Los alimentos forman parte de todos los aspectos de nuestras vidas. Fortalecer nuestros sistemas alimentarios es fortalecer nuestras vidas y nuestro planeta, para construir un mundo más justo y resiliente en el que nadie se quede atrás.

Los sistemas alimentarios abarcan a todas las personas y todo el entramado de actores y actividades interconectadas que conciernen la alimentación de la población; y van desde la producción, la recolección, la transformación, distribución, hasta la venta, almacenaje, comercialización, el consumo y la eliminación o desecho.

El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, en su mensaje en el marco de la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios el pasado 23 de septiembre, planteaba tres elementos que requieren de atención de la comunidad global.

Primero, los sistemas alimentarios deben contribuir directamente con el bienestar y la salud de todas las personas, y en tal sentido deben promover mecanismos para mejorar la nutrición, garantizar el acceso al agua y servicios de saneamiento.

Segundo, los sistemas alimentarios deben promover un equilibrio con la naturaleza, y, por tanto, una gestión más sostenible de los recursos naturales y los medios de producción y consumo.

Y, por último, los sistemas alimentarios deben promover la prosperidad, esto significa, reducir las desigualdades en cuanto al acceso a bienes y servicios, transporte, y especialmente a formas de trabajo decente con énfasis en mujeres.

La pandemia de COVID-19 ha hecho evidentes deficiencias significativas de los sistemas alimentarios en todo el mundo, especialmente en las cadenas de producción, transformación, distribución y consumo. Por ello, es fundamental reforzar nuestros sistemas para aumentar su resiliencia ante situaciones de tal naturaleza.

El mensaje ha sido claro. Tenemos que cambiar el rumbo, y tenemos que hacerlo juntos, de manera que avancemos en la visión y acción de la Agenda 2030, mientras que apoyamos el llamado del Secretario General para «reconstruir mejor» en un mundo poscovid-19.

Y precisamente esa visión conjunta es la que tenemos que reforzar. La importancia de las alianzas es fundamental, en especial si queremos promover cambios transformadores para la gente y el planeta.

Con la participación de 148 países en la reciente Cumbre, incluido Venezuela, y más de 100 mil personas reunidas para contribuir propuestas, la comunidad internacional tiene la oportunidad única de introducir cambios en nuestra manera de producir, procesar y consumir los alimentos. A la fecha, más de 200 compromisos han sido registrados, y cada vez, son más actores quienes suman soluciones a los principales desafíos.  Está claro que implementarlos requiere de alianzas multisectoriales públicas y privadas, y plataformas de acción a gran escala para llevarlos a la práctica.

Venezuela, manifestó en su participación durante la Cumbre las prioridades nacionales con miras a la transformación de los sistemas alimentarios, resaltando la participación activa de todos los sectores y actores que inciden en toda la cadena agroalimentaria a nivel nacional.

La FAO, como parte del Sistema de Naciones Unidas, está dispuesta para apoyar la aplicación de este proceso a nivel nacional, como pilar fundamental para recuperarnos de la pandemia y acelerar el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para no dejar a nadie atrás.

 


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