¿Es seguro que si se realizaran las tentativas elecciones presidenciales en Venezuela, con respeto de los plazos y formas democráticas por parte de los participantes y especialmente del CNE, y que a pesar de la diáspora de más de 7 millones de venezolanos, ganara un candidato distinto al Super Barriga, los resultados serían respetados por éste y compañía; y entregarían la cosa sin sobresaltos, robos, estridencias militaristas y milicianas, malandras y motorizadas? ¡No! De hecho es muy poco probable.

¿Y entonces?

Desde hace un buen tiempo, he venido sosteniendo que las salidas militaristas, la creación de gobiernos imaginarios, el bloqueo económico de las transacciones financieras y comerciales de las instituciones venezolanas, lejos de lograr sacar al gobierno del Super Embustero, lo atornillan aún más en el poder. Lamentablemente así ha ocurrido. Sin embargo, hay algunas cosas que me resultan sorprendentes a estas horas.

  1. Políticos que promovieron la abstención en las elecciones de la Asamblea Nacional, así como de gobernadores y alcaldes, por considerar al actual CNE “tracalero y maula” (lo cual no es materia de este artículo), ahora deciden participar de la vía electoral, aún cuando sus expectativas no fueron cubiertas hasta ahora (según ellos mismos) por el organismo electoral. En otras palabras, aún sin haber conseguido los resultados deseados con la política de presión trumpista, ahora como si nada hubiera pasado y el país no hubiera sufrido horrores, deciden cual daneses, suecos o finlandeses, transitar el camino electoral. Y de ñapita, haciendo algunos de ellos promesas que les serán imposibles de cumplir en un tentativo gobierno de transición y de negociación y jaleo constante. Esto, porque los poderes públicos y el comando militar, aún estarán en manos del Super Embuste.
  2. Periodistas venezolanos sumamente informados y nutridos, que fustigan la salida electoral, acusando a cuanto venezolano sensato (según creo) piense (porque es su derecho) que esa es la vía, de “vendepatria”, “colaboracionista”, “prostibulario” y cualquier otra carga amarga de epítetos deslenguados y verborreicos que no aportan otra salida a quienes nos mantenemos luchando por ver al país liberto y saludable que irnos “pa’l coño” (detrás del estadio de beisbol donde suelen caer las pelotas que son bateadas de “home run”). No aportan ninguna idea, no se comprometen con ningún camino. Al menos las personas que equivocadamente apoyaron el abstencionismo esperando a Godot (obra de teatro del absurdo), y que fueron fraudulenta y mezquinamente defraudadas, tenían una esperanza, una apuesta en la mesa. Pero decir que nada sirve y que nada vale y criticar a todos no me parece útil. Mas aclaro, que también están estos profesionales en su pleno y justo derecho de decir y opinar lo que les dé la gana, porque tampoco tenemos bola de cristal para saber si tienen razón o no. Lo cierto, es que no tienen derecho de calificar peyorativamente a aquellos que pensamos distinto. Así que vamos a respetarnos todos. Es muy parecido a los epítetos proferidos al grupo de la Alianza Democrática, que por sí participar en las elecciones fueron tildados de “alacranes” y “traidores”. Al final, el tiempo parece haberles dado la razón. Por cierto: ¿La Alianza Democrática va o no va a participar en las primarias?

¿Y si no entregara Super Estafa?

La situación habrá cambiado radicalmente a la actual, y se tendrá que prever este escenario por parte de los actores que están pretendiendo representar una salida democrática y electoral para Venezuela, en las crudas circunstancias actuales de abuso de poder y tropelía desde ya.

¿Entonces “semos” colaboracionistas?

Según algunos: “semos”

¿Y la dictadura en Centroamérica con legitimidad de origen?

Ayer me entrevistaron respecto a la política de seguridad adelantada en El Salvador, por su sensible a las críticas y publicitado presidente. Mi posición es muy simple. Efectivamente, ese país requería medidas extraordinarias para combatir mafias enquistadas incluso en su Estado y en sus fuerzas de seguridad, convertidas en poder fáctico y transnacional, que mantenía en cautiverio la libertad de aquel país, eso no se discute. Sin embargo, la violación sistemática y publicitada de los derechos humanos de los individuos de un país por parte del Estado, conducido por un gobierno dotado para actuar represivamente bajo el auspicio de la suspensión de leyes y garantías elementales del estado de derecho, que no sólo (que ya es bastante) protegen los derechos ciudadanos, sino que son la base de la democracia, a nombre de la seguridad y el orden, encienden las alarmas de todos los demócratas del mundo con justificadas razones.

  1. Falsos positivos entre los casi 60.000 capturados (¿líderes políticos estudiantiles de oposición?).
  2. El compromiso con los derechos humanos no depende de quien merezca que se los respeten, sino del compromiso de los líderes, autoridades e instituciones de respetarlos para todos y no convertirse en un Estado salvaje.
  3. Para convertirse en tirano cualquier razón es suficiente. Estos líderes mesiánicos terminan quedándose en el poder con elecciones que los legitiman democráticamente mientras profundizan sus prácticas antidemocráticas y represivas. Hoy son las maras, mañana el que disienta, pasado mañana el que estornude. Un líder con popularidad, dueño de la verdad y con acciones represivas sistemáticas, no es difícil de pronosticar. Sabemos que esto termina en dictadura.

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