastante más lejos que señalar al régimen vecino como perpetrador de ataques en contra de la democracia colombiana. Colombia claramente estaba pidiendo a su más estrecho aliado en la escena mundial –ya lo es en batalla frontal que libran contra el narcotráfico– la inclusión de quienes gobiernan a Venezuela en la lista negra de movimientos terroristas, dentro de la cual figuran organizaciones como Al Qaeda.

El movimiento del mandatario de Colombia fue bien cavilado y presentado, luego de contar con elementos contundentes que involucran al régimen revolucionario que opera en Caracas en hechos terroristas precisos y comprobados. La ocasión no pudo ser mejor, pues a este III Seminario Internacional de Análisis y Prevención del Terrorismo Urbano asistía Philip S. Goldberg, embajador de Estados Unidos en Colombia.

Horas antes del discurso de Duque en el que puso la pica en Flandes, el Bloque Magdalena Medio de las disidencias de las FARC se había atribuido en un video que se encuentra en las redes la autoría del ataque contra la Brigada 30 del Ejército en Cúcuta, donde explotó un carro bomba, y del atentado contra Duque y parte de su gabinete, cuando se transportaban en el helicóptero presidencial.

Para nadie es un secreto que en Venezuela han permanecido protegidos por el régimen de Maduro los alias Iván Márquez, el Paisa y Romaña, comandantes de las disidencias de las FARC. Duque también aportó otros datos de relevancia como la presencia en suelo vecino de Gustavo Aníbal Giraldo Quinchía, alias Pablito, y Antonio García, quienes están a la cabeza del ELN.

Lo que sigue a partir de la petición del presidente de Colombia a Estados Unidos no es fácil de anticipar, pero sin duda que sus señalamientos unidos al comunicado de la disidencia de las FARC dan pie al Departamento de Estado para considerar formalmente el petitorio, avanzar en sus investigaciones y promover acciones sancionatorias a quienes tienes sostienen los hilos del régimen dictatorial de Venezuela.

En el momento en que el equipo de Maduro considera entablar negociaciones con la oposición y en las que las sanciones ya existentes en la esfera internacional en contra del régimen violador de derechos humanos -–las estadounidenses incluidas– se encuentran en el tapete, este nuevo movimiento del gobierno de Colombia,  encabezado por su presidente, viene a agregarle tensión a la situación, a la vez que deja claro ante los ojos del orbe que este tipo de crímenes deben ser perseguidos y castigados.

 


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