La proliferación de artistas internacionales pautando conciertos en Caracas ha tenido varias lecturas. Una de ellas es la famosa narrativa que quisieron lanzar desde Miraflores de que “Venezuela se arregló”. Pero hay que estar claros que con los bajos sueldos difícilmente el venezolano de a pie pueda disfrutar de algunos de estos shows sin hacer algún sacrificio. Son ellos, los del gobierno chavista, sus cómplices, los enchufados, los que han negociado comisiones y se están enriqueciendo en esta época de vacas flacas -porque sí los hay- los que pueden pagar esas millonarias entradas. Sin embargo, ni teniendo toda la plata del mundo pueden escoger libremente el concierto al que les gustaría asistir.

Ese papelito le tocó al vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, que ahora parece que pasó a ser el “censurador” de los artistas. Con los chavistas no puede haber libertad plena, sino la que ellos permitan. Es Diosdado Cabello quien decide el que es “digno” de presentarse en Caracas.

El primero fue el cantautor colombiano Juanes, que después de la retahíla de insultos que el capitán-vicepresidente de partido-diputado le dirigió en su programa de televisión, decidió dar marcha atrás a su presentación en Caracas. Principalmente porque lo que aplica Cabello es el terror. Nunca dice que el gobierno va a actuar en su contra, pero menciona que los chavistas pueden vengarse de lo que el artista dijo sobre el régimen de Maduro en el pasado.

Y tanto que se quejó el presidente chavista cuando en 2019 no dejaron al merenguero Omar Enrique cantar en Colombia, hasta hizo un programa en desagravio al cantante venezolano que salió por las redes llorando porque le habían negado la entrada al país vecino para cumplir con sus compromisos contractuales. “Pobrecito el rey del merengue”, se quejaba Maduro. Y por supuesto usaron ese hecho para apuntar toda su artillería verbal contra el presidente Iván Duque.

Bueno, ¿qué puede decir Luis Fonsi después de las barbaridades que dijo Cabello sobre él? Pues, como señaló Juanes, que prefiere resguardar la seguridad de su equipo y hasta la de sus fans, Para el número dos el cantante puertorriqueño es un inmoral que cobraba por llamar a Maduro dictador y ahora quiere venir a ganarse los dólares de los venezolanos que según él están boyantes porque Venezuela se arregló.

La misma suerte le tocó al venezolano Carlos Baute y a la querida Olga Tañón, pero ellos no han hecho cambios en sus itinerarios, que se sepa.

En definitiva, el hombre del mazo es el que decide quién puede cantar en Caracas. Qué artista no es, a su juicio, «inmoral». Pero tiene incluso el tupé de amenazar a los “chavistas” que vea en la zona vip de esos conciertos, como una admisión tácita de que los que tienen los dólares para gastarlos en semejantes entradas son ellos.

Lo cierto es que su política del terror se está saliendo de control. Ya no disimula. Aquí se ve lo que él diga y se atienen a las consecuencias los que lo desobedezcan. Pero puede salirle el tiro por la culata, porque así como saca del baúl lo que en algún momento opinaron esos cantantes, también puede recordar el público por qué lo dijeron. Y allí no creemos que los perdedores sean Juanes, Fonsi, Olga Tañón ni Baute.


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