La noticia pasó probablemente inadvertida en el medio de la histeria colectiva por la pandemia del coronavirus. Algo probablemente justificado dada la gravedad de una situación increíblemente dinámica que por primera vez en la historia de la humanidad, y gracias a las redes sociales, pone en tiempo real la abrumadora dinámica de la evolución de la pandemia y su efecto sobre la economía y la gente. Sin embargo, y mientras la cuarentena y el encierro lo permiten, vale la pena pasearse por la increíble y triste historia, parafraseando al Gabo, del sabio profesor y su perverso secreto, originalmente descrita en The New York Times y reseñada por algunos medios venezolanos.

La historia: Bruce Michael Bagley, de 73 años, un académico norteamericano, jefe de departamento y profesor de Estudios Internacionales en la Universidad de Miami, fue acusado en noviembre de 2019 de participar en una operación de lavado de dinero que involucraba un proyecto de desarrollo de viviendas en Venezuela. Los cargos estaban relacionados con depósitos que Bagley recibió de cuentas de banco en Suiza y los Emiratos Árabes Unidos. Un poco después fue liberado bajo una de fianza de 300.000 dólares y declararse no culpable. Pero esta semana, documentos en una corte federal en Nueva York indicaban que cambiaría su declaración de no culpable a culpable, en una audiencia programada para el próximo 20 de marzo.

De acuerdo con su página en Wikipedia (https://en.wikipedia.org/wiki/Bruce_Bagley) Bagley ha realizado consultorías sobre temas relacionados con el tráfico de drogas, lavado de dinero y seguridad pública para el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), para los Departamentos de Estado, de Justicia, el FBI, y la DEA del gobierno de Estados Unidos y para varios gobiernos latinoamericanos, entre ellos los de Colombia, Ecuador, Bolivia, Panamá y México. Del mismo modo, ha testificado ante el Congreso de Estados Unidos en múltiples oportunidades en materias relacionadas con Latinoamérica, al tiempo que ha tomado el estrado en varias cortes federales en Estados Unidos como testigo experto sobre tráfico de drogas y crimen organizado en Latinoamérica.

Para concluir los elementos más destacados de su perfil, debo mencionar que entre las obras importantes de Bagley se cuentan:

  • Drug Trafficking and Organized Crime in the Americas: Major Trends in the Twenty-First Century, Latin American Program, Woodrow Wilson Center, 2012[3]
  • International Relations in Latin America, with Betty Horwitz, Taylor & Francis Group, 2013[3]
  • Drug Trafficking, Organized Crime and Violence in the Americas Today, 2015[2]

De acuerdo con la acusación, los fondos provenían de una compañía de alimentos controlada por un colombiano, Alex Saab, según la nota del NYT, sobre quien también pesan acusaciones de corrupción. Bagley transfirió 90% de los fondos a cuentas de un cómplice y retuvo una módica comisión del 10% sobre operaciones de lavado que alcanzaban a unos 3 millones de dólares. Se menciona también en el escrito de acusación que Bagley discutió con un co-conspirador el hecho de que los fondos que estaba moviendo provenían de extorsión y malversación, y que habían sido robados del pueblo venezolano.

Después de leer esta noticia en el NYT no pude resistir la tentación y me tomé el trabajo de bajar en Amazon Kindle la obra de la que Bagley fue coeditor y autor, Drug Trafficking and Organized Crime in the Americas: Major Trends in the Twenty-First Century. De su artículo, “Druf Trafficking and Organized Crime in Latin America and the Caribbean in the Twenty-First Century. Challenges to Democracy” (Tráfico de drogas y crimen organizado en Latinoamérica y el Caribe en el siglo XXI. Retos para la democracia) saco un simple y revelador extracto que ilustra el conocimiento y la condición de acucioso investigador del profesor Bagley:

There is also abundant evidence indicating increased use of both Venezuelan and Ecuadoran territory by colombian traffickers to replace the increasingly problematic Mexico routes. Venezuela is a jumping-off point for smuggling through the Caribbean to the East Coast of the United States or across the Atlantic through West Africa into Europe. Venezuela also is used for drug flights into Honduras or Guatemala, where the shipments are then transferred to trucks and transported by land across the Guatemalan-Mexican border northward to the United States”.

Recurro a la ayuda del Traductor de Google para simplificarme el trabajo de la traducción, y encuentro:

También hay abundante evidencia que indica un mayor uso del territorio venezolano y ecuatoriano por los traficantes colombianos para reemplazar las rutas cada vez más problemáticas de México. Venezuela es un punto de partida para el contrabando a través del Caribe hacia la costa este de Estados Unidos o cruzando el Atlántico a través de África occidental hacia Europa. Venezuela también se usa para vuelos de drogas a Honduras o Guatemala, donde los envíos se transfieren a camiones y se transportan por tierra a través de la frontera guatemalteca-mexicana hacia el norte a Estados Unidos

Por supuesto que hay que respetar al principio básico de que todo el mundo es inocente hasta ser encontrado culpable, algo que no ocurre en Venezuela, donde el régimen mantiene prisioneros a cientos de opositores civiles y militares sin juicio alguno. Pero todo parece indicar que el hasta hace poco respetado académico Bagley aprendió de sus propias investigaciones a comportarse como los mismos criminales que estudió durante años. Si se me permite la horrenda comparación, es como si un defensor de los derechos humanos de los niños apareciera de la noche a la mañana sindicado de ser el capo de una red de traficantes de humanos y dueño de una red de burdeles. El infierno debe tener reservado un sitio especial para gente que usufructúa de sus privilegios y conocimiento para aprovecharse del sufrimiento de otra gente, los “venezolanos pobres” según la propia confesión del inefable profesor Bagley. Confieso que para mí todo esto es especialmente indignante dada mi propia condición de académico e investigador.

Pero más allá del aparente crimen de Bagley, lo ocurrido es tremendamente revelador no solamente de la corrupción que rodea por todos lados al régimen chavista y sus testaferros y cómplices, sino de la increíble insensibilidad de quienes la practican y actúan como depredadores de su propio pueblo. Por supuesto que hay gente honorable entre quienes han apoyado el proyecto chavista, pero esto debería ser una sonora campanada de advertencia sobre lo que ocurre a su alrededor. Seguramente algún cínico dirá que 3 millones es una pendejada pero el caso del sabio profesor y su perverso secreto no debería ser olvidado.


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