¿Cuánta verdad soporta, a cuánta verdad se atreve un espíritu? Esto es lo que ha constituido para mí, cada vez más, la verdadera medida de los valores. El error (la fe en el ideal) no es ceguera, el error es cobardía… Cada conquista, cada paso hacia adelante en el conocimiento, destila valor, duración hacia sí, limpieza para sí. Nietzsche

El escenario de confrontación, de confusión, de dilemas, traspiés, algunos incomprensibles que viven muchos venezolanos, se disipará con el tiempo en la medida que avance el proceso de las elecciones primarias. Es este uno de los grandes  retos que en la actualidad enfrentan nuestros principios democráticos para lograr para todos los ciudadanos, —se me ocurren los cinco niveles de la famosa, pero desconocida por algunos, pirámide de Maslow—: 1) Necesidades básicas o fisiológicas: respirar, vestirse, alimentarse, descansar. 2) Necesidades de seguridad: salud, relaciones interpersonales y el desarrollo afectivo. 3) Necesidades sociales: amistades, pareja, familia, ser parte de un grupo, recibir y dar afecto, etc. 4) Necesidades de estima o reconocimiento: independencia, confianza en uno mismo, dignidad, logro, etc., y la reputación o respeto que precede a la autoestima o dignidad. 5) Necesidades de autorrealización: se trata del nivel más alto y únicamente puede ser satisfecho una vez todas las demás han sido alcanzadas. En esta etapa es cuando el ser humano busca su crecimiento personal y desarrollar todo su potencial para lograr su éxito.

Pienso que en estos cinco sencillos puntos que anota el psicólogo estadounidense descansa el éxito, el bienestar, al que  aspira cualquier sociedad sin los desproporcionados y voraces apetitos de los funcionarios del actual régimen venezolano.

Dejando de lado las opiniones expresadas por inductores de pesares y desdichas de unos que otros minúsculos sectores de oposición, las elecciones primarias han venido, poco a poco, siendo aceptadas por la sociedad civil y por los más importantes partidos políticos. Es de destacar que el candidato surgirá de la voluntad libérrima del venezolano para que nos represente en las elecciones presidenciales previstas para el 2024, a diferencia de aquellos que lo harán apoyados en los flácidos hombros de sus esqueléticos partidarios. De manera que, como lo dijera la semana pasada Miguel Henrique Otero: “Este es el escenario que explica por qué son necesarias, muy necesarias, unas elecciones primarias para dotar al exhausto cuerpo de los demócratas venezolanos de un liderazgo político que asuma la responsabilidad de conducir la lucha por el cambio. Un liderazgo que sea el producto de una medición real y que aporte una energía al camino que todavía debemos transitar. Con esto quiero decir que las primarias son beneficiosas en lo político y de consecuencias que superan lo estrictamente electoral”.

Los aprendizajes del país deben tenerse en cuenta para entender la responsabilidad de los ciudadanos a través del voto. Es deber moral del ciudadano asumir una posición crítica frente a las diferentes propuestas y buscar fuentes de información verificables que le permitan tomar una decisión basada en evidencia, evitando que las emociones y la propaganda política opaquen su criterio. El voto es indispensable en una democracia, y tiene un gran poder, pero viene también con un importante deber como ciudadanos; la ciudadanía corresponsable es aquella que asume su responsabilidad como veedora individual o en colectivo de la gestión pública.

Como consecuencia, hay que reconocer que el éxito de una política de gobierno abierto depende del compromiso del próximo presidente con este gran proyecto, aunque está en los ciudadanos y no en el próximo gobernante decidir si la participación ciudadana continuará siendo un acto simbólico o si el sentido de corresponsabilidad con los valores democráticos los impulsa a involucrarse de forma más directa en los asuntos públicos de manera permanente.

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