En esta época de profunda crisis de valores y ante la arremetida mundial del progresismo contra los principios de la civilización occidental, en general y en particular contra el cristianismo, como católico me interesa de sobremanera el revisar los conceptos fundamentales que respecto a la política señala la doctrina de la iglesia católica.

Contra la versión sesgada de ver a Jesús como un líder revolucionario, debe recordarse que él no vino como un mesías del pueblo judío contra los romanos, como se interpretó por algunos, incluso apóstoles en un principio, es más él es claro en señalar su desvinculación de la política cuando señala “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Mateo, 22.21). Tampoco es función de la iglesia ser un poder terrenal como desviadamente lo ejerció sobre buena parte de la edad media y hasta bien entrada la edad moderna, ni ser un apoyo de los gobernantes como usaba serlo hasta bien entrado el siglo XX:

La doctrina sobre el creyente y la política está claramente expresada en el Catecismo de la Iglesia Católica, en el cual hay numerosas referencias a esto. Solamente me referiré a unas pocas que considero las más relevantes.

En primer lugar, impulsa a los laicos a trabajar “para que las exigencias de la doctrina de la vida cristiana impregnen las realidades sociales, políticas y económicas” (# 899). «Es preciso impulsar, alentar la creación de asociaciones de libre iniciativa para fines económicos, sociales, culturales, recreativos, deportivos, profesionales y políticos» (#1882). «La determinación del régimen y la designación de los gobernantes han de dejarse a la libre voluntad de los ciudadanos” (# 1901). “La autoridad… no debe comportarse de manera despótica, sino actuar para el bien común” (#1902). «La autoridad sólo se ejerce legítimamente si busca el bien común del grupo en cuestión y si, para alcanzarlo, emplea medios normalmente lícitos” (#1903). «Los ciudadanos deben en cuanto sea posible tomar parte activa en la vida pública” (#1915).

De manera pues que el catecismo llama a la participación de los laicos en la política, sólo permite gobiernos legítimos, entendiendo por estos los que no son despóticos, actúan para el bien común y se rigen por la ley, es decir regímenes democráticos.Después de la encíclica Rerum novarum de 1891 del papa León XIII, los movimientos políticos de signo católico tomaron un nuevo impulso y desarrollo, y extendieron sus áreas de participación. Con su encíclica, la Iglesia católica expandió sus intereses en cuestiones sociales, económicas y políticas.

La Congregación para la Doctrina de la Fe publicó en el 2002 una Nota Doctrinal sobre el católico y la política, en la cual fija doctrina contra el relativismo social de nuestras sociedades: “Se puede verificar hoy un cierto relativismo cultural, que se hace evidente en la teorización y defensa del pluralismo ético, que determina la decadencia y disolución de la razón y los principios de la ley moral natural. Desafortunadamente, como consecuencia de esta tendencia, no es extraño hallar en declaraciones públicas afirmaciones según las cuales tal pluralismo ético es la condición de posibilidad de la democracia” (https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20021124_politica_sp.html) para contradecir fuertemente tal opinión: “La historia del siglo XX es prueba suficiente de que la razón está de la parte de aquellos ciudadanos que consideran falsa la tesis relativista, según la cual no existe una norma moral, arraigada en la naturaleza misma del ser humano, a cuyo juicio se tiene que someter toda concepción del hombre, del bien común y del Estado.” (ídem)

Señala la nota que el cristiano está llamado a disentir del relativismo moral, el cual es nocivo para la democracia, pues esta está llamada a basarse en principios éticos no negociables. A este respecto sobre la militancia política, señala que, si bien es loable el pluralismo basado en diferentes concepciones programáticas, este pluralismo, no puede caer en indiferencia ética, pues “la legítima pluralidad de opciones temporales mantiene íntegra la matriz de la que proviene el compromiso de los católicos en la política, que hace referencia directa a la doctrina moral y social cristiana. Sobre esta enseñanza los laicos católicos están obligados a confrontarse siempre para tener la certeza de que la propia participación en la vida política esté caracterizada por una coherente responsabilidad hacia las realidades temporales”. (ibid)

La Iglesia es muy explícita respecto al rol ético del legislador, indica: ”La conciencia cristiana bien formada no permite a nadie favorecer con el propio voto la realización de un programa político o la aprobación de una ley particular que contengan propuestas alternativas o contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral” (ibídem). Por lo tanto, un legislador católico no puede aprobar leyes que van a favor de la eutanasia, el aborto, contra la familia. Es muy clara la nota doctrinaria cuando señala: “Del mismo modo, se debe pensar en la tutela social de los menores y en la liberación de las víctimas de las modernas formas de esclavitud (piénsese, por ejemplo, en la droga y la explotación de la prostitución)” (https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20021124_politica_sp.html).

La Iglesia llama pues a una coherencia entre la profesión de la fe y la actividad política, no se puede autoproclamarse católico y defender posiciones que van contra la dignidad de la persona humana y que promuevan relativismo moral, no se entiende pues políticos que se proclaman católicos y que apoyan gobiernos que están en clara oposición a los lineamientos de la doctrina social de la iglesia, como lo son los gobiernos del socialismo del siglo XXI, que por ejemplo dominan en Venezuela, Nicaragua  y Colombia, ni mucho menos la posición débil de la jerarquía católica, si no complaciente, con estos gobiernos. En particular la del papa Francisco, claro está, esta posición se basa en su declaración incomprensible que «Los comunistas piensan como los cristianos» (https://maslibertad.com.co/papa-francisco-los-comunistas-piensan-como-los-cristianos/). Francisco equipara el cristianismo con el comunismo, Al ser los comunistas ateos y promulgar el materialismo histórico, que como lo demuestra “Centesimus annus” es antropológicamente erróneo, es imposible equiparar comunismo y cristianismo. Por lo tanto, no se puede ser indiferente frente a gobiernos que si bien no se declaran comunistas, lo son bajo el eufemismo de socialismo del siglo XXI.


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