El canciller madurista tiene razón: aquí «no hay crisis migratoria». En Venezuela lo que tenemos es una inconmensurable emigración que ha generado en otros países una permanente inmigración de connacionales sin precedentes históricos.

El canciller madurista tiene razón: aquí «no hay crisis migratoria», porque desde que el madurismo llegó al poder destruyó la economía. Antes, incluso, de que Trump asumiera la presidencia de Estados Unidos (2017) y pudieran «justificar» tanto desmadre con las «sanciones», el país entró en un escenario de perniciosa inflación de tres dígitos anuales que derivó en la revolucionaria hiperinflación que nos ha convertido en una nación lúgubre, senil y cancerígena, socialmente hablando. Las esperanzas para nuestros hijos y nietos se han diluido en términos de tener una vida digna, lo que los obligó a huir de Venezuela y originar no una «crisis», sino una hecatombe migratoria.

El canciller madurista tiene razón: aquí «no hay crisis migratoria», porque la desgracia madurista acabó con Pdvsa y las empresas básicas como pilares fundamentales en la multiplicación de ingresos para el país. Así, pulverizó la entrada de divisas y con ello condenó a más de 3 millones de empleados públicos y otros 4 millones de pensionados y jubilados a tener los ingresos mensuales más bajos del mundo: 1 dólar mensual en promedio se convirtió en el detonante de una espantosa pobreza que originó no una «crisis», sino una oleada de más de 5 millones de hombres, mujeres y niños que tuvieron que abandonarnos para poder subsistir, antes que morir de hambre.

El canciller madurista tiene razón: aquí «no hay crisis migratoria». Aquí lo que hay es un régimen que llenó de ramplones y corruptos las hidrológicas y la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), así como el Metro de Caracas, lo que destruyó todos los servicios públicos en Venezuela. Hoy, los venezolanos viven sin agua, teniendo que resistir «administraciones de cargas», término con el cual de manera burlesca nos azotan también con suspensiones eléctricas de 4, 8, 12 o más de 20 horas diarias en todos los estados y municipios. Mientras, vemos cómo hasta las explosiones son parte de quienes se trasladan en el otrora «servicio de calidad masiva» de los caraqueños, ahora reducidos sus vagones y estaciones a un conjunto de chatarra, basura y desechos biológicos, razones que siguen generando no una «crisis», sino el aumento desproporcionado de venezolanos que siguen abandonando su patria.

El canciller madurista tiene razón: aquí «no hay crisis migratoria». Desde que el madurismo tomó el control de las instituciones, ahora para trasladarse desde Amazonas, Guayana, Delta Amacuro, Zulia, Táchira, Sucre, Anzoátegui o nuestros llanos para llegar a Carabobo, Aragua y la capital de Venezuela, todo se ha vuelto un suplicio. Cualquier viaje es una enorme tragedia en la que las horas se han duplicado y hasta triplicado por el exceso de las mal llamadas «alcabalas» (matraqueros con uniforme) y pésimas carreteras; esto sin contar que de ser un país exportador de combustibles ahora tenemos que importar gasolina y gasoil de pésima calidad, y en cantidades que ni siquiera cubren las demandas internas, menos las agrícolas. Aun así, todavía vemos venezolanos caminando desde cualquier parte del país con destino a la frontera, mientras otros más arriesgados hasta pierden sus vidas en altamar buscando abandonar ya no una simple «crisis», sino la tragedia madurista.

El canciller madurista tiene razón: aquí «no hay crisis migratoria». Lo que tenemos es un grupo de patanes e ignorantes que acabaron con la educación y la salud de Venezuela. Los niños y adultos mueren en los hospitales por falta de medicamentos y tratamientos asistenciales. Las escuelas, liceos y universidades fueron abandonados y destruidos sus espacios y plantas físicas. Enfermeras, médicos y educadores sobreviven ante tanta maldad madurista con precarios «salarios», mientras intentan reiniciar unas fallidas clases presenciales sin haber vacunado a la mayoría de la población en tiempos que aumentan las cifras de covid-19. La situación ha tenido como resultado que un número importante de los profesionales de la salud y la educación también hayan abandonado el país, es decir, no es una «crisis», es que el madurismo nos ha conducido hasta la pérdida irreparable de una nación con años de formación humana indispensables para su desarrollo social y económico.

El canciller madurista tiene razón: aquí «no hay crisis migratoria». Aquí lo que existe es un conjunto importante de venezolanos que han debido exiliarse al ser perseguidos por sus ideas, o sea, el madurismo condena a miles y miles de ciudadanos por su forma de pensar, y emplea una mal llamada «ley del odio» contra aquellos que se atreven a criticar y denunciar todos sus desmanes, mientras otros, como el fiscal general de la República, callan cuando algunos de quienes forman ese grupete declaran en videos públicos con armas que defenderán la «revolución» o los sacarán a golpes de sus «instituciones». Verbigracia, no es una «crisis», el madurismo es una peste politica que viola derechos humanos en todos los órdenes de la vida democrática, y por ello es que vemos venezolanos en condiciones de refugiados o asilados en distintas naciones del continente y del mundo.

Tiene razón canciller, el madurismo no originó una simple «crisis migratoria», es algo que va más allá de la xenofobia y el desprecio que puedan sufrir parte de esos millones de venezolanos en otras naciones; incluso de tener que resistir con la más vil saña vejaciones y humillaciones de unos pocos que no comprenden la magnitud de haber abandonado forzosamente su tierra, familias y espacios, por culpa de la pobreza en la que el madurismo, ese que usted representa «internacionalmente», sumió al país entero.

Usted, canciller, tiene toda la razón. No tenemos «crisis migratoria». Lo que tenemos en el exterior es una pléyade de corruptos afines con su ideología que disfruta de los dineros robados a la nación, mientras millones de venezolanos luchan contra muchos obstáculos políticos, económicos y sociales, cuyas causas y consecuencias tienen un solo nombre: el madurismo.

@vivassantanaj_

 

 


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