Mientras que Diosdado Cabello afirma con el mayor cinismo y la arrogancia que le caracterizan que “no se van, ni por las buenas ni por las malas”, la oposición sigue su lucha para organizar una elección primaria que busca definir el liderazgo que los venezolanos esperamos que nos pueda conducir hacia la recuperación del Estado de Derecho y la escogencia del candidato de la unidad que enfrente con éxito a la dictadura.

La elección del pasado viernes de las autoridades de la Universidad Central de Venezuela (UCV), a pesar de las dificultades propias y las creadas de afuera, muestra claramente que los venezolanos queremos participar en el proceso político nacional que definitivamente nos habrá de conducir a la restauración de la democracia y que no necesitamos la participación del Consejo Nacional Electoral para llevar a cabo procesos electorales que nos pertenecen, una intromisión que solo busca intimidar al elector, generar desconfianza y desestimular la participación de todos en el proceso.

Independientemente de la forma en que se organiza el proceso, tal como lo habría hecho hasta ahora con seriedad y transparencia el Comité Nacional de Primaria, el venezolano va a participar, venciendo obstáculos dentro y fuera del país, para escoger su propio liderazgo y por supuesto el candidato de la unidad nacional que habrá de representarnos para derrocar a la dictadura en las elecciones del año que viene. Es decir, estamos todos dispuestos a decidir nuestro destino, a ejercer el derecho que tenemos de escoger libremente nuestras autoridades.

El proceso primario avanza, aunque no sin dificultades. Las encuestas comienzan a perfilar el nuevo liderazgo y a la candidata o candidato que nos representará en las elecciones del 24. De acuerdo con una encuesta de la semana pasada los sondeos favorecen con casi 50% de aceptación a María Corina Machado, seguida de Rausseo, con aproximadamente 20%, mientras que Rosales y Capriles, apenas con 15%, entre los dos.

La lucha por la candidatura es legítima. Todos tienen derecho a aspirar y participar en el proceso, pero todos tienen al mismo tiempo la obligación de asumir el compromiso firme y franco, desde ahora, de respaldar la voluntad popular y apoyar sin condiciones a la candidata o candidato que el pueblo decida. Si se quiere generar confianza, estimular al venezolano para que participe con ánimo y crear esperanzas y ganar las elecciones del año que viene, los dirigentes de los partidos políticos, incluidos el G3/4, deben anunciar de manera formal e irrevocable un compromiso claro en esa dirección. Y más allá, deberían comprometerse a apoyar también sin condiciones al nuevo gobierno en su gestión, para dar la mayor estabilidad que exige el cambio, tal como lo hicieran los lideres políticos en 1958, un pacto que permitió que la democracia sobreviviera entonces a los ataques de unos y otros.

No es el momento de críticas destructivas, a las que apuesta el régimen utilizando algunos autoproclamados que sin representatividad alguna se prestan a maniobras canallas para debilitar a la oposición. Debemos remar todos en la misma dirección, pero en forma clara y transparente. Es el momento de los pronunciamientos, de los apoyos, de construir la candidatura nacional que pondrá fin a este periodo terrible de nuestra historia y probablemente, de América Latina.

El proceso venezolano no es solo nuestro. La comunidad internacional debe tener confianza en él, por lo que lo observa con mucha atención. Los pasos que demos serán objeto de reflexión y análisis, más ahora en el marco de las nuevas relaciones que la Unión Europea y Estados Unidos buscan, con el fortalecimiento de las relaciones con la región, en cuyo contexto la democracia tal como es concebida por nosotros es fundamental verla estable y duradera.


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