¿Quién no ha pasado por esta experiencia? Llegar al trabajo, encontrarse en medio de habladurías contra alguien en específico y no saber qué decir o cómo reaccionar. Pues seguramente todos hemos tenido que enfrentar una situación similar al menos una vez en nuestras vidas y en el ámbito laboral es una de las prácticas más comunes y para nada productivas.

Los chismes se consideran un arma letal: su efecto resulta tan nocivo que pueden manchar la reputación o el nombre de una persona, una institución o una empresa. Y es sobre este último punto al que haré referencia en mi artículo, ya que los chismes definitivamente disminuyen la confianza entre compañeros y crean un ambiente laboral tóxico.

Las personas que se dedican al chisme en el trabajo hablan de la compañía, de sus compañeros y de sus jefes y, por lo general, toman una verdad parcial y la convierten en toda una verdad especulativa. Al respecto, Susan Heathfield, autora del artículo “How to Manage Gossip at Work”, del portal The Balance, asevera que estos individuos “especulan sobre el futuro de la empresa, sobre si los compañeros de trabajo serán despedidos y lo que otros empleados están haciendo en su vida personal fuera del trabajo”.

Así que es importante hacer un trabajo de hormiguita en las compañías para que el personal se dé cuenta de la frecuencia con la que se involucra en chismes y cómo de esta forma contribuye a los efectos dañinos que propicia este tipo de práctica.

Estos daños se pueden resumir en “la erosión de la confianza, los sentimientos heridos, la disminución de la moral, la reputación dañada, la credibilidad personal y profesional reducida, el aumento de la ansiedad, la división y el desgaste”, según Deborah Grayson Riegel, autora de “Stop Complaining About Your Colleagues Behind Their Backs”, texto publicado en Harvard Business Review.

También advierte que en su trabajo de coaching con líderes y equipos a menudo les pregunta si se involucran en chismes en el lugar de trabajo. “La mayoría de las veces, responden: ´¡Por supuesto que no!´ con una expresión en sus rostros que indica que se sienten insultados por haberles sido formulada tal pregunta”, dice.

Sin embargo, al final reconocen que nunca confirman con la “tercera persona”, esa que «alimenta» el chisme, la veracidad de lo que se dice sobre ella. Y para Grayson Riegel, si bien los líderes y los equipos pueden considerar este comportamiento como un inocente «desahogarse», esto es una forma de chisme en el lugar de trabajo.

Lo más contraproducente es que entre más se «infecta» el ambiente laboral con rumores y chismes, más trabajadores se ven perjudicados. Las agresiones son más frecuentes, las ideas no son expresadas por las personas por temor a cometer errores y verse involucradas dentro de los chismes. Y así, poco a poco, el lugar laboral se vuelve más hermético y con resultados negativos en la producción. Los empleados pierden y las empresas también.

No obstante, existe la manera de frenar los chismes. Para empezar-y lo que considero más importante- es que la compañía genere una cultura contra estos y fomente las aclaratorias de manera frontal. Es decir, solucionar esos chismes de forma directa.

Si esta práctica es tratada asertivamente, se creará una cultura de trabajo que no es compatible con los chismes. Por eso, es recomendable responder a las preguntas de los empleados de manera directa y honesta para evitar chismes relacionados con el trabajo.

Así que ante los chismes lo importante es salvar el clima laboral.


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