PSUV no instalará los puntos rojos el próximo 6 de diciembre
Foto: Archivo

La mitificación del chavismo durante todo el proceso de su génesis y en especial en su apogeo ante el control del poder ha generado una especie de manto inquebrantable de solidez, unión, condición monolítica y doctrinaria, similar a la de ejércitos pretorianos y estructuras religiosas fanáticas.

La verdad es que muchos de los que estuvimos ahí, venimos huyendo de la intolerancia a la crítica, de la sumisión ante estructuras absolutamente verticalizadas y sometidas al personalismo más infame que pueda existir, tanto en un sector político como en un partido. El stalinismo del PSUV superó hace mucho tiempo al stalinismo de partidos autodefinidos así, y cuyas prácticas van contra el respeto y la dignidad de la individualidad y el libre albedrío.

Sin embargo, a pesar de que muchos huimos de esta vulgar estructura, algunos bajo el adoctrinamiento ideológico o el interés económico, se mantienen en esas estructuras que se siguen autodefiniendo chavistas, producto de la idolatría fanática, pero que en realidad responden al madurismo más recalcitrante.

El madurismo, a diferencia del chavismo, no suma, resta, cosa en la que ha sido sumamente exitoso, pero a los que se quedan los extorsiona, los enajena, los expropia de sus almas, y a cambio les ofrece migajas de la dependencia.

Esta forma de hacer política te permite tener en Venezuela hasta 10% de la población y te permite cazar a 5% de incautos por rebote, pues todo esto se hace desde el poder.

Pero, en los últimos dos años, sectores que habían asumido su sumisión ante esta dominación han empezado a reaccionar, porque si no se exponen a desaparecer. Hablo de la Alternativa Popular Revolucionaria (APR), del PCV y de los expropiados Tupamaros y PPT, y antes de Redes, sin dejar de lado desprendimientos más simbólicos y mucho menos sumisos, que advirtieron algunos de manera más anticipada que otros, la irreversibilidad de ese desastre, casos como el de Rodríguez Torres, los exministros Giordani, Navarro, Osorio, y aún más atrás, mi propia salida ya hace 7 años.

Pero hoy, cuando todos podrían creer que ya han llegado a su mínimo posible, con su aparente condición monolítica, que la Alternativa Popular Revolucionaria exista y mantenga, a pesar de su discurso inconsistente y contradictorio aún, no solo es un triunfo de la democracia social, sino una advertencia de que es posible que la coalición dominante pueda fisurarse aún más, de que es insostenible las contradicciones internas, el autoritarismo y las disonancias discursivas e ideológicas, y que el madurismo hace aguas.

Si a esto le sumamos lo que sabemos, de las contradicciones entre la cúpula de la coalición dominante, las contradicciones, los enfrentamientos, las disputas por el control del escaso recurso, y la debacle que generan las violaciones sistemáticas de los derechos humanos y los informes que hace esto evidente en el mundo, podríamos afirmar que jamás habían estado en una situación tan dramática dentro de lo que queda del chavismo.

Al final, nuestro problema real desde la oposición es la unión que no termina de florecer, y la estrategia con contundencia de acciones inteligentes y fuertes que conduzcan a la victoria definitiva, pero algunos ya estamos trabajando en eso.

Publicado originalmente para pdctv.info

 


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