Siguiendo con nuestro paseo histórico americano por las venideras elecciones en Estados Unidos este otoño, hoy analizaremos una de las campañas más icónicas del siglo XX, por su gran connotación política; la del demócrata Harry S. Truman contra el republicano Thomas Dewey. En detalle, analizaremos los cambios de estrategia que llevaron a un gran logro político completamente inesperado por la prensa y por las encuestas.

Primavera de 1945. Muere el presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, uno de los presidentes más queridos de América. El único elegido por cuatro mandatos, el gran presidente que saca a Estados Unidos de la crisis financiera de los años treinta y el gran líder de la Segunda Guerra Mundial. Con tan solo 82 días siendo parte gobierno de Roosevelt y tan solo dos encuentros cara a cara con el presidente, el vicepresidente Harry S. Truman asume la Presidencia de Estados Unidos. Un gran reto para él, no solo por llenar los zapatos de un gran líder, sino por asumir un país en pleno ocaso de la Segunda Guerra Mundial.

El ahora presidente Truman asume un país en crisis por la salida de la guerra, que afronta una crisis económica complicada y tiene a más de diez millones de personas en pobreza, en condiciones sumamente indeseadas. Los precios de la gasolina, de la carne y de productos básicos están por las nubes, lo cual hace que los ciudadanos se tengan que reformar para poder costear sus vidas. Cada vez eran más frecuentes el hambre, la miseria y las huelgas de trabajadores.

La crisis es la gran razón por la que, en el año 1946, los republicanos ganan las elecciones conocidas como de “medio término” y logran asumir ambas cámaras del Congreso, tanto la de representantes como las del senado, con el eslogan “¿No estás harto?”.

Los republicanos se ven muy fuertes para el principal reto, conquistar nuevamente la Casa Blanca. Bloquean todas las propuestas del gobierno dentro del Congreso y el gobierno de Truman se ve ineficaz e inoperativo para mandar.

Los republicanos apuestan por el gran gobernador de Nueva York, Thomas Dewey, que después de su gran gestión al mando de una de las gobernaciones más importantes de Estados Unidos, y su gran lucha como fiscal general, es el candidato perfecto para asumir la carrera presidencial.

El gran punto diferencial de nuestros candidatos era el lenguaje, tanto el no verbal como el verbal. El presidente Truman era un terrible orador cuando se trataba de la lectura de discursos mientras que Dewey tenía una gran oratoria, la cual demostró el día que asumió su candidatura en la convención republicana, en su primer gran mensaje a la nación y dejando muy clara, de esa forma, su ventaja frente al presidente de Estados Unidos, y ahora candidato, Harry S. Truman.

Los asesores de campaña, al ver el gran nivel de su contrincante, le dicen a Truman que no puede leer su discurso, que debe ser mucho más cercano al momento de asumir la candidatura demócrata. Esta es una de las decisiones más acertadas a mi parecer, porque se vería mucho más natural y más parecido al pueblo estadounidense. Es importante decir que esta fue la primera convención demócrata televisada y es por esta razón que debía ser lo más “campechano” posible para transmitirle a los demócratas de todas partes su gran cercanía, lo que trajo resultados muy positivos.

Al haber asumido ambos las candidaturas empieza la verdadera campaña. Dewey utiliza de trampolín electoral propaganda proyectada en los cines; su atractivo lo hace comparable con grandes estrellas de Hollywood. Partía con buen pie, siendo un candidato joven, bien parecido, con una oratoria envidiable y con el apoyo de los periódicos y periodistas de toda Norteamérica. En cambio, el presidente Truman tiene 20% de desventaja al tomar las riendas de su candidatura, pero una vez que comienza la campaña se plantean recorrer todo el país responsabilizando al congreso de su mal accionar.

La primera estrategia que asume la campaña de Truman, es demostrar el talante presidencial de su candidato, por lo cual van al Congreso a pedirle a las cámaras que aprueben unas medidas económicas para paliar la crisis severa en la que se encontraba el país, aunque ellos estaban convencidos de que no lo lograrían. La propuesta era clara; si ellos aprueban los paquetes económicos, el gobierno ganaba y así conquistarían votos y si no aprobaban las medidas, también ganaban porque se demostraba que los republicanos siempre han podido palear la crisis y que no habían querido hacerlo por intereses personalistas.

Ya al demostrar su gran liderazgo, los asesores de Truman logran por primera vez en la historia una campaña personalizada, que es lo que podemos ver hoy como una campaña de Big Data. El tren presidencial iba pueblo por pueblo desarrollando discursos únicos, cercanos y enfocados en los problemas de cada lugar. Empezó su campaña en los estados en donde los republicanos estaban punteando en las encuestas, haciendo que un presidente llegara a cada pueblo ganadero de Estados Unidos. Nunca un ganadero imaginó que estaría frente a un presidente, cosa que lo empezó a impulsar su popularidad, aunque todas las encuestas daban ganador a Dewey. El candidato republicano asume una campaña parecida a la demócrata; van pueblo por pueblo, desarrollando sus ideas de país. La estrategia era llegar al pueblo, saludar, reír y pronunciar el mismo discurso. Los analistas de la campaña republicana asumían una victoria apabullante desde el inicio y, entonces, solo se limitaron a recorrer, hacer presencia y lograr así una victoria segura, mientras que la campaña de Truman estaba enfocada en remontar todos los números.

La campaña de Dewey se sentía mucho más segura al pasar los días. Una encuesta realizada a los 50 periodistas más importantes del país hizo creer a Dewey que su victoria estaba cerca, pues lo daban él como ganador. Adicionalmente, las encuestas telefónicas daban una victoria por más de 10 puntos.

Los demócratas veían que la distancia entre ambos candidatos disminuía pero que no había suficiente tiempo para lograr la victoria, entonces decidieron ser aún más fuertes con su discurso. Truman empieza a culpar a los republicanos de estar asociados con las grandes corporaciones, acusándolos de que su llegada a la presidencia pondría el foco en “las empresas primero”. Este mensaje caló profundamente en los americanos que, asustados por los fantasmas de la crisis de los treintas, no querían que se les diera prioridad a los empresarios para llevar al país nuevamente a la ruina. Los analistas de campaña creyeron que estos mensajes llegarían a lo más profundo de país y que los republicanos no responderían. Dewey quería responder, pero el partido no deseaba que lo hiciera, ya que creían en las encuestas y pensaban que no era necesario cambiar de rumbo en la campaña, que con lo que se hacía estaba bien.

El candidato republicano, en cambio, sentía que algo estaba pasando, las encuestas seguían diciendo que él era el ganador seguro de la contienda, pero en sus recorridos por tren cada vez había menos personas. Dos semanas antes de las elecciones, Dewey solicita ver los videos de las concentraciones, enfocándose en ver los volúmenes de asistentes y sus caras. Vio lo que sus analistas no pudieron: estas elecciones estarían más reñidas de lo que ellos creían.

2 de noviembre de 1948. Llega el día de las elecciones en Estados Unidos y se vota en todo el territorio nacional, con las encuestas dando ganador a Dewey y los periódicos viendo como una certeza la victoria del candidato republicano. La campaña demócrata asume a tempranas horas que los republicanos han obtenido la victoria, mientras que Truman se escapa de su sede de campaña para ir a dormir con dos agentes del Servicio Secreto.  A medianoche, cuando empiezan a llegar los resultados, se dan cuenta de que las cosas pintan muy distintas a lo que se ha establecido en las encuestas; la decisión final está entre dos estados, California y Ohio. A las 4:00 am llaman a la puerta del presidente encargado Truman para anunciarle que ha ganado las elecciones de forma apabullante, 303 votos electorales frente a 189 de los republicanos, cuando los votos necesarios para ganar las elecciones son 266 votos electorales. Truman se convierte en el presidente electo de Estados Unidos cuando nadie le daba chance en estas elecciones; tanto fue así que muchos de los periódicos tenían en primera plana la supuesta victoria de Dewey frente a Truman.

¿Qué falló? ¿Por qué se dio ganador a Dewey siempre? La campaña siempre se basó en información falsa con las encuestas realizadas de forma telefónica, aun cuando la mayoría de los votantes que apoyaban a Truman ni siquiera tenían teléfono. Por otro lado, los periodistas siempre estuvieron a favor de Dewey y toda la información en los medios eran prorrepublicana. Esto simplemente nos enseña a que no todo lo que se dice es lo que realmente pasa: en las últimas elecciones en Estados Unidos pasó exactamente igual, 96% de las personas creía que iba a ganar Hillary Clinton y ya sabemos qué ocurrió.

Las encuestas a veces no muestran la realidad, las líneas editoriales de la prensa a veces se equivocan y los únicos que tenemos la razón somos los ciudadanos. Nuestra decisión es la única certera. Es por esto que yo invito a quien tenga ganas de ser presidente, diputado, alcalde o lo que sea, que hagan una campaña certera; que conozcan a sus electores, escuchen sus preocupaciones, recorran sus pueblos, tengan línea directa con lo que realmente pasa en las calles, porque hasta Dewey lo vio: las calles hablan lo que las encuestas callan.

Después de estas elecciones se creó un argot popular en la política norteamericana: cuando un candidato está por debajo de las encuestas, este dice “voy a pelear como Truman y les voy a ganar”. Los invito a dar todo, ver por cada uno de sus electores y espero que ganen como Truman.


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