Provea: Maduro solo garantiza al país miseria y pobreza
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En el reciente estudio Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida 2021 (Encovi 2021), del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB, se define la situación de los venezolanos, para septiembre de este año, entre dos situaciones: emergencia humanitaria y pandemia. Pero de su contexto y con base en los indicadores de la crisis económica, la transición demográfica, pobreza y desigualdad, salud, migración internacional, trabajo, consumo de alimentos, inseguridad alimentaria; creo que la situación de los venezolanos es la de “desgracia grande, un suceso infeliz y lamentable». Es decir, la de “un desastre”. Ello porque esa situación, sociológicamente, es la de un daño severo a la sociedad concentrada en el tiempo y en el espacio, con pérdida de su autosuficiencia y de las posibilidades de las funciones esenciales de la sociedad, según la concepción del sociólogo Charles Fritz. O, también, como define el desastre crónico, Jon Anderson, “emergencias complejas extendidas en el tiempo”. En verdad, que la conceptuación de Venezuela por el estudio Encovi 2021 como “un país empequeñecido en términos económicos y demográficos, con elevados índices de pobreza y desigualdad y con gran escepticismo respecto al futuro”, es más que una emergencia y una pandemia, ya que el daño no es una amenaza potencial o un riesgo, sino un desastre consumado.

Por otro lado, que el estudio de Encovi 2021, señale como factor desencadenante o causa eficiente de esa situación de desastre la perdida de la institucionalidad por la creación fallida de una nueva institucionalidad a partir de la aprobación de la Constitución Nacional de 1999, no significa otra cosa que el modelo de la llamada revolución bolivariana ha sido y es mortífero. Es decir, que el modelo político, de tal revolución socialista, como ideológicamente la califican sus mentores, y su práctica gubernamental y administrativa, ha tenido como resultado lesivo el empequeñecimiento de Venezuela, mermando las capacidades de su población. Ese modelo es la versión contemporánea en el siglo XXI del mayor fracaso de los modelos socialistas marxistas, como lo es “el daño al derecho de desarrollo humano”. Es decir, la imposibilidad de acceso a la educación, a los mercados, al comercio, al suministro de alimentos, a la protección de la salud, así como la disminución de los ingresos de las personas, la limitación de los medios de vida, que hace todavía más vulnerables a los grupos de pocos recursos. La reducción de la población, el deterioro de su calidad de vida, la merma de su capacidad de producción y de productividad, el aumento de la severidad de la pobreza y de la pobreza extrema, la reducción del empleo, la destrucción del poder de compra, la disgregación de la familia, determinan un futuro incierto para las futuras generaciones. Un atentado contra la justicia intergeneracional como parte integral del desarrollo sostenible. El modelo socialista bolivariano ha llevado a Venezuela a ser el país más desigual de América, según Encovi 2021. Un atentado contra la población venezolana. Un crimen de lesa venezolanidad.

Ante este crimen el compromiso patriótico, por encima de intereses particulares y partidistas, es revertir la causa eficiente del desastre, como lo es restituir la institucionalidad perdida y mejorar la calidad de vida de las presentes y futuras generaciones. Mediante un consenso de modelo de progreso compartido basado en la eficiencia económica, la solidaridad y la justicia y la equidad social, en libertad y respeto a la dignidad de la persona humana y sus derechos fundamentales, sin autoritarismo y dentro del Estado democrático de Derecho y de participación ciudadana y no comunal, sustentado en una ética global.


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