Es de “perogrullo” que la humanidad no anda bien. Una verdad tan sabida, repetida y hasta notoria, que para una simple lingüística “resulta tonto decirla”. Pero es tan peligrosa que vale la pena transgredir la gramática. Que, por favor, la Academia de la Lengua nos excuse.

Abrazada, por lo menos, por vía de procuración, a las palabras griegas “demos” y “kratos”, de cuya integración es el resultado de “la democracia”, esa anhelada fórmula entendida como “un gobierno del pueblo y para el pueblo”. Una descomunal lucha se ha librado a lo largo de los siglos, con un alto porcentaje de aceptación, pero sería pecaminoso negar la crisis que hoy la afecta, tristemente, in crescendo.

En fecha reciente el periodista Andrea Rizzi tituló “No es solo Brasil. La erosión global de la democracia avanza”, un serio análisis revelador de que “los populismos aprovechan el malestar social y fomentan la polarización, corroyendo las democracias”, calificando como peligrosos, entre otros, el ataque al Capitolio en Estados Unidos, el asalto a las principales instituciones de Brasil, el dramático descenso de la democracia peruana, el retroceso en Túnez y leyes penales que criminalizan derechos humanos, entre ellos, muy particularmente “la homosexualidad”, el nuevo género humano ya en la calle. Atribuyen a Freedom House el registro de un retroceso de la libertad en el mundo, desde hace casi dos décadas, así como lo corrobora, igualmente, el Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA). Alerta en lo relativo al amainamiento en las últimas décadas de “la ola democrática expansiva” que se iniciara en l989, situación que denuncia la Universidad de Gotemburgo. El enjundioso análisis de Rizzi, licenciado en derecho y con máster en periodismo, es tenuemente esperanzador, pues afirma que a pesar de los tropiezos las democracias tratan de superar los inconvenientes, bajo el amparo de lo desastroso de las autocracias.

En el escenario académico el polaco Adam Prezeworski, profesor emérito en la New York University, confiesa que en las ocasiones que ha reeditado su obra Crisis de la democracia se ha visto obligado a señalar los cambios que han afectado a la última, pues ya no es, como obvio, la de la nomenclatura griega “demos” más “kratos”, pero tampoco la de “la avalancha democrática” que arrancara en l989, ni la decadente del pasado reciente, de hoy y del futuro. Sabia, por tanto, la pregunta que el abnegado estudioso formula debajo del título de su libro ¿Adónde pueden llevarnos el desgaste institucional y la polarización? Anota el investigador en la edición de 2022 que “en el libro nunca se menciona la Argentina como un país donde la democracia podría estar en crisis. Tampoco a Brasil, Chile o México. ¿El motivo? “Creía firmemente en la solidez de las instituciones democráticas en esos países”. En ellos los aprietos políticos más agudos, adiciona, se procesaban conforme a las normas constitucionales. «Pensé -dice Prezeworski- que el votante se inclinaba por sufragar por aquel que hubiese demostrado, durante su gobierno, haberlo hecho con eficiencia; pero me equivoqué, pues la realidad demostró que los votantes desesperados actuaron como enfermos terminales de cáncer dispuestos a buscar cualquier remedio, incluyendo los ofrecidos por ‘charlatanes’ que venden soluciones milagrosas». En el entorno institucional se hurga en la eficiencia de la representación popular, cuyas fallas pretenden resolverse mediante mecanismos de las democracias directas, entre ellas, la denominada “participativa”, eslogan que hoy caracteriza a la casi totalidad de los países integrados a la denominada “Ola Rosa Latinoamericana”, entre ellos, Petro en Colombia, Boric en Chile, lo que queda del maestro Castillo en Perú, el ya mayorcito en años “régimen de Caracas”, la catástrofe boliviana, la Argentina hoy arrasada y los temblores insurreccionales acaecidos en Brasil, a razón del triunfo presidencial de Luis Inácio Lula da Silva, en dupla con su buenamoza “Janja”. Y no hablemos de Centroamérica, pues las lágrimas llegarían al río.

Sería, por supuesto, exagerado afirmar que la humanidad es hoy “la orwelliana” que describe “Eric Arthur Blair”, el genio nepalés en su excelente libro 1984, así como en Rebelión en la Granja, en lo atinente a la Revolución rusa, la cual todavía anda por ahí, como cobija para arroparse mecenas de seudolíderes, quienes más por intereses propios y no colectivos mantienen ocupados los asientos de los poderes públicos. Tal vez, una manera original de identificarles es repetir el inicio del histórico “discurso de Cariaco”, de Asunción Guzmán, en apoyo a la candidatura de Rómulo Gallegos en Venezuela: “Compañeros, Gallegos es tan grande que es capaz de echarse encima, él solo, la América del Norte, la del Centro, la del Sur y hasta Trinidad. Y abajo la banca, la industria y el comercio”. La versión en el diario El Nacional de Caracas concluye: “Estruendosos los aplausos, los gritos, silbidos y rechiflas”. El novelista ganó la Presidencia de la República, siendo depuesto mediante un golpe de Estado y una dictadura militar de 10 años.

No podemos, como parece prudente, quedarnos en la acertada apreciación de Andrea Rizzi y del mismo Prezeworski, confiando en que la democracia y sus dificultades encontrarán el salvamento en el simple hecho de que las alternativas para sustituirla son desastrosas, premisa que no deja de ser cierta. Pues, la situación es que al cuestionamiento se le mira en todos los escenarios y tanto en los países avanzados como en los menos. El Institute for Democracy and Electoral Assistance IDEA en su publicación “Urnas y descontento en América Latina” trae la apreciación del recientemente electo primer magistrado en Colombia: “Si yo fallo, vienen las tinieblas que arrasarán con todo; yo no puedo fallar”. Y para estas reformas necesarias, en Colombia y la región, recordemos que la democracia no es un obstáculo, sino nuestra aliada fundamental”.

Quién quita en esa humanidad tipificada por las sorpresas que el presidente de Colombia nos trace “un camino” para emularle. Y no termine armándonos la misma trampa que hoy pareciera tipificar a la región.

@LuisBGuerra


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!